¿Y
si al final el gobierno de Rajoy tiene un plan? A lo mejor nos lo oculta para
que no nos vayamos, o para que mantengamos la moral alta, como los militares en
las guerras. O quizás es que no lo podemos conocer todavía. El caso es que no
me creo que actúen así sin una hoja de ruta perfilada de antemano. Al menos eso
se supone de las mentes que hay por ahí. Alguien en algún momento ha tenido que
trazar un plan de acción y discutirlo. Un brain storming para ver si es bueno o
malo y decidir cómo y cuándo se pone en marcha. Porque lo contrario sería poco
razonable.
¿Y
si al final el gobierno de Rajoy no tiene un plan? Todo lo hecho y dicho por
sus ministros, secretarios de estado, directores generales etc sería pura
improvisación y las medidas adoptadas por el gobierno en los dos años que
llevan habrían sido pura y simple improvisación del momento. Eso cuadra muy
bien con las dudas con el sistema financiero y las tres reformas que se
hicieron en apenas dos meses de gobierno que termino en lo que la mayoría de
los economistas pensábamos que tenía que terminar: con la creación de un banco
malo. Y el apoyo estatal a los bancos, que nos costó lo que nos costó. En este
caso, Rajoy iría día a día aplicando medidas inconexas unas de otras y saliendo
al paso de los desafíos que le impone el momento. Entonces si sería
comprensible su euforia de final de año. ¡Bastante ha tenido con llegar hasta
aquí vivo!
Porque
el gobierno está muy contento con la evolución del desempleo, tanto que habla
ya de cambio histórico en la tendencia, aunque lo que realmente está ocurriendo
es que la gente está abandonando el país o dejando de ser población activa. Si,
ha disminuido el desempleo, pero lo ha hecho sin que haya aumentado el empleo.
Paradoja fácil de interpretar: la gente lo deja, los inmigrantes se van y los
jóvenes españoles también.
Si
lo analizamos un poco en profundidad y mezclamos todo en algo conexo veremos lo
que ocurre: una política consistente en la deflación interna con increíble sufrimiento
de los ciudadanos, a los que se obliga a bajar los salarios (o los costes
salariales, que es lo mismo) para mantener su puesto de trabajo y, en muchos
casos, una reducción de la plantilla; una política fiscal que ahoga a ciudadanos y empresas obligándoles
a una rebaja de precios no conseguida nunca en el planeta; una política social
de rebaja de cualquier beneficio que pueda adoptarse; el establecimiento de un
copago en la sanidad en todo lo que se puede establecer, llegando a cobrar
incluso por las medicinas hospitalarias a enfermos graves; una rebaja de las
pensiones a medio y largo plazo; una presión increíble sobre los consumidores
con el establecimiento de precios abusivos en mercados regulados que favorecen exclusivamente
a los oligopolios; un empobrecimiento general de las condiciones de prestación
de los servicios públicos más esenciales, estableciendo precios públicos muy
superiores a los razonables para la situación económica y salarial que estamos
viviendo; …
Un
pequeño botón de muestra. Al final, de todo ello sale una necesidad de
abandonar de los ciudadanos, en algunos casos acelerando el resultado final de
sus procesos de enfermedad con el abandono de tratamientos, o la emigración de
los jóvenes en los que hemos invertido grandes cantidades de dinero en su
formación para que sirvan de mano de obra barata en la Europa rica, o la
desaparición de los registros de empleo por el convencimiento de la inutilidad
de los mismos. Y de ello se desprende una reducción de la población activa y
una reducción del desempleo. Un plan perfecto para decir que se han hecho las
cosas bien.
Pero
no, sigo pensando que Rajoy no tiene un
plan y sus ministros menos aún. Que improvisan en sus decisiones según se
presentan los problemas. Llamarme ingenuo si queréis.
@juanignaciodeju