jueves, 28 de abril de 2016

POPULISMOS Y ECONOMIA. LO QUE NO TENEMOS QUE CALLAR

Me pongo a escribir esto sin conocer todavía ningún programa electoral para la nueva cita del 26J pero con ánimo de poner sobre la mesa el problema de los populismos y su influencia en el ánimo de la gente. Para ello no tenemos sólo que fijarnos en los movimientos contemporáneos, sino que se hunden en raíces más profundas.
Cuando ocurre la crisis de los ochenta, con el incremento del precio de las materias primas y el incremento del desempleo, J.M. Le Pen surge como una figura política de primer nivel que empieza a ganar adeptos a su causa basándose en la política de denigrar al emigrante culpándole del incremento del desempleo en Francia. Por aquel entonces los llamados líderes de la izquierda no supieron (o no quisieron) contrarrestar sus argumentos y su popularidad subió como la espuma. Hasta el punto de que termino disputando la presidencia de la República con Chirac Obviamente ganó este último porque los votantes socialistas, angustiados por la situación, se volcaron con el líder del centro derecha. Pero ahí estuvo el tema. Eso ocurrió exactamente en las elecciones de 2002.
La pregunta es cómo pudo ocurrir. La respuesta es muy sencilla: Le Pen empezó diciendo que los franceses estaban en paro porque los emigrantes les quitaban el trabajo. Y claro, si uno está en paro puede hasta comprar el argumento, sobre todo si nadie lo contradice. Cualquiera de mis alumnos de Macroeconomía podrían contestar a esa cuestión y derrumbar el argumento, desde un punto de vista teórico, sin muchos problemas. La verdad es que la presencia de inmigrantes no sólo no crea desempleo, sino que ayuda a reducir la tasa de desempleo natural de esa economía y a incrementar el nivel de renta potencial. Y todo ello manteniendo el salario real. Todo en su justa medida, lógicamente, pero eso es así. Luego que alguien utilice ese argumento en un momento de desesperación colectiva debe servir para que sea descalificado inmediatamente para evitar que la bola crezca. Pero no se hizo y acabó como he contado. 
Y esas elecciones se producen en el momento de la aparición del Euro como moneda, que ocasionó un repunte del desempleo y una pequeña desaceleración de la economía. Mis alumnos también pueden explicarlo sin grandes problemas. De ahí ese odio visceral que determinados sectores de la ultraderecha tienen al Euro, al que acusan de generar desempleo. Y últimamente esto mismo está ocurriendo con las izquierda más radical.
Porque ultimamente esto del populismo ha dejado de ser patrimonio de la ultraderecha para hacerse trasversal hacia el otro polo. Y nos encontramos con que en situaciones de tremenda adversidad muy mal gestionadas por los tecnócratas  europeos secundados por los comisarios que, actuando como funcionarios de lujo de los presidentes, han aplicado recetas probablemente bien intencionadas pero muy mal diseñadas. Y peor implementadas. Pero han dado paso a propuestas irreales que dejan tremendamente perplejo a este humilde economista. 
Siempre he sido crítico con la 'austeridad expansiva' aplicada por Merkel y he abogado por mantener o, si era posible, incrementar el gasto como medida para mantener o incentivar la economía. Pero proponer que el presupuesto se incremente un 25% de golpe es hacer saltar por el aire no sólo el estado del bienestar y la economía, sino el futuro de nuestro nietos y biznietos. Y eso nos lo venden como una suerte de justicia social que hay que hacer para devolver el protagonismo 'al pueblo'. Y, claro, oponerse a ello puede ser hasta contraproducente.  No me imagino al líder de cualquier partido socialdemócrata criticando esos postulados en público. Pero todos sabemos que es imposible. Y nadie lo dice.
El argumento que se aplica es de lo más pueril: nos dicen que eso sería simplemente acceder a la media de gastos público de la Unión Europea. Y es cierto, pero es inadecuado plantearlo así. Una vez admitido el error, es muy fácil que la gente que esté en situación desesperada (y hay muchos) compren el argumento populista de que 'vamos a rescatar personas y no bancos'. El problema es que hay que rescatar a los bancos. Luego no es tan fácil.
Llevo mucho tiempo pensando en cómo podríamos encajar esas políticas activas de gasto público (con esos incrementos tan brutales de gasto público) en el modelo y siempre llego a la misma conclusión: dentro del euro es imposible. Como ellos también llegan a la misma conclusión, la solución que proponen es siempre la misma: si el euro no admite esas políticas habrá que abandonar el euro. Lo que no dicen, y creo que deberían hacerlo, es que abandonar el euro sería la ruina de, por lo menos, dos generaciones. Y el argumento es el mismo: 'el euro tiene que estar al servicio de los ciudadanos'. Y es impecable, pero falso. La estabilidad de las monedas es la plena garantía de la estabilidad de los ciudadanos. Ese mismo convencimiento ha tenido el primer líder que se enfrentó al problema: Alexis Tsipras. El planteamiento de abandonar el euro le costó un corralito financiero con restricciones al movimiento de capitales. Y toda una política basada en la 'austeridad expansiva' con subidas del IVA, bajada de las pensiones y demás. Y proponía lo contrario.
En fin, que no intento pontificar sobre nada. Creo que hay que ser realistas y pensar las cosas antes de lanzar ideas que no pueden aplicarse. Porque hay una cosa en la que coinciden todos los populismos: si hay que salir del euro, se sale. Y eso me deja perplejo. Aún más de mi estado habitual. Sigo proponiendo unas clases de economía. Las financiaría el Estado y yo sería el profesor. Eso si que sería expansivo. Por lo menos para mi.



@juanignaciodeju

miércoles, 13 de abril de 2016

EL HELICÓPTERO

Se habla y mucho de la situación económica y de las alternativas que se pueden implementar para poner soluciones, aunque no parece que la gente esté haciendo análisis adecuados de la situación. Yo tampoco lo haré, que sólo soy un Economista Perplejo. Pero el ejercicio puede resultar interesante.
Lo primero es identificar nuestro problema. Desde mi punto de vista, los precios bajos son el gran problema de las economías europeas y de los europeos en general. De las economías, porque los precios bajos desincentivan la creación de empresas y la actividad económica. De los europeos, porque la inflación nula o negativa no ayuda con nuestra sobre endeudada situación personal, con lo que el desapalancamiento que tendríamos que llevar a cabo se nos está haciendo muy largo y penoso. Necesitamos inflación positiva para que nuestras deudas se reduzcan a una mayor velocidad.
Y para afectar a los precios en un sistema económico, basta la política monetaria. Todo lo que ha anunciado el BCE debería ser más que suficiente para que los precios se incrementaran. Y cumpliendo el mandato del tratado fundacional, dado que realmente la política monetaria no afecta más que al nivel de precios a medio plazo.
Pero esa política no está funcionando.Básicamente, desde mi punto de vista, por dos motivos: por un lado, la desconfianza existente en el sector bancario; por otra lado, en la excesiva concentración de la liquidez en pocas manos. Voy a intentar explicarlo.
El sistema bancario europeo sigue mal. O más bien, desde 2008 no ha dejado de estar mal. Los bancos no se fían unos de otros y la economía se resiente. Porque que funcione el sistema bancario es algo fundamental en la economía. Los bancos más grandes y solventes se relacionan con el BCE del que obtienen liquidez y, posteriormente realizan operaciones de préstamo con otro bancos más pequeños en distintos plazos (de ahí sacamos el famoso EURIBOR). Pero si no nos fiamos de los bancos a los que prestamos dinero, no realizaremos las operaciones y, en consecuencia, el sistema se parará. Porque no se distribuirá el dinero hacia las economías domésticas y las empresas y se cerrará el crédito. Sencillo. Por lo tanto, lo primero que debería hacerse es ordenar y limpiar de una vez por todas el sistema bancario europeo. Intervenir si es necesario aquellas entidades con problemas; crear 'bancos malos' donde haga falta para ordenar los balances; lo que sea necesario. Pero necesitamos que el sistema bancario empiece a funcionar. Alguno opinara que esto se soluciona con una banca pública. Yo creo que no, que los vicios del sistema son los mismos se gestione desde el punto de vista público o desde el privado. Porque un gestor público no va a dar más crédito que otro privado: sencillamente, los criterios son los mismo y las consecuencias también.
Además, la liquidez puesta en el mercado por los bancos centrales se concentra en muy pocas manos, fundamentalmente por la deficiente distribución de la renta de las economías.Como el dinero se concentra en pocas manos, sólo se distribuirá según los criterios de esas pocas personas.Luego le costará llegar a las economías domésticas y a las empresas. 
Luego el problema del BCE no es sólo la política que puede hacer, sino la efectividad de la misma. Quizá si hubiese actuado hace cinco años, cuando las evolución de las economías y las medidas adoptadas pedían a gritos su intervención, la situación sería distinta. Pero de eso ya no podemos lamentarnos. Hay que hacer algo ahora con las circunstancias que tenemos.
Para que la política monetaria fuese efectiva (y recordemos que efectividad de la política monetaria es que se incrementen los precios) necesitamos que la liquidez se distribuya a las economías domésticas y las empresas.Y para eso sólo le queda una bala en la recámara: el helicóptero. 
El helicóptero consiste en distribuir directamente a los ciudadanos una cantidad de dinero sin pasar por las entidades financieras (que se lo quedarían) ni los gobiernos (que lo tendría prohibido). Algo así como que nos envíe a todos nosotros un talón, con su firma y una carta de agradecimiento, por un importe de 1.300 euros. Se supone que cuando nos den los 1.300 euros a cada uno de nosotros nos lo gastaremos con alegría y determinación, con lo que los precios subirán. Y todo el problema resulto.
La idea es atractiva y no implicaría mucha distorsión en el balance del BCE, dado que ese importe es lo que nos corresponde a los 300 millones de europeos por el reparto de los millones de beneficios del BCE. Como estaréis haciendo el cálculo os lo digo yo: el BCE tiene acumulados 444.000 millones de beneficios. Si, una pasada. 
Lo atractivo de la idea es que se trataría de un estímulo directo a los individuos, no requeriría de ningún intermediario financiero y podría implementarse de forma inmediata. Como se trataría exclusivamente de un impulso monetario, no tendría más efecto que sobre el nivel de precios.Pero, como siempre hay un 'Pero'. no modificaría el nivel de renta de la economía a medio plazo.Para eso el BCE está empeñado en que realicemos reformas estructurales. 
Por lo tanto, lo único que puede hacer Mario Draghi por nosotros en el futuro más cercano es montarse en el helicóptero que tiene en la terraza, cargarlo con billetes nuevos de 100 euros e ir dando paseos por las ciudades y pueblos de Europa repartiendo el dinero a los ciudadanos. Y lo terminará haciendo. Seguro. Pero no os lo gastéis inmediatamente. Donarlo a este humilde economista perplejo que me vendrá muy bien. Prometo hacer una fiesta para todos e invitar a una caña. Bueno, o dos.


@juanignaciodeju