jueves, 26 de enero de 2017

¿Y SI TODOS NOS HACEMOS PROTECCIONISTAS?

Aquí, desde la colonia en Marte, viendo la posibilidad de escribir en el blog, me he decidido a hacer una entrada nueva. La distancia es lo que tiene, que proporciona una cierta ventaja.
Bueno, pues a salvo de aquellos que lo defienden (hasta aquí, a la región de Tharsis no van a llegar), he decidido analizar alguna cosa que ya está haciendo en nuevo héroe de los antisistema: Donald Trump.
Y lo primero que hace es romper un tratado de libre comercio con una zona del mundo (da igual que el tratado fuera malo) al grito de "esto es bueno para los trabajadores americanos".
¿Es realmente bueno poner trabas al comercio?. Al margen de ser inútil, la pregunta es pertinente. Porque la gente piensa que, si comerciamos con áreas geográficas que producen con salarios menores que los nuestros, tenderemos a ver reducidos nuestros sustentos para equilibrar los precios. Y en el mundo no existiría más que un salario igual para todos los que estuviesen en similares circunstancias. Y, lógicamente, todo se produciría allí donde resultase más barato. 
Los defensores de estas medidas dicen que si uno produce un 40% más barato que yo, para protegerme pongo un impuesto de ese 40% y así mantengo mi producción. Y de ahí surgen los aranceles, los contingentes y cualquier otra medida de restricción del comercio internacional que nos podamos imaginar.
Bueno, volvemos al inicio: ¿son efectivas estas medidas? Pongamos dos ejemplos que conocemos bien y que nos sirven de guía. Por ejemplo: la España de la post-guerra que  fue autárquica por obligación. Los resultados los conocemos todos: hambre, miseria, atraso económico, ... Luego no parece un buen ejemplo. El otro ejemplo de país encerrado en si mismo es Cuba, también por obligación. Y tampoco tenemos buenos resultados.
Diréis que soy muy radical, que establezco el punto en la autarquía y que Trump no propone eso. Y tenéis razón. El sólo propone poner altos aranceles a los productos producidos en determinados países. Pero es que la teoría económica también lo desaconseja. La imposición de aranceles no va a provocar que un país produzca mejor un bien, simplemente protege de la ineficiencia en la producción de ese bien, evitando el progreso tecnológico, el desarrollo económico y todas esas cosas que son importantes, aunque nadie les haga ni caso.
Porque lo que uno debe preguntarse es ¿por qué los fabricantes de coches prefieren producir en México a hacerlo en Detroit? ¿Están dispuestos mis consumidores a comprar un bien un 35 o un 40% más caro por el hecho de haber sido producido aquí? Yo creo que no. Al consumidor americano le compensará pagar menos por un bien que necesite o quiera, a pesar de haber sido producido en otro país. Y le compensará que ese bien se produzca en su país siempre que lo haga a precios igual de baratos que en el extranjero. Y para ello, las empresas deben mejorar sus procesos productivos, aplicar la mejor tecnología posible, buscar mercados donde vender sus productos y, finalmente, producir con la mayor productividad posible al mejor precio posible. Simplemente. Y eso no se logra con la aprobación de leyes.
Pero demos un paso más. ¿Y si todos nos hacemos proteccionistas? Imaginemos que, para defendernos de la producción china no permitiéramos la importación libre de prendas de vestir y pusiéramos un arancel del 50%. Eso no ayudaría a nuestras fábricas más que a producir con la misma ineficiencia que lo estaban haciendo, a los empresarios que lo hacen a ganar ingentes cantidades de dinero pero a los trabajadores de ese sector les perjudicaría porque los precios serían más altos en general y no se invertiría en la mejora de los procesos y en la mayor eficiencia, Y la economía no crecería, perjudicando a todos y cada uno de los ciudadanos.
Si ningún país mejora los procesos productivos porque los gobiernos protegen sus industrias con aranceles cada vez más elevados, el comercio internacional se reduce a la mínima expresión y llegamos a la autarquía. Luego no era tan exagerado en mi comparación. Y la historia nos demuestra que ese es el peor escenario posible al que nos podemos enfrentar.
La economía tiene este tema muy estudiado y evolucionado desde principios del s. XIX donde David Ricardo estableció algunos conceptos que le serían de utilidad al marido de Melania. Le recomiendo que se los lea, aunque me temo que no me hará ningún caso. En concreto, le recomiendo que se estudie correctamente la teoría de la ventaja comparativa y se dará cuenta de hacia dónde debe dirigir sus esfuerzos. Solo es un consejo de un economista perplejo y emigrado en Marte. Por cierto, que los marcianos me han dicho que como haya mucha emigración ellos también levantan un muro y lo pagan los terrícolas. En fin.


@juanignaciodeju