miércoles, 28 de febrero de 2018

Y LOS PENSIONISTAS SE ECHARON A LA CALLE

Al final, la realidad se termina imponiendo, y por lo tanto, al margen de posiciones políticas, los problemas siempre afloran. Y resulta que el de las pensiones es un problema que estamos aplazando desde tiempo inmemorial sin ponerle soluciones.
Por un lado, el problema del desempleo es evidente que afecta a las pensiones, pero su solución no es suficiente para acabar con el problema. Alcanzar los veinte millones de cotizantes, como propugna nuestro querido presidente M. Rajoy, no soluciona el problema, solo lo palía. Porque tendríamos un ratio de 2 trabajadores por cada pensionista, y si la cotización es del 35%, nos falta un 30% adicional. Luego llegar a los 20 millones de puestos de trabajo no soluciona el problema por si sólo.
Por lo tanto hay que hacer algo más. Y yo, que no me juego nada porque nadie me conoce, voy a proponer algunas cosas. Seguro que no sirven para mucho, pero por lo menos lo propongo. Ahí voy.
Lo primero, subir salarios. Es evidente que con unos salarios tan bajos es imposible que los ingresos del sistema financien las pensiones. Si alguien piensa que con puestos de trabajo menos que mil euristas, que enciman tienen bonificada la cuota de la Seguridad Social, vamos a mantener pensiones que tienen un valor medio de 1.000 euros, no parece que esté muy certero en su análisis: se necesitarían 30 millones de puestos de trabajo para que el sistema estuviera en equilibrio. Lo que no parece muy fácil. Para mantener una pensión de 1.000 euros al mes se necesitan dos puesto de trabajo que paguen el 100% con un importe medio de 25.000 euros. Si el salario medio actual está en el entorno de 14.000 euros, pues tenemos un camino por delante en ese aspecto.
Segundo: separar las fuentes de financiación, como ya se ha hecho con otros conceptos. Me refiero a las pensiones no contributivas y los complementos de mínimos. Son claramente aspectos solidarios con nuestros mayores, sobre todo las mujeres, que no alcanzaron un nivel mínimo de cotización para poder tener una pensión digna (si por digna podemos decir que son 600 euros en el mejor de los casos). Por lo tanto, deben ser sufragados por la sociedad en su conjunto y, en consecuencia, ser satisfechos por medio de impuestos, pero no por el sistema general.
Tercero: fijar un impuesto solidario que ayude a la financiación de una parte del sistema. Ello implica un sistema de gestión que permita hacer efectivo ese impuesto, no fijarlo y ya está. Por lo tanto, un impuesto que sea fácil de gestionar y que no genere elusión fiscal adicional.
Cuarto: ayudar a la pensión con planes privados. Para aquellos que puedan permitírselo. Lógicamente eso debe llevar aparejado un cambio en la mentalidad de las personas, porque implicaría eliminar el tope de la cotización para sueldos más elevados, sin que desaparezca el concepto de pensión máxima. Eso es un problema de concepto importante, pero es imprescindible que la solidaridad se imponga. Para rentas elevadas (fijemos el límite donde cada uno lo quiera poner) habrá que pagar más y tendrá una pensión máxima. Habrá que incentivar la realización de los planes de pensiones privados de alguna manera.
Quinto: atrasar la edad de jubilación hasta los  70 años. Es evidente que si tenemos más esperanza de vida, pues habrá que trabajar más. No en todos los sectores, evidentemente, pero hay trabajos que pueden realizarse hasta edades más avanzadas.
Sexto: imponer cotizaciones a las máquinas. Lógicamente habría que ver en qué cuantía y cómo se hace. Yo propongo que el IVA de determinada maquinaria suba un 5% que sirva para financiar las pensiones.
Bueno, podría seguir. Pero nadie me paga para ello y yo sigo siendo un simple economista. Perplejo, eso sí, pero nada más. Como nadie me va a hacer caso, pues eso. Yo lo digo y ya está.


@juanignaciodeju