martes, 21 de abril de 2015

GREXIT

Cuando Argetina se dio cuenta que debía una cantidad de dinero inasumible y no podía pagar, decretó la inmovilización de las cuentas corrientes, la imposibilidad de sacar una cantidad de dinero de los bancos y la obligatoriedad de realizar todos los movimientos económicos por banco. Amén de la ilegalidad de sacar dinero del país por cualquier medio. A eso es a lo que le hemos llamado toda la vida ‘corralito financiero’.
El resultado ya lo conocemos todos y ha sido ampliamente estudiado por los economistas. Para la población fue un grave perjuicio del que tardaron en recuperarse varios años.
Ahora va Grecia y ha hecho lo mismo, más o menos. El Gobierno central ha decretado que todos los fondos de los entes públicos municipales sean transferidos al estado para afrontar los pagos que tiene pendientes y que ascienden a 3.100 millones de euros en un mes.
En el caso argentino, la propia población asumió su condición de ciudadanía madura y económicamente responsable y sustituyó el peso por los pagarés de las provincias como moneda en circulación, de forma que el sistema económico continuó funcionando, más o menos, y el país terminó por recuperarse, aunque tardó varios años. Eso sí, mediante una devaluación del Peso que tenía una artificial paridad con el dólar, fruto de la política antiinflacionista que se había desarrollado. Y, como uno cada vez va teniendo más años, recuerdo como los ministros de economía argentinos nos daban lecciones a los españoles cuando más dura estaba siendo para nosotros la crisis de los años 80.Luego ya no dijeron nada más.
En Grecia es el propio BCE el que se plantea que el gobierno utilice una especie de pagaré para satisfacer los salarios y las pensiones, de forma que se evite el default clásico por impago al exterior. Pero eso no es más que generar una moneda nueva que fluctuará como otra cualquiera y tendrá su paridad con el euro. Parece que se producirá una fuerte depreciación de ese pagaré. Y entonces estaríamos ante un claro corralito y, en consecuencia, en una situación similar a la Argentina del año 2001.
Pero las consecuencias adicionales serían que ese pagaré generaría una fuerte inflación, dado que estaría fuertemente depreciado con respecto al euro, y los precios se dispararían. Esa fuerte inflación llevaría aparejada el hundimiento de una de sus principales industrias, el turismo, que huiría de Grecia hasta que la situación se estabilizase; un empobrecimiento rápido de la población y un incremento sustancial (aun más si cabe) del desempleo.  Baste decir que en Argentina, con el corralito, la convertibilidad fijada por el gobierno del tipo de cambio del peso al dólar fue, en el año 2002, de 1,4, es decir, que la moneda se depreció en un solo año un 40%.
Supongamos que todo esto sucede: que se crea una nueva ‘moneda’ que ésta se deprecia un 40% en un año, que hay inflación alta (baste decir que las sentencias judiciales en Argentina avalaron las medidas adoptadas por el gobierno pero establecieron, en el año 2006, la revalorización por depreciación, inflación más intereses de los ahorros todavía inmovilizados debía ser de 3.08 dólares por peso, es decir, de un 208%) y todas esas calamidades que los economistas decimos. Entonces, o se produce una ruptura del euro, con la salida de Grecia de forma inmediata, o se produce una descomposición de la moneda, dado que la nueva moneda griega debería ser incluida en la valoración del euro. Como Alemania no estará muy dispuesta a modificar su estatus, la solución única es la salida de Grecia del euro. Y entonces, adiós al proyecto global, todas los demás países buscarán su salida o recolocación y el euro se habrá acabado.
Vayamos preparando un escenario catastrófico con respecto a Grecia en nuestros pensamientos y posicionando nuestras economías para el desenlace de este culebrón que se avecina, aunque espero profundamente confundirme en mis previsiones y que no ocurra nada de lo que acabo de escribir. Sólo son las elucubraciones del un economista perplejo. Espero.



@juanignaciodeju

miércoles, 8 de abril de 2015

LAS PROPUESTAS ECONOMICAS DE CIUDADANOS: VIVIR EN EL PAIS DE LAS MARAVILLAS

Ya tenemos aquí las propuestas económicas de Ciudadanos elaboradas por Luis Garicano, Catedrático de la London School of Economics. Y, fiel al compromiso que me marqué, las voy a pasar a analizar tal y como hice con las de Podemos. En este caso, no hay carta a los Reyes Magos, aunque podría. Pero es que estamos en el mes de Abril y para cuando sea 6 de enero ya no lo van a tener en cuenta.
Vuelvo a decir lo mismo que el post de Podemos: someter todo programa electoral a un escrutinio tiene el inconveniente de que es siempre parcial y sesgado. Pero bueno.
Podemos resumir las propuestas, al menos la publicadas por distintos medios de comunicación, en dos grandes bloques que he llamado Mercado Laboral y Estructura. Las propuestas presentadas ayer se centran casi exclusivamente en las empresas, por lo que o faltan todo lo relativo a la demanda, o los periódicos que he leído no entran en ello. Reconozco que debería acudir directamente a las fuentes y que ellos me dieran los documentos concretos. Pero no me veo en ello.
Antes de entrar en detalle, como economista que soy, empiezo a estar preocupado por la aparición de tanto colega en la elaboración de programas electorales y atrayendo votos. A partir de ahora para ganar las elecciones todos los partidos deberán poner un economista independiente en sus filas. Garicano, Navarro, Lacalle, Díaz, … Creo que la economía es muy importante en nuestras vidas, creo que esta crisis nos ha hecho verlo claramente, pero también pienso que hay que hablar de otras muchas cosas que no son economía y que, por lo tanto, no sólo hay que contactar con economistas. Además, los economistas somos gente rara que normalmente no nos pondremos de acuerdo en las propuestas. Ya sabéis, ante un problema, dos economistas tendrán visiones diferentes y darán al menos tres propuestas de solución.
Venga, vayamos al país de las maravillas que nos planeta Ciudadanos:

1.- Mercado Laboral

Lo primero que llama la atención es que se apuesta por el contrato único. Es una vieja aspiración que se ha mantenido desde que se empezó a hablar de las posibles reformas del mercado de trabajo.
El contrato único presenta múltiples ventajas, como que simplifica la maraña de contratos que tenemos y se presenta como garante de que todos nos enfrentaremos a las mismas condiciones independientemente de nuestra capacidad de negociación. Pero presenta también muchas ineficiencias que habría que solucionar. Por ejemplo, la existencia de los trabajadores fijos discontinuos, es decir, trabajos que se producen con estabilidad pero con discontinuidad en el tiempo, de forma que se trabaja nueve meses y se descansa tres, por mor del carácter cíclico de la actividad. No le veo encaje en el contrato único, al menos con unos costes razonables.
Además, el contrato único tal y como se plantea no elimina el riesgo de los contratos indefinidos sin tiempo de realización que se están firmando en otros países: un contrato indefinido pero donde el horario es tan flexible que no se concreta de tal modo que hoy puedo trabajar de seis a siete de la mañana; al día siguiente, de ocho a doce de la noche y al tercer día no trabajar ni una hora. Con una normativa laboral más rígida como la española, ese tipo de contratos no está contemplado o tiene que hacerse fraude de ley para incluirlos.
Pero básicamente se centra en la formación como eje de todo lo relacionado con el mercado laboral. Y maneja dos propuestas básicas en este tema, supongo que al hilo de los problemas de los cursos de formación que han aparecido en los últimos tiempos.
La primera es considerar que los fondos de formación de los trabajadores les pertenecen a ellos. Siempre lo he defendido. Otra cosa es cómo lo implementamos. La propuesta que se intuye es la vieja idea de los cheques de formación. Es decir, que a los trabajadores se nos asigne el importe en un talón que nosotros gastemos en lo que nos parezca oportuno, siempre desde el punto de vista de la formación. Y aquí podemos estar en desacuerdo.
Lo primero es que con las cantidades que se aportan para formación por cada trabajador es poco en su salario, con lo que ese importe sería insuficiente como para acceder a un determinado curso. En segundo lugar, para cuando tuviésemos una cantidad suficiente estaríamos ya formados en lo que sería razonable en nuestro puesto de trabajo, por lo que sería de todo punto ineficaz. Y en tercer lugar, porque las necesidades de formación pueden ser muy diferentes entre sectores, categorías y empresas. Por lo tanto, no es tan lineal plantear eso como una posible solución a nuestros problemas de formación.
Para poner un poco de luz a todo esto, si consideramos una aportación del estado a la formación de 3.000 millones de euros considerando una población activa de 20 millones de trabajadores apenas tocaríamos a un cheque individual de 150 euros por trabajador. Y con ese dinero, la capacidad de formación queda muy limitada.
Además, si eso se implantara, deberíamos regular muy bien qué se puede hacer y quién lo puede hacer. Es decir, hasta qué punto se dispone libremente de ese dinero y hasta qué punto se debe condicionar a los deseos de los empresarios. Reconozcamos que el sistema actual de los cursos de formación es erróneo pero hay que pensar más en cómo reformarlo de forma adecuada.
La segunda propuesta tiene que ver con los parados, de forma que le posibilita un sistema parecido con la formación y la prestación por desempleo, que convierte en decreciente.
Aquí aparece un poco la figura de lo que en su momento se llamaron los ‘reaganomics’, las propuestas económicas de Ronald Reagan en EE.UU. a principios de los años 80 del siglo pasado. Porque hay que ser claros: el 99% de los parados que están cobrando el subsidio no lo hacen voluntariamente, por lo que establecer mecanismos desincentivadores del cobro del subsidio, por mucho que quede muy bien, parece del todo ineficaz para gestionar la búsqueda de empleo.

2.- Estructura

Con respecto a este segundo nivel, el programa es mucho más extenso, por lo menos en lo que yo he clasificado las propuestas.
Se intenta que se creen empresas. Da igual el motivo o la realidad: hay que crear empresas a cualquier precio. Para ello, se establecen dos medidas que en algún medio de comunicación aparecían con grandes titulares: los visados express para atraer el talento extranjero y la nueva regulación de los autónomos. Con respecto al primero, habrá que hacerle ver al señor Garicano que necesitamos que vuelvan los nacionales que se han ido al extranjero, que bastante talento hemos perdido por ahí (vía la ‘movilidad exterior’ de nuestra entrañable ¿ministra? Báñez). Recuperando ese talento, ya estaríamos mucho mejor.
Con respecto a la nueva regulación de los autónomos, simplemente me parece un canto al sol. Porque establecer como límite para realizar cotizaciones a la Seguridad Social de los autónomos el SMI implicaría que casi ningún autónomo pagaría por ello. Pero es que, establecer lo mismo en las empresas implicaría un descenso en picado de los salarios de los trabajadores y, consecuentemente, un incremento de la economía sumergida, que no afloraría con la otra medida estrella de este apartado, la desgravación de hasta 300 euros de servicios que un particular podría hacer en el IRPF. O ¿es que el señor Garitano se ha olvidado del país donde está haciendo las propuestas? La cultura europea y la española en este sentido es muy diferente: a los protestantes les resulta inaudito que exista el fraude fiscal, pero a los mediterráneos no.
Lo que si me parece muy acertado es su apuesta por el I+D+i, aunque discrepo en el camino. No se puede criminalizar al AVE de todos nuestros problemas. La vertebración de un país se realiza por sus infraestructuras de transporte que hacen impensable la segregación porque juntan y unen las diferentes culturas. Es verdad que el AVE está resultado  ruinoso en la explotación, pero también es verdad que eso puede adolecer de otros defectos diferentes. ¿Alguien ha planteado que el problema está en el coste de operación y, en consecuencia, del coste unitario del billete? Creo que un país como España necesita estar conectado por tren a un tiempo mínimo,  y menos conectado por avión en distancias poco rentables.
Criminalizando el AVE al final propone incrementar los fondos de investigación con varias medidas, tales como la creación de fondos con la participación (minoritaria) del estado en la financiación de empresas, la creación de una red de institutos de investigación pegada a las empresas y la financiación de esa red en función de parámetros poco realistas. Porque, ¿cómo se llega a tener acuerdos con las empresas para la explotación de los resultados de la investigación? Simplemente porque alguien hizo un estudio diferente en su momento y obtuvo resultados en la escala básica. Por lo tanto, condicionar la financiación de la investigación a los acuerdos con las empresas es condenar a la investigación básica al ostracismo. Y necesitamos esa investigación básica.
El problema de la I+D+i española es que no se ha fomentada la ‘D’ ni la ‘i’. Pero eso no puede hacerse desatendiendo la ‘I’.
En definitiva, un programa económico muy voluntarista que parece que va a provocar que las empresas de este país inviertan en I+D+i, que el estado se ahorre miles de millones al año en la gestión del AVE, que los parados se van a formar para encontrar un empleo con 150 euros y que los trabajadores van a ser más productivos por el mero hecho de tener un cheque de formación. Vamos, que es mejor celebrar todos los días el día de no cumpleaños. Al menos para este humilde economista perplejo.


@juaniganciodeju


PD: ¿Pero es que nadie va a ser capaz de sacarme de mi estado?