miércoles, 30 de diciembre de 2015

A MODO DE RESUMEN DEL AÑO

Acabamos un año muy convulso y político que nos ha deparado la existencia de múltiples convocatorias electorales que, por lo menos, nos han dejado un entretenido panorama. Gobernar va a ser complicado, pero nos lo vamos a pasar muy bien. 
Empezamos el año con unas buenas perspectivas económicas que se han ido cumpliendo, gracias a la intervención decidida del BCE, la política energética del cártel de la OPEP, la depreciación del euro. También a la mejora de algunos parámetros de la economía española, aunque eso tiene más matices.
Básicamente, en España ha mejorado el consumo interno, lo que viene alentado por las bajadas de impuestos y la devolución de rentas a los funcionarios y trabajadores públicos, pero tiene como contrapartida que el déficit público se ha separado de su senda de cumplimiento y va a terminar el año alejado del 4,2%. Es una prueba más de que Laffer no tenía razón en sus planteamientos, aunque seguro que algunos de mis colegas son capaces de encontrar alguna excusa para mantener esa teoría.
Aunque el empleo ha crecido sustancialmente, y eso está siendo objeto de loas por parte de los convencidos de la política económica puesta en marcha, las sombras sobre el mercado de trabajo siguen siendo muy elevadas. Lejos de poder estar esperanzados debemos mostrarnos cautos con la evolución y centrar nuestro análisis en las consecuencias de tener un mercado de trabajo con unos salarios tan reducidos y con unas volatilidades tan grandes que no es posible hacer una planificación medianamente acertada del futuro. Tenemos que plantearnos cómo acabar con la precariedad, cómo hacer las empresas más eficientes y a los trabajadores más productivos. Y todo eso para mantener mínimamente nuestro sistema de pensiones. Y todo ello tiene que ver con la formación, tanto reglada como dentro de la empresa, y cambiar el concepto de gasto en educación por el de inversión en educación. Y de eso en la reciente campaña electoral no hemos escuchado nada. Hay que invertir en educación. Y eso cuesta dinero.
Otro punto con un problema grave para el futuro de nuestra economía es al falta absoluta de inversión en I+D+i. Estamos en niveles históricamente bajos de inversión en investigación, lo que aboga a nuestra economía a la mediocridad a medio y largo plazo. Lo cual es, además, una contradicción en si misma: la generación más formada de la historia no puede desarrollar sus capacidades en este país donde nos hemos gastado un pastón tremendo en formarles. Y, eso sí, les proporcionamos 'movilidad exterior' para que desarrollen sus capacidades en otros países, normalmente competidores nuestros. Genial!
Y todo ello desemboca, inevitablemente, en unos salario muy bajos que, encima, según se publicó ayer en la prensa, no han proporcionado una ventaja competitiva en España. Siempre he mantenido, irónicamente, que había que dar un par de clases de economía a nuestros dirigentes. Ahora creo que es imprescindible. Y no dos, si no probablemente una grado entero para ellos. Mientras en este país no tomemos decisiones basadas en la realidad, no vamos por el buen camino.
Hay que empezar a discutir con argumentos sólidos las 'ocurrencias' de nuestros políticos. Por ejemplo, habrá que decir a nuestro presidente en funciones que no es suficiente con alcanzar la bonita y mágica cifra de 20 millones de ocupados para solventar nuestro problema de pensiones; con salarios tan bajos eso equivale a tener un agujero considerable en el sistema ¿o es que está apuntando a una rebaja significativa de las pensiones?. Veremos.
Igualmente hay que decir que no sirve cualquier medida que se nos pase por la cabeza para mejorar la situación. Por ejemplo, dudo mucho que con un incremento del salario mínimo hasta los 1.100 euros mensuales de golpe consigamos, en primer lugar, crear empleo; y en segundo lugar, mejorar el resto de salarios. Seamos serios en nuestros planteamiento. Hay que mejorar los salarios, si, pero con cabeza, por favor.
Igualmente, seamos conscientes que hay que hacer asequible la energía para los ciudadanos, pero eso está vinculado a la evolución de los mercados. No lo conseguiremos por decreto ley, eso seguro. Y cualquier otro camino no es factible, sobre todo porque estamos en una estructura supranacional llamada Europa y pertenecemos a una unidad monetaria que es el euro. 
En fin, que aprovechando el estreno del episodio VII de la Guerra de las Galaxias, ahora llamada Star Wars por obra y gracia del registro, y ante la necesidad de entendimiento que las urnas han puesto sobre la mesa, sólo podemos decir ¡Qué la Fuerza les acompañe! Aunque mira que lo dudo. ¿Me estaré pasando al lado oscuro?. En fin, que 'Feliz y Perplejo Año Nuevo!


@juanignaciodeju

viernes, 11 de diciembre de 2015

Y AHORA NOS QUIEREN HACER CARGAR CON UNA MOCHILA

Alguien se ha puesto a pensar en volver a reformar el mercado de trabajo, según nos pide la Comisión Europea, y han pensado que el modelo llamado Mochila Austriaca es una opción para esa reforma. Pero, ¿en qué consiste ese modelo?. Voy a intentar simplificar su funcionamiento al máximo para que sea perfectamente comprensible.
Básicamente, consiste en que los empresarios y trabajadores aportan una serie de cantidades de forma obligada a un fondo que gestiona el estado y que se va cargando cada mes. En dicho fondo se incluyen la indemnización por despido, los gastos de formación, los gastos por desempleo, y cualquier cosa que el legislador contemple. Así, si un trabajador es despedido, no necesita solicitar una prestación por desempleo, puede directamente disponer del dinero que tiene almacenado en su mochila; no debe esperar una indemnización por ser despedido, la tiene almacenada en su mochila; no tiene que solicitar los gastos de formación, están disponibles en su mochila. Y si un trabajador no es despedido nunca, nunca hace uso de la prestación por desempleo ni necesita formarse con cargo a los fondos del estado, el importe se va capitalizando de forma que cuando se jubile se encuentra con un fondo de pensiones.
En principio, así planteada, la 'mochila austriaca' cumple con una serie de características que la hacen muy atractiva para los legisladores. La primera es que permitiría que se fuese transformando el sistema de pensiones del país desde uno de reparto hacia uno de capitalización de forma natural y sin resultar muy perjudicial para el trabajador. No habría que disponer de unos fondos para pagar prestaciones por desempleo, ya que estarían recogidas en la mochila y el estado no tendría más problema que los gastos de gestión. De la misma manera, acabaríamos con los problemas de los programas de formación continua y sus posibles corruptelas, dado que sería el propio trabajador el que dispusiera de sus fondos para la formación. Es decir, al final desaparecerían unas cuantas líneas presupuestarias que eliminarían parte del gasto y, en consecuencia, de los problemas. Además, este modelo permitiría un ahorro privado más responsable y una mejor distribución de la renta entre el presente y el futuro, por cuanto existiría una correlación entre lo ganado en el presente y lo que percibiremos en el futuro.
Con respecto al desempleo, evita las posibles corruptelas en el cobro de la prestación, por cuanto al final uno cobra lo que ha aportado, ni más ni menos. Y si está trabajando, le interesará no vaciar su mochila pues en el futuro eso serán pensiones y rentas.
Además puede terminar fomentando la movilidad de los trabajadores en búsqueda de nuevos y mejores empleos, ya que al ser la mochila de nuestra entera propiedad, la traspasaremos de una empresa a otra, lo que provoca que aquellos que acumulen un determinado número de años en una empresa no se perpetúen en ella por miedo a perder ese derecho a una indemnización suculenta que le permita acceder al pisito en la playa. En fin, todo ventajas, ya  que mejorará la productividad, fomentara la movilidad profesional y la mejora de las rentas.
Y para las empresas, los procesos de ajuste de plantillas son automáticos, no necesita una legislación especial que le permita reducir el coste de las indemnizaciones, no debería existir el FOGASA, puesto que ya lo tendríamos incluido en la mochila. Y dejaríamos de discutir por la indemnización por despido, ni si es procedente, improcedente o nulo el despido. Acabaríamos, además, con el problema de los juzgados de lo social.
Ya digo: un chollo!
Pero no es oro todo lo que reluce. Hay varios puntos negros en ese modelo que deberíamos considerar y, sobre todo, deberíamos evitar. Ya que al final, cualquier modelo es bueno sobre el papel, lo que pasa es que los detalles son el problema.
Por ejemplo, con la mochila austriaca convertiremos el mercado laboral en todos los puestos precarios. No es necesario cambiar los contratos, ni hacer modificaciones en la legislación sobre la indemnización por despido. Eso ya está incluido en el modelo. Eso tiene, fundamentalmente, un efecto desincentivador muy importante, dado que será más o menos indiferente el desempeño. Sólo tendremos una ligera ventaja en el corto plazo, pero ninguna en el largo plazo.
Por otro lado, significará una bajada evidente y de considerable cuantía de los salarios, dado que los empresarios se encontrarán con un nuevo coste: el del despido, que, lógicamente, descontarán del salario para evitar que sus beneficios disminuyan. Y, aunque se establezca una indemnización creciente y cualquier otra eventualidad, el descuento lo harán sobre la máxima posible. Así, el salario del trabajador se verá reducido en ese importe.
Además, desaparecería la formación empresarial tan necesaria en la gestión de las empresas. Y eso es así porque al disponer de una especie de cheque de formación, los trabajadores emplearían ese importe en lo que más desearan, que no tiene porque coincidir necesariamente con las necesidades de la empresa. Además, dado que la movilidad pasaría a ser mayor, a las empresas no les compensaría fomentar la formación de sus trabajadores, dado que pueden irse a otra empresa con todo el know-how.
Con respecto a la supuesta garantía de las percepciones por desempleo, una de las razones para implementar este modelo, carece de toda lógica pensar que será así. Entre otras razones porque, por ejemplo, supongamos una persona con un salario de 20.000 euros brutos anuales; aportando la empresa y el trabajador las cantidades expuestas aquí, acumularía en su mochila una cantidad de 17.000 euros en 6 años. Eso implica que, si plateásemos un periodo de dos años en el paro, la cantidad que podría 'usar' cada mes de su mochila, hasta agotarla, seria de 354,17 euros. Del todo insuficiente para vivir. Para poder mantener un nivel de vida más o menos aceptable debería aportar a la mochila, entre la empresa y el trabajador, un 40% de su salario. No parece viable.
Al final el problema mayor es que provoca que lo que antes era un ejercicio de solidaridad ahora lo convertimos en un elemento de individualismo, con todas las ventajas que eso implica para el individuo pero con todos los inconvenientes que provoca en la sociedad. Abandonamos el reparto y, por consiguiente, la solidaridad por la capitalización y, por lo tanto, el individualismo.
Dicen los expertos que algo hay que hacer con el mercado de trabajo para que funcione mejor y la gente pueda vivir. Y estoy de acuerdo con ellos, aunque creo que es necesario reflexionar sobre el qué. Y ahora estamos en un momento ideal para ello: hay elecciones. Al menos eso opina este economista perplejo.


@juanignaciodeju

miércoles, 9 de diciembre de 2015

¿Y AHORA QUÉ HACEMOS CON LAS PENSIONES?

Si fuésemos muy peliculeros podríamos poner aquí la famosa frase que dijo el comandante del Apolo a Houston: 'Tenemos un problema' Porque se empieza a vislumbrar una difícil situación para nuestro sistema de pensiones que no podemos solventar poniendo parches.
Sencillamente, tenemos un problema de muy baja natalidad que hace que la evolución demográfica lleve inexorablemente a un colapso en el sistema  de pensiones de aquí a medio plazo. O no tan medio. Y hay que empezar a tomar medidas y ser conscientes del problema, única manera de solucionarlo, o, por lo menos, de intentarlo. Porque lo evidente es que, en las circunstancias actuales y sin cambios en las variables del sistema, los que ya tenemos unos añitos, pero nos consideramos jóvenes, no vamos a cobrar una pensión que nos permita vivir. 
Porque ni siquiera los 20 millones de cotizantes en el corto plazo evitarían esa quiebra. Bien es que los alcancemos, nos proporcionarán un alivio, pero no solucionarán el problema. La tendencia es a que la esperanza de vida se incremente, y que se iguale progresivamente la de hombres y mujeres. Y como la mujer tardó en incorporarse al mercado de trabajo, pero lo hizo con plenas garantías, conforme pasen los años se incrementará el número de las que acceden a pensiones y cada vez más altas. Y como tenderemos a vivir más, en media, pues el gasto será cada vez mayor.
Porque los recambios generacionales están incorporándose al mercado de trabajo con cada vez menores salarios, lo que provoca que donde antes un sólo trabajador cotizaba por 100 ahora existan dos que cotizan cada uno por 30, lo que implica que nos faltan 40 en el sistema. Y eso suponiendo que existan esos dos y que encima coticen. Lo cual es mucho suponer.
Porque en la actualidad no se tiene hijos y, lógicamente, necesitamos que haya un relevo generacional que mejore las perspectivas de la población. Pero también es cierto que el mantenimiento de un hijo se hace imposible con salarios normales, lo que significa que es materialmente una quimera con los salarios que se cobran en la actualidad, a no ser que pretendamos convertir a las familias en indigentes funcionales de por vida.
En consecuencia, con natalidad en retroceso y salarios menguantes, cuando a los talluditos nos toque acceder a la jubilación (a los 65, los 67 o los 70) nos va a resultar imposible cobrar una pensión digna. Y estamos mal posicionados para incrementarla con un plan de pensiones privado, dado que estamos dedicando nuestros ahorros a otros menesteres (hipotecas, deuda pública, estructura del estado, sanidad, educación, etc) 
Personalmente estoy orgulloso de proporcionar sanidad a nuestros padres y educación a nuestros hijos. Creo que es el camino. Pero la precariedad actual y los salarios que se están cobrando hacen cada vez más inverosímil que se pueda mantener el sistema. 
Por lo tanto, necesitamos un cambio en el sistema de pensiones que pase por tres parámetros fundamentales:
1.- Incremento de la natalidad. Tenemos que mantener un ratio mínimo de cotizantes / pensionistas.
2.- Incremento de los salarios. Es imprescindible que los salarios crezcan para que los que mantienen el sistema proporcionen ingresos  suficientes para el gasto.
3.- Generar nuevos ingresos en el sistema que permitan mantenerlo. 
Con respecto al primer punto, personalmente vincularía la cuantía de la pensión con el número de hijos, de forma que se cobrase, por ejemplo, un 100% con dos, pero un 110% con tres hijos, un 125% con cuatro, etc. No se penalizaría la no paternidad, se premiaría la contribución al sistema. No pretendo un nuevo baby boom, pero si que seamos conscientes que el sistema de protección social se basa en la suficiencia y que si no existe, desaparece el sistema. Además esa medida debería estar acompañada con un mejor trato a entorno familiar, independientemente de la forma jurídica que tenga.
Es imprescindible un incremento de los salarios. Las miserias que se están pagando están influyendo negativamente en todo el sistema económico, con emancipaciones tardías, maternidades tardías, falta de ingresos fiscales, falta de cotizaciones a la Seguridad Social, etc. Todo ello ahonda el problema de las pensiones y del Estado de Bienestar.Y para ello, nada mejor que invertir en producir cosas de alto valor añadido y no intentar competir en precios con China. Eso es imposible.
Y finalmente, la separación de las fuentes de financiación fue un invento maravilloso que permitió cambiar el sistema de pensiones. En la actualidad hay que dar un paso más y pensar en mantener el sistema descolgando determinados derechos del sistema general y financiarlos vía impuestos. O determinadas partidas dedicarlas a el pago de pensiones y no a otros apartados.
En fin, que espero poder llegar a tener un derecho objetivo al cobro de una pensión que me permita vivir el resto de mi vida de forma digna. Aunque con la situación actual me temo que estaré perplejo y con el ceño fruncido hasta que deje de cobrar la pensión. Aunque todavía estamos a tiempo. Así que ...

@juanignaciodeju