sábado, 28 de abril de 2012

¡VIVA EL VINO¡

En el pasado, con motivo de algún acto en apoyo de los viticultores, nuestro presidente electo con mayoría absoluta gritó a modo de brindis: ¡Viva el vino! A mí me gusta el vino, especialmente el tinto de la Rioja y el blanco de Rosal. Comparto esa afición con un gran amigo mío que, por fortuna, veranea en Galicia y, por ello, obtengo todos los años buenos caldos de la tierra que se dedica a investigar en los meses de verano. Una delicia que, cuando me sienta con fuerzas, procuraré aglutinar en un papel con mis experiencias. También me gustan otros licores, en especial la cerveza, lo que me confiere una barriga propia de ese placer.

Desgraciadamente no me he puesto a escribir para ensalzar las bondades de los licores. El motivo no es otro que la política económica puesta en marcha por el gobierno. Sin ánimo de ser exhaustivo, voy a hacer un breve recorrido por estos cuatro meses, lo cual es bastante ilustrativo de lo que nos espera.

Lo primero que dijo en varias entrevistas que le escuché fue que la herencia se aceptaba y se gestionaba y que, por lo tanto, no haría referencia a ella para justificar sus decisiones. No ha necesitado ni medio año para empezar a justificar sus medidas con la ‘herencia recibida’. Incluso atemorizan a los mercados con una típica frase de partido que, desde mi punto de vista, es una invitación a la especulación contra nuestra economía: “la situación es crítica” no paran de decir para justificar los presupuestos y las medidas. Una buena carta de presentación para los mercados: la situación es crítica y les pido a ustedes dinero. ¡VIVA EL VINO!.

Las primeras medidas tomadas, con nocturnidad y alevosía propias del 30 de diciembre, fueron un compendio de decisiones arbitrarias que me dejaron perplejo: subida del IRPF para todos y aplicación de medidas tales como la recuperación de la deducción por adquisición de vivienda con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2011. Es preocupante que un gobernante con dos dedos de frente cambie las reglas de juego fiscales a final del partido como diciendo “miren ustedes que bueno soy que aplico medidas de incentivo de la economía”. Parece contradictorio que uno suba un impuesto y lo baje después. Evidentemente, alguien debe estar muy agradecido por la medida. Aparentemente, según sus análisis, esa medida debería incentivar la compra de viviendas, y los resultados son los que son, caída libre en la venta de viviendas. ¡VIVA EL VINO!

Aprobaron una reforma financiera que iba a facilitar el crédito porque era muy ambiciosa. Ya advertí que no serviría, que era un salto al vacío sin aportar soluciones coherentes con la situación. Como coincidió con la mega inyección de liquidez del BCE el mercado permaneció estable en niveles altos, pero los “incompetentes” del gobierno (léase ministros) decían que ya se notaba la mano del gobierno para calmar los mercados. Yo decía que no, que era el BCE. Y no era el único. Cuando se terminó el efecto placebo, los mercados volvieron por sus fueros. Y los “incompetentes” se empezaron a poner nerviosos. ¡VIVA EL VINO¡

Aprobaron una reforma laboral con luces y sombras que me pareció bien en algunas cosas y mal en otras. Había medidas correctas y otras contraproducentes. El caso es que cuando antes decían que con la reforma se crearía empleo, este economista perplejo decía que no, que para eso era necesario que se incrementara la demanda de trabajo (algunos dirán que soy muy keynesiano); con los datos encima de la mesa, dijeron que se “pondrían las bases para la creación de empleo”. Casualmente lo mismo que decía Yo, pero muchos meses después. ¡VIVA EL VINO¡

Pararon los presupuestos para asegurarse el gobierno de la comunidad de Andalucía. Los aprobaron después de celebrarse las elecciones. Y eso que no hacían nada más que decir que era necesario tomar medidas decisivas para relanzar la confianza. El resultado fue que los mercados, Europa y los todos los actores económicos ya estaban nerviosos. ¡VIVA ELVINO¡

En medio, un episodio preocupante. Nuestro presidente, solemnemente, dijo en Bruselas que la decisión soberana de España sería un déficit público del 5,8% y todos le creímos, fundamentalmente porque nos vendieron la idea que había sido pactada con la jefa en la reunión que tuvieron antes de esa declaración. Parecía un acto razonable, incluso ambicioso partiendo de donde se partía. Pero no, cogieron al ministro de Guindos, le encerraron en una reunión con los ministros de economía europeos, le zumbaron la badana hasta que cantó el catecismo, y la soberanía nacional quedó en nada para anunciar que el déficit sería del 5,3% ¡VIVA EL VINO¡

Los presupuestos de los ajustes me dejaron en estado de perplejidad tendente a la indignación. Con motivo de los recortes necesarios para alcanzar el déficit soberano alemán rebajaron todas las partidas con la habilidad de Eduardo Manostijeras para podar los setos dándoles formas sorprendentes. Pero se pasaron. Aplicaron la medicina a todo lo que se movía, con tres errores fundamentales para nuestro futuro como país: la educación, la formación de los parados y la inversión en I+D+i. Sin educación, sin inversión en capital humano, perderemos oportunidades en el futuro y, desde luego, condicionaremos nuestro crecimiento a actividades de muy bajo valor añadido, con lo que tendremos que competir con países como China, que cuenta con una ventaja comparativa enorme en términos de costes. Abandonando la formación de los parados, si no les reciclamos, tendremos un gran número de personas sin posibilidades de reincorporación al mercado y, por consiguiente, abandonados a su suerte. ¿Les subvencionamos permanentemente o les dejamos a su suerte? Cualquiera de las dos alternativas es perniciosa. Sin inversión (que no gasto, por favor, que es una inversión) en I+D+i abandonamos un modelo de desarrollo con futuro para volver a la tradición de ladrillo y sol. Otro gran problema para el futuro. ¡VIVA EL VINO¡

Como los mercados no se calmaron, en una reunión prevista pero sin contenido concreto, nos anuncian vía un comunicado de prensa, en las líneas finales, que se producirá un recorte de 10.000 millones de euros en educación y sanidad. No creo que merezca la pena insistir con lo de la educación, la tragedia en la que nos encontraremos dentro de unos pocos años. Con la sanidad podemos decir algo parecido: los copagos, o repagos, acabarán por determinar ciudadanos de primera y de segunda, en función de la capacidad de compra que tengan; y tendremos, si no me confundo (y ojalá lo haga) una disminución de la esperanza de vida, haciendo caso a los insignes economistas del FMI que dicen que vivimos mucho después de jubilarnos. ¡VIVA EL VINO¡

La primera oleada de la EPA arroja datos escalofriantes. Llega un momento en que, como economista, pienso que las cosas no pueden empeorar mucho más. Ya no deben existir empresas con exceso de trabajadores después de 4 años de ajuste, por mucho que la economía siga deteriorándose. Pero aparentemente es así. Y, aunque lo tenían previsto, la ministra de empleo se pone nerviosa y el elabora un plan de lucha contra el fraude. Me parece bien que luchemos contra el fraude con toda la dureza que podamos, pero no fiemos la solución al desempleo a las regularizaciones. Ya lo hizo el gobierno anterior, con incentivos a la regularización, y resultó un fracaso mayúsculo. Porque el problema del desempleo no es el fraude, es la falta de crecimiento y la parálisis de la actividad que los ajustes económicos están produciendo. Cuando vuelva el crecimiento y vuelvan la confianza y el crédito las cifras podrán mejorar, pero en la actualidad estamos más cerca de alcanzar los 6 millones de parados. Cuando comprendan eso, se tomarán las medidas adecuadas, aunque el ministro de economía se empeñe en decir que crearemos un poco de empleo con un crecimiento de 0,2% para el año 2013 (no sé si él mismo se lo cree o es un brindis -con vino- al sol) ¡VIVA EL VINO¡

Porque nuestro presidente electo con mayoría absoluta firmó una carta de otros líderes europeos nada más jurar su cargo reclamando políticas de crecimiento a la UE. Es propio de gente con pocas luces pensar que las políticas económicas sólo pueden hacerse con incrementos de gasto o disminuciones de impuestos. La actividad económica puede incentivarse sin necesidad de eso, aunque es más fácil aplicar esas mediadas que ponerse a pensar en otras soluciones. Se me ocurren varias formas, como por ejemplo cambiar de prioridades, lo que provocaría reducciones de gastos en algunas partidas e incrementos en otras, o medidas imaginativas que primen determinados sectores donde se encuentren los yacimientos de empleo. Pero no, para eso no les hemos elegido. Ellos piensan que sólo están ahí para aplicar las órdenes de Merkel, lo que hace que, apenas cuatro meses después de la firma del documento, diga en una rueda de prensa con un mandatario extranjero que él es firme defensor de las políticas de austeridad. Después del vapuleo a de Guindos han aprendido la lección y no se moverán ni un milímetro de lo que dice la jefa. ¡VIVA EL VINO¡

Y para terminar, por no ser pesado, el anuncio del ministro de economía de la subida del IVA para el año 2013. Ya lo advertí una vez más: nos subirían el IVA y nos bajarían las cotizaciones de los empresarios para generar empleo. Pero nuestro presidente dijo que no subiría el IVA, es más, su compañera Esperanza Aguirre hizo una campaña de recogida de firmas para protestar por la que hizo ZP en 2010, montaron un circo espectacular con la campaña en cuestión, con actos por todo lo alto. Argumentaban que era perjudicial para el consumo. Y la gente se lo creyó. Vaya por delante que estoy de acuerdo con la medida, que me parece razonable, pero el problema es cuando estableces una opinión en la oposición no puedes tardar tan poco en cambiar de criterio por exactamente las mismas razones cuando ya estás en el gobierno (y viceversa, que el otro partido ahora es firme defensor de no subir el IVA). ¡VIVA EL VINO¡

En fin, que con tantas copas de vino no me extraña que no atinen en las medidas. El problema es que ellos se lo pasan bien mientras que los demás no tenemos ni para una mísera copa de agua del manantial. Les propongo que suban un poco la gradación de la bebida, así estarán más dormidos a la hora de tomar medidas y no serán capaces. Y a partir de ahora digan ¡VIVA EL RON¡

@juanignaciodeju

lunes, 23 de abril de 2012

BANCO MALO

Una vez más dedico una entrada al sector financiero de la economía, principal obstáculo a la recuperación por ser el oferente de liquidez del sistema y, por lo tanto, el actor principal en la inversión. Porque el sector financiero español sigue generando dudas, aun cuando se ha intentado todo para que se saneara. Las últimas, los 50.000 millones de ajuste en dos años, más la liquidez a tres años dada por el BCE, no van a servir para sanear un sector que muestra signos de parálisis total.


Y el principal problema del sector financiero de una economía moderna es que es el oferente único de liquidez para el sistema. Es quien presta el dinero que toma prestado de otros actores. Y eso, en Europa, es un gran problema ya que nuestro BCE no tiene atribuciones que si tienen otros bancos centrales, por ejemplo la FED: ser el prestamista de última instancia, es decir, poder prestar dinero directamente a los gobiernos. Cuando la economía entra en fase crítica, en septiembre de 2008, la FED implementa varias medidas que, desde mi punto de vista, han sido cruciales para mejorar la situación en EE.UU. aunque haya sido sólo levemente: en primer lugar, establece las famosas facilidades de crédito al gobierno, las famosas QE, prestando más de un billón de dólares; en segundo lugar, bajó los tipos de interés a una horquilla de entre 0 y 0,25%; y, en tercer lugar, estableció un sistema de compra de pagarés a las empresas. De esa forma puso en el mercado una gran cantidad de dinero que permitió financiar el sistema, con lo que la caída se amortiguó.

En Europa, mientras, el BCE subió tipos (hasta el 1,5%) y se dedicó a abrir ventanillas para que los banco fuesen a pedir dinero. Cada ventanilla que abría se mostraba más imperfecta y no provocaba un incremento del crédito. Como no puede prestar a los gobiernos, la deuda pública tenía que ser vendida a terceros con lo que los intereses crecieron de forma continua, especialmente en los países con problemas. Por lo tanto, no sólo no mejoró la liquidez del sistema sino que provocó indirectamente la crisis de deuda.

Por lo tanto, a diferencia de EE.UU., en Europa no hemos establecido un sistema alternativo, aunque fuese limitado, de financiación del sistema; siguen siendo los bancos quienes tienen que proveer de fondos a las empresas. Y como lo bancos están como están, sólo buscan dar crédito a las empresas que más solvencia presenten, de forma que aquellas que están en una buena situación, aunque no excelsa, no pueden acceder al crédito con lo que rápidamente se deteriora su activo y terminan cerrando despidiendo al personal e incrementando los problemas. Es decir, empresas con beneficios y una estructura de balance razonable no tiene acceso al crédito con lo que al final suspende pagos y paran la actividad.

Al principio de la crisis propuse que el ministerio de economía tutelase, mediante exenciones fiscales, un sistema alternativo de préstamos entre empresas de forma que aquellas que tuvieran exceso de liquidez lo prestasen mediante contratos privados a las que tuvieran necesidades. Se propuso otro sistema más ortodoxo: el ICO acudiría a prestar el dinero. Pero el ICO actúa con los bancos, por lo que al final son éstos quienes daban el visto bueno a las operaciones. Y, lógicamente, mantenían sus criterios. En fin, que no funcionó.

Entonces, ¿qué hacer? He pensado mucho en este problema, dado que es de vital importancia solucionarlo a corto plazo, y siempre llego a la misma conclusión: habría que nacionalizar la banca, limpiarla de problemas y volverla a vender. Pero eso, después de haber puesto encima de la mesa casi 300.000 millones para sanearla y de no haber obtenido ninguna solución, parece que no es lo más apropiado. Por lo tanto, paso al plan B: crear un banco malo.

Un Banco Malo puede ser hasta rentable si lo gestionamos bien. ¿En qué consistiría mi propuesta? La banca, como última acción posible para su saneamiento, vendería todos sus activos inmobiliarios deteriorados a una sociedad que los gestionaría a partir de ese momento. Se trataría de todos aquellos activos que la banca considerase y, necesariamente, todos aquellos que se encuentren provisionados en sus balances en cualquier nivel. Sería la última oportunidad para actuar de esta manera, ya que a partir de ese momento el gobierno no actuaría más que con la nacionalización a coste cero para los contribuyentes y la liquidación de los activos que adquiriese. Debe quedar claro que ya no se volvería a intentar salvar los muebles de ningún gestor y que los bancos, desde este preciso momento, asumen todas las deudas con sus propios activos.

La clave de este proceder sería el precio de los activos. Se puede optar por dos estrategias: una, comprarlos al precio que reflejan en el balance, es decir, descontando todas las provisiones que se han realizado, incluyendo la parte proporcional de las provisiones genéricas, o volver a valorar los bienes, a precio de mercado, con la consiguiente pérdida de valor que debería ser asumida completamente por el capital del banco que los venda. En cualquier caso, el valor de los activos no debería ser superior al 40%, es decir, reconoceríamos una pérdida media del 60% del valor de los activos.

Los bancos se quedarían exclusivamente con lo créditos hipotecarios más sanos, aquellos que no han incurrido en mora, con lo que a partir de ese momento podrían volver a actuar de forma normal en el mercado, dado que habrían desaparecido los problemas de insolvencia de sus créditos y se habrían cubierto las necesidades de capital. A cambio, por el incremento de beneficios que obtuviera se cargaría un 5% adicional en el impuesto de sociedades, sin posibilidad de compensación con ninguna partida.

El pago de las cantidades acordadas se podría hacer de dos maneras: una, emitiendo deuda pública con cargo al Fondo de Estabilidad Financiera de la UE con un vencimiento de 20 años y al precio de mercado, es decir, con tipos de interés del 6%. Esto implicaría una cierta intervención de la economía española, por lo que deberíamos pactar muy bien las condiciones de acceso y presentar las garantías necesarias para que no se produzca una tutoría mayor de nuestra economía. Otra opción es que la deuda sea comprada por los propios bancos a cambio de sus activos, por lo que, al tener el aval del estado, podrían transformarla en dinero al utilizarla como colateral en el BCE. En ambos casos, la UE debería ser consciente que la situación es difícil y que la solución de nuestros problemas, tanto de déficit, como de deuda, pasan por la activación del sistema económico.

Con el dinero que recibieran los bancos, la normativa exigiría que al menos un 80% se hubiese dedicado a préstamo nuevo en un plazo no superior a seis meses, de forma que, según todos los analistas, se habrían inyectado al menos 80.000 millones de euros en préstamos al sector productivo.

Con respecto a la gestión de la sociedad, en primer lugar tendríamos que definir su estatus. Algunos analistas están hablando de ‘sociedad de gestión’ con la ventaja que quedaría fuera de la órbita del Banco de España. Yo prefiero decirlo como tal: banco. Además de tener la supervisión del BdE, al ser un banco podría acceder al mercado interbancario con plenas garantías para la obtención de fondos si fuese necesario. Y, en el futuro, podría ser el embrión de un banco público que permitiese la gestión de las crisis financieras con mayor elasticidad que las instituciones actuales.

El Banco recibiría activos de cuatro clases: pisos hipotecados con clientes en mora; pisos terminados pero sin vender; pisos en construcción; y suelo urbanizable.

Con los pisos hipotecados con clientes en mora, inicialmente no haría nada, tan sólo cobrar las cantidades adeudadas en forma de cuotas. En el caso de imposibilidad del pago, renegociaríamos las condiciones para hacerlas más flexibles. En caso de, aun así, no ser suficiente, se aplicaría la dación en pago de forma que el contrato se convirtiese en uno de alquiler durante 5 años con pacto de recompra a un precio predeterminado, generando un 20% de beneficio mínimo para la entidad, es decir, se produciría una rebaja del precio de un 40% sobre el valor inicial.

Con los pisos terminados sin vender, se haría una gestión comercial de venta con un rebaja del 50% de su valor inicial en libros. Si no se consiguiesen vender, en el plazo de un año se pasarían a una bolsa de alquileres sociales, en aquellos casos en que fuese posible, o a su explotación como alquileres turísticos para las zonas donde sea necesario.

Con los pisos en construcción, se modificarían las condiciones de los planes urbanísticos que los generaron en caso de no existir ningún promotor que los quisiera terminar para su venta. En caso de existir un promotor que quisiera continuar con la inversión en sus términos actuales, necesitaría un aval por el 100% de los costes. La norma establecería los porcentajes máximos de crédito asumibles en cada zona y, en consecuencia, el riesgo máximo que se podría producir.

Finalmente, con el suelo urbanizable, cabrían dos opciones: la primera sería la subasta del mismo en el mercado, obviamente modificando el plan urbanístico que lo desarrollaba; la segunda, el retorno a los ayuntamiento para que lo utilizasen en dotaciones para la ciudadanía o en polígonos industriales que generasen ingresos para las arcas municipales. Las dotaciones para la ciudadanía podrían ser gestionadas por empresas privadas si así lo considera conveniente el ayuntamiento que las reciba. En todo caso, no se permitiría su vuelta al mercado como suelo urbanizable en un plazo de 10 años, de forma que los ayuntamientos no se quedasen con los terrenos para volver a inflar una burbuja de precios.

En un plazo de 20 años, el banco debería haber sido capaz de liquidar los activos que asumió, por lo que perdería su razón de ser a no ser que el gobierno de turno lo mantuviese como un banco público que actuara en el mercado como cualquier banco comercial, eso sí, con los máximos estándares de solvencia establecidos por las autoridades. Con lo beneficios que se generen, que los habrá, se podría reducir el déficit público vía la obtención de ingresos por el Estado.

Si esta operación se hiciese bien, podríamos terminar con el problema financiero en un plazo muy breve de tiempo, nuestras instituciones volvería a la rentabilidad y el crédito volvería a fluir por el sistema permitiendo la financiación de proyectos que en este momento están parados, con la consiguiente mejora económica y disminución del número de parados de la economía a medio plazo.

Y alguien se preguntará, ¿de dónde sale el personal para la gestión del banco malo? La respuesta es sencilla, de los trabajadores públicos que se quiere despedir o, en su defecto, de las listas del paro, que hay casi 6 millones de personas dispuestas a ello.

@juanignaciodeju

viernes, 13 de abril de 2012

¿Y SI SALIMOS DEL EURO?

En estos días estoy leyendo opiniones muy diversas sobre la solución a los problemas de la economía española y muchas de ellas se centran en la ‘solución milagrosa’ de la salida del euro. Como es una solución que se está poniendo de moda, podemos intentar hacer economía ficción con ella y aproximar un análisis de las consecuencias y las posibilidades.


Lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos por qué, es decir, cuales serían las ventajas de tamaña operación financiera para España y cuál sería la senda a seguir por nuestra riqueza. Tendríamos dos ventajas de la salida del euro:

1.-En primer lugar, al recuperar nuestra moneda, podríamos volver a las devaluaciones competitivas como medio para el crecimiento de la producción. Produciríamos con la misma tecnología que nuestros ex socios pero nuestro tipo de cambio nos haría mucho más competitivos, lo que podría significar un fuerte impulso económico. Lógicamente, sometidos a nuevas depreciaciones o apreciaciones de moneda que pudieran ocurrir.

2.- En segundo lugar, podríamos rediseñar el esquema de funcionamiento de nuestro Banco de España para que fuese más activo en la política monetaria y posibilitase la transición con dinero nuevo, introduciendo el elemento transcendental en la política monetaria que es el de ser el prestamista de última instancia.

Como ventajas, no se me ocurre ninguna adicional. Son potentes las dos reseñadas, pero ahora hay que analizar los inconvenientes y ponderar la solución. Hay que considerar que, a diferencia de un proceso de integración, las salidas no pueden planificarse con tiempo, deben hacerse por sorpresa y de forma enérgica.

1.- Redenominación monetaria. Hay que redenominar todas las anotaciones contables del país en la nueva moneda, que, para simplificar, llamaré peseta. Eso provocaría una parálisis de la producción de unos días mientras se aplican las soluciones informáticas que tuviéramos a mano o aquellas que deberíamos fabricar. Adicionalmente, se producirían unas vacaciones bancarias, es decir, los bancos tendrían que cerrar por unos días para aplicar el cambio de la denominación.

2.- Convivencia de las monedas. Dado que no habría tiempo para la emisión del nuevo papel moneda, durante un periodo tendríamos que hacer convivir dos monedas simultáneamente, de forma que volveríamos al doble etiquetado, al cálculo mental, etc. Aunque inicialmente ese cambio sería 1 euro = 1 peseta. El gobierno tendría que velar por no permitir una depreciación inicial de la moneda para evitar mantener durante un periodo muy largo de tiempo un corralito financiero. Se produciría una distorsión en el sistema de precios, con lo que una solución puede ser la vuelta a un sistema de precios regulados de forma que se limitaría la competencia y algunas empresas quebrarían.

3.- Aparición de un corralito financiero, entendido como la imposibilidad legal de movilidad del capital fuera de nuestras fronteras (incluso dentro, como ocurrió en Argentina), ni siquiera mediante transacciones electrónicas. Con esto evitaríamos la salida de capitales, pero paralizaríamos la actividad comercial internacional de España y, en consecuencia, tendríamos un periodo de autarquía no deseable por ningún medio, con incrementos de precios dada la desaparición de la competencia exterior que se produciría.

4.- Inflación. Una vez cambiadas todas las monedas y puesta en circulación la peseta, deberíamos volver a las cotizaciones en el mercado para procurar el comercio de nuestros bienes y la compra de productos extranjeros, lo que ocasionará una depreciación inmediata de nuestra moneda y, en consecuencia, una fuerte inflación que deberemos atajar. Por ejemplo, con la pérdida de competividad de la economía española en los últimos años, nuestra moneda debería depreciarse un 50% como mínimo, con lo que el euro valdría 1,5 y la mantequilla alemana, que ahora compramos en el supermercado por algo así como 2 euros pasaría a costar 3 pesetas, reflejando la subida del 50%. Además, dada la estructura productiva que tenemos y fuera del paraguas del euro, probablemente la moneda volvería a mostrar nuestra debilidad y el tipo de cambio alcanzaría en poco tiempo el nivel de introducción del euro, lo que ocasionaría un fortísimo incremento de los precios y, en el peor de los casos, una hiperinflación alimentada por la liquidez que, necesariamente, debe poner en circulación el Banco de España para paliar inicialmente la situación.

5.- Salida de la Unión Europea. Como no cumplimos nuestros compromisos, se produciría la salida inmediata de la UE y, en consecuencia, la pérdida de los derechos adquiridos y, quien sabe, la devolución de las ayudas recibidas (o parte de ellas).

6.- Depreciación del valor de nuestros activos. Lógicamente, nuestras deudas y nuestras rentas se denominarían en la nueva moneda, la peseta, con lo cual ahora deberíamos al banco, por poner un ejemplo, 150.000 pesetas, en vez de los 150.000 euros anteriores. El problema vendría por la depreciación del valor de los activos, que lo convertiría prácticamente en baratijas una vez aplicada la depreciación de la moneda de forma que serían comprados por los inversores extranjeros. De la misma manera, se actualizarían también nuestros salarios, con lo que pasaríamos a cobrar en pesetas. Todo esto implica un fuerte empobrecimiento de la economía, situándonos al nivel de las naciones del tercer mundo en todos los aspectos.

7.- Grandes quitas de las deudas, tanto publicas como privadas, dado que con el cambio de moneda, la depreciación y la inflación que se va a generar harían imposible para el Estado y los particulares pagar las deudas. El problema principal es que nuestras deudas externas seguirían nominadas en la moneda fuerte, en este caso el euro, pero nuestra capacidad de pago está ahora depreciada por la nueva moneda, más débil después de la depreciación sufrida. Además, nos encontraríamos con el cierre de los mercados financieros internacionales y no podríamos encontrar financiación exterior en tanto y cuanto no pagáramos lo que debemos, una vez producida la quita.

El efecto sobre la economía sería, inicialmente, una fuerte caída de la renta adicional a la que ya estamos teniendo para, al cabo de un par de años, iniciar una recuperación que, dependiendo de varios factores, será más o menos intensa. Las experiencias previas (Argentina, Rusia) indican un periodo de 4-5 años para alcanzar el nivel anterior a la salida, pero las situaciones de partida no son comparables con la española y, en consecuencia, no podemos predecir la evolución, que probablemente sería peor en el caso Español.

En consecuencia, desde mi punto de vista, sería no deseable plantear esta situación, y buscar otras soluciones más razonables.

viernes, 6 de abril de 2012

PRESUPUESTO Y PRIMA DE RIESGO

Este economísta perplejo está a punto de cambiar su nombre y pasar a llamarse El Economista Indigando. Resulta que hace más o menos un mes y medio escribí lo que nos está ocurriendo, después de las intervenciones orales de los miembros del gobierno. En dos post del 14 y del 16 de febrero (La Prima de Rajoy y Ahora También la Prima de De Guindos) vaticinaba la reacción de los mercados a la política que se estaba poniendo en marcha. Porque si uno analiza la reacción de los mercados, sin la camisa de fuerza de los datos encima de la mesa y únicamente con el conocimiento económico y la lógica de los acontecimientos desde junio de 2011, se da cuenta de las peticiones del mercado, que no tienen nada que ver con las decisiones políticas que se están adoptando desde la Unión Europea ni con la situación económica particular de los países europeos. Por ejemplo, cuando se aprobó incialmente el segundo rescate griego se introdujo un término que gustó mucho a los mercados: se dijo que la solución a Grecia pasaba por la reestructuración de la deuda y una especie de Plan Marshall para ese país. Y los mercados reaccionaron con euforia, con fuertes subidas de las bolsas y bajadas de las primas de riesgos de los países periféricos. Luego la realidad cambió y los mercados reaccionaron mal, dejando prácticamente invariable la situación con dudas muy altas.
Otro ejemplo lo presenta España. Con el presupuesto aprobado, alabado por Europa por ser restrictivo y tendente a la austeridad, que ataca caulquier atisbo de recuperación de la economía y que castiga de forma imprevista todas aquellas partidas que podrían significar una mejora de nuestra capacidad productiva (becas, I+D+i, formación de los parados, etc), los mercados se han puesto nerviosos y todos nuestros indicadores de riesgo se han incrementado. Además, todo esto se ha visto alimentado por las declaraciones de nuestros responsables económicos, que no hacen más que decir que estamos en una situación crítica. Y Yo me pregunto: si voy al banco y le digo al director que quiero un crédito porque estoy en situación crítica y encima voy a perder ingresos durante este año y el siguiente ¿me darán el crédito? La respuesta es que no, que me mire con cara de incredulidad y me digan que el departamente de riesgo de la entidad no aprueba el crédito. Pues a los mercados les estamos diciendo eso precisamente, que nuestra situación económica es crítica y que encima vamos a ir a peor en los próximos años. Y encima pretendemos que continuen apoyándonos y dándonos dinero, De ahí que la prirma de riesgo se haya disparado en estos días.
Qué podemos hacer? De momento, estar callados. Que nuestros ministros se vayan de procesiones las siguientes 104 semanas y no digan nada, por favor. Cada vez que hablan, mal. Así que, mejor calladitos. O cesados, que sería mejor. Después hacer las cosas bien, que hasta el momento no estamos muy afinados en las medidas. Analicemos.
La reforma del sistema financiero todo el mundo que piensa un poco se ha dado cuenta que no sirve, que se queda corta. Con 50.000 millones de provisiones adicionales, que es en lo que se trasluce todo, no es suficiente; se necesitan otros 100.000 millones adicionales y de forma urgente, porque estamos ocualtando el problema más grave del sistema financiero y es que sólo una entidad necesita 45.000 millones si alguna vez se dice la verdad. Y las fusiones que se están produciendo no mejoran la situación, sino que vamos creando bancos zombies cada vez más grandes y amplificando los problemas. Si tanto estamos siguiendo la política que nos marcan desde Europa, hagamosles caso y pidamos el dinero necesario al Fondo de Estabilidad y acabemos de una vez con el problema limpiando los balances de los bancos, especialmente de las cajas de ahorro. Y hagamos algo distinto, que lo planteado no vale. Creemos un banco malo, con determinadas ayudas legislativas europeas, como por ejemplo que eso no compute en el déficit, y que los bancos empiecen a funcionar, que en la actualidad están paralizados totalmente. Suecia demostró en los años 90 que del banco malo se pueden obtener beneficios si lo gestionamos bien y se produciría un alivio de la situación de muchos miles de personas dado que los bancos así podrían prestar dinero sin ningún problema.
Cambiemos el presupuesto en el trámite parlamentario. Como ya apunté, el demonio de los ajustes se encontraba en los detalles y, la verdad, éstos son muy malos. Aparte del revanchismo que se vislumbra en las cifras, que no es pequeño, se abandona todo aquello que nos puede provocar un crecimiento en el futuro no ya a corto plazo, sino a medio y largo plazo. Es de locos que el presupuesto abandone la posibilidad de cambiar nuestro proceso productivo con la disminución de la inversión en I+D en un 25%. Si ya invertíamos poco y estabamos expuestos a lo que otros hacían, pagando ingentes cantidades de dinero por las patentes que teníamos que comprar, ahora será peor. Y nuestra dependencia se incrementará. Pero esto es, como ya he apuntado en otras entradas, pura ideología del gobierno. Es imprescindible que invirtamos en la generación de conocimientos con la formación, luego no debemos reducir las becas tal y como se plantea en los presupuestos. La gran etapa de crecimiento que hemos tenido hasta ahora se fundamentaba en la mejora de nuestros índices educativos. Y, por último con respecto al presupuesto, no abandonemos a su suerte a los parados de larga duración. Si el sistema de formación no funciona, reformémosle, no quitemos el dinero. Es, otra vez, pura ideología del gobierno. Siempre cuento en clase una anécdota de la época de Reagan cuando daban clases de economía al resto del mundo, donde se nos decía que para que una persona encontrase trabajo estando en paro había que dejerle sin ninguna asistencia y así saldría de esa situación. Pues esta medida me recuerda a eso que nos vendían en los años 80. Luego la idea que se vislumbra es la misma que la transmitida por los conceptos que llamábamos reaganomics.
Hay que cambiar de paradigma económico urgentemente. La idea de que la retirada del sector público va a ser cubierta por el sector privado y que la consolidación fiscal va a generar crecimiento por la aparición del sector privado se está demostrando falsa en estas circunstancias, y eso no es ideología particular, son datos actuales. Con lo cual, hay que actuar de forma drástica en la estructura legislativa de nuestras instituciones europeas. Empezando por el Banco Central con sus limitaciones impuestas desde la Alemania de la hiperinflación. Si analizamos el diferente comportamiento de EE.UU y de Europa en esta crisis vemos que la gran diferencia en las medidas tomadas está en la actuación de la Reserva Federal, que ha posibilitado la mejora de los índices americanos frenta a los europeos. Copiemos lo que funciona, fuera del dogmatismo antiinflacionario aleman. Además hay que pensar en el corto plazo, no sólo en el largo plazo. Keynes decía despectivamente que a largo plazo todos calvos. No estoy del todo de acuerdo, pero pensar sólo en el largo plazo tal y como estamos haciendo en este momento no es razonable es este momento ya que hay que pensar y solucionar nuestro problema a corto plazo, ya que con 6 millones de parados a final de año si no implementamos medidas ahora que alivien la situación, no tendremos largo plazo que gestionar. Y para eso Merkel, Sarkozy, Monti, Draghi etc tiene que pensar en el presente y para el presente, y trabajar por el corto plazo y por el largo plazo.
En fin, que continúo perplejo y empeorando mi estado, camino de la indignación.


@juanignaciodeju