¿Pero sabemos realmente de economía
los economistas?
Lo pregunto por las propuestas de
reforma del mercado laboral que están haciendo. La última: que se establezca un
contrato indefinido con indemnización cero durante un año para todos los
trabajadores. Es decir, que puedas contratar a alguien un año y le puedas
despedir sin coste para contratar a otro a continuación y así indefinidamente. O
poder encadenar contratos temporales sin límite: un contrato de seis meses tras
otro hasta que te jubiles.
¿Y la productividad? Alguien me
dirá, no sin razón, que un trabajador temporal es también productivo. Pero la
cuestión es que una empresa es un ente complejo, con procedimientos complejos,
con relaciones interpersonales complejas, con maquinaria compleja, con un know
how particular. Y los trabajadores de esa empresa necesitan un tiempo para
integrarse, para aprender los mecanismos y para poder ponerlos en marcha de
forma total.
Como profesor enseño a mis
alumnos que la educación es una poderosa arma para el incremento de la
productividad: con la alfabetización de los trabajadores, las empresas pueden
usar maquinaria cada vez más compleja con lo que la productividad aumenta. Es
decir, la productividad es una magnitud que se ve aumentada con la combinación
de dos cosas: estabilidad y formación.
La formación es vital. Cada
empresa tiene sus propios procesos que procura no desvelar a la competencia,
dado que son los que le confieren alguna distinción en el mercado y, en
consecuencia, algún poder monopolístico. Cuantas veces nos abordan los
comerciales y nos dicen que esa forma de trabajar es única de su empresa. Esa
diferencia es la que permite que existan diferentes precios de los bienes. Si
el proceso es el mismo, o no resulta importante para el resultado final, el
precio tiende a igualarse. Por ejemplo:
un desayuno en una cafetería no requiere de una especialidad muy elevada, por
lo que en dos cafeterías próximas el precio deberá ser muy similar. Sin
embargo, la elaboración de un menú requiere de un conocimiento más elaborado.
Ahí si pueden existir diferencias en el precio. Y, por lo tanto, aquel que
cocine mejor podrá cobrar un precio más alto por sus platos. Al final, esa
diferencia es la que permite una cierta situación de monopolio y, en
consecuencia, de precios distintos.
Y esa especialización requiere de
tiempo para poder adquirirse. Tiempo que emplean normalmente los trabajadores
de una empresa al principio de entrar a trabajar para formarse y obtener una
cualificación que les permita ser diestros en los procedimientos de la empresa
y, en consecuencia, más productivos.
Cuanto más tiempo está un
trabajador en una empresa, mayor es el conocimiento que tiene de ella y, en
consecuencia, mayor es su aportación al proceso productivo. También lo contamos
en clase: las empresas tienden a acaparar talento. La razón es sencilla: la
formación es cara, por lo que es preferible no perder talento en las épocas de
crisis ya que la recuperación del mismo después resulta costosa. En esta crisis
las empresas han perdido una ingente cantidad de capital humano que ahora deben
volver a recuperar. Y eso es largo y caro. Sobre todo lo segundo. Porque
mientras recuperas el capital humano perdido, tus competidores te irán ganando
mercado y tendrás muy difícil volver a recuperarlo.
Y cuanto mayor sea el tiempo
transcurrido en una empresa por un
trabajador mayor será su conocimiento de la misma y, en consecuencia,
mayor será la productividad que aporte.
Y ahí radica el segundo gran
elemento a tener en cuenta: la estabilidad. Si no hay estabilidad en las
plantillas de las empresas difícilmente podrán tener productividades elevadas. Los
trabajadores que están poco tiempo en las empresas tienden a tener
productividades menores.
Juntando ambos conceptos
(estabilidad y formación) es como se producen ganancias de productividad y, en
consecuencia, incrementos de beneficios. Pero con la propuesta de los economistas
de la CEOE no se obtendría ninguna de las dos. No existiría estabilidad, dado que
al año el 95% de los contratos desaparecerían, por lo que ese periodo de formación
tan necesario en las empresas no tendría cabida; y la formación adquirida no podría
ser muy específica, porque corro el riesgo de que se la lleven a la competencia
y, por lo tanto, de que obtengan ventajas competitivas adicionales. En definitiva,
la productividad de esos trabajadores no sería elevada y, consecuentemente, los
beneficios serían menores y sólo podríamos competir vía precio.
Definitivamente creo que los economistas no tenemos ni idea de economía. Voy a tener que darme unas cuantas clases el año que viene. O seguir estando perplejo, que parece más cómodo.
@juanignaciodeju