jueves, 6 de marzo de 2014

LA DECISIÓN DE MARIO DRAGHI

Llevo mucho tiempo invocando la política monetaria expansiva en la zona euro. En principio como motor de la expansión económica y solución de nuestros problemas a corto plazo; en la actualidad, y sin desdeñar esta acción, como forma de evitar la situación de inflación muy moderada a la que nos dirigimos y, en el peor de los casos, la deflación.
¿Por qué es malo tener una inflación muy moderada? Lo explico con un ejemplo muy sencillo: supongamos que estamos en un mercado obteniendo beneficios con unos costes controlados. Eso será una indicación de que es un mercado que admite nuevos operadores y, en consecuencia, se crearán nuevas empresas que generarán nuevos puestos de trabajo. Si ese mercado baja los precios, los beneficios se reducirán y habrá empresas que deban cerrar por no cubrir sus costes y, en consecuencia, el desempleo crecerá. En definitiva, como les cuento a mis alumnos, la inflación es como el aceite de un coche: es necesaria para engrasar la maquinaria y que funcione bien; aunque un exceso provoca que el motor funcione mal.
Por lo tanto, tenemos que tener algo de inflación en nuestras vidas. La falta de ella provocó la extensión de la crisis japonesa. Y si hay deflación, como los precios van a bajar en el siguiente periodo, los consumidores dejan de adquirir los bienes pensando que los podrán comprar más baratos en el periodo siguiente. En el año 2009 un alumno me preguntó si sus padres debían comprarse un piso. Le dije que esperaran, que los precios iban a bajar. Espero que me hiciera caso; y que no compraran preferentes de Bankia.
En consecuencia, hay que hacer una política monetaria expansiva. Si. Rotundamente. La cuestión es cómo. Una bajada de tipos de interés a la antigua usanza no sería muy efectiva. Nos gustaría a los hipotecados, lógicamente, pero no tendría mucho efecto. Sencillamente porque los bancos tienen excesos de liquidez que están guardando para superar con nota los estrés test a los que les van a someter. Y porque no se fían de ellos mismos y, en consecuencia, no se prestan dinero ‘no vaya a ser que tú tengas tanta mierda en tu balance como yo en el mío’. En estas condiciones, o compran deuda pública con un buen tipo de interés (y si no que se lo pregunten a los fondos de inversión monetarios) o lo deposito en el BCE con rentabilidad 0. Total, no pierdo mucho en el envite: sólo un 0,25%.
Admitir nuevos colaterales en los créditos tampoco ayudaría mucho. Ya es admisible casi cualquier cosa. Incluso los bonos griegos que tienen la consideración de bono basura. Incluso la deuda de las cajas españolas rescatadas. Es decir, en esta crisis si alguien se ha jugado su pellejo han sido los bancos centrales que han empeorado considerablemente la solvencia de sus carteras. Esperemos que no tengan problemas de recuperabilidad futura. Y si no, para eso estamos los contribuyentes.
Nos quedan dos cosas: dejar de filtrar las compras de bonos de los países periféricos y prestar más dinero. La primera es una consecuencia lógica de pertenecer a una zona monetaria dominada por ortodoxos como son los alemanes, todavía aterrados por la evolución de la inflación tras la primera guerra mundial y los problemas de financiación del patrón oro. Evidentemente eso no es deseable ni previsible en las circunstancias actuales, no necesitamos ‘financiar una guerra’ como escribió J.M. Keynes, pero siempre habrá quien recuerde que la monetización de la deuda genera inflación. Eso es precisamente lo que necesitamos en estos momentos. Por eso lo proponemos.
La segunda medida, la inyección de liquidez adicional, debería estar condicionada para que no suframos otras consecuencias. El problema básico no es la liquidez, como he argumentado, es la falta de crédito. Para ello debería proponerse un sistema que incentivara la concesión de créditos por parte de los bancos. Algo complicado.
Además, con la primera medida, la monetización de la deuda, acabaríamos con dos problemas adicionales: bajarían las primas de riesgo de forma rápida, dado que habría más demandantes y, en consecuencia, los precios subirían (y bajarían las rentabilidades); y, por otro lado, induciríamos a los bancos a dar créditos a tipos más reducidos, ya que no obtendrían rentabilidades de otra forma. Si a este le añadimos el paso fundamental de cobrar por los depósitos que hagan los bancos comerciales, pues mejor. Habría que evitar la competencia que pudieran hacer los países que necesiten financiación y que aprovecharán para emitir deuda ellos también. Pero para eso contamos con la inestimable colaboración de las empresas de ratting.
Toda una decisión la que tiene que adoptar Draghi. Enfrentarse a Alemania y monetizar deuda o dejar que una parte de Europa se japonice para beneficio de la otra parte que se aprovechará de los salarios bajos de la primera para producir y, al final, toda Europa entre en una recesión continua y permanente. ¡Que la fuerza le acompañe!


@juanignaciodeju



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