Como
me temía, continuamos enfermos de la peor infección que nos podemos imaginar:
la austeridad dogmática de la jefa del chiringuito que se llama Angela Merkel y
cuya locura sistemática nos va a llevar, si nadie lo remedia, al desastre más
absoluto sin ninguna posibilidad de solución. Y sin embargo, ella sigue con la
suya, con las pilas duracell.
Vayamos
por partes. En lo que respecta a España, las ‘raíces vigorosas’ que veía
nuestro presidente parecen tubérculos esmirriados que no alimentan nada. Les ha
faltado riego y paciencia por parte de los que mandan. Unas cuantas dosis de política
monetaria expansiva podrían haber sido suficientes a modo de vitaminas para el
crecimiento de las raíces, pero siempre nos lo niegan quienes más tendrían que
pedirlas.
Los
países del sur, los manirrotos, empezamos a sacar la cabeza, aunque siempre está
el papá alemán con el mazo para que la volvamos a bajar. Así, le dirán a Italia
que es inadmisible un déficit del 2.9% y atacarán al gobierno. Lo mismo harán
con Francia porque presenta un déficit por encima del permitido. Aunque vaya a
liberalizar hasta el comercio de hormigas si es necesario. Da igual, la
ortodoxia es así. Aunque habrá que ver en qué queda el órdago lanzado diciendo
que el presupuesto es soberanía del parlamento francés. Veremos.
Con
Grecia no ganamos para disgustos, en parte por tener una enfermedad más grave
que los demás, en parte por cometer enormes errores en la gestión y todo por no
reconocer lo elemental: la economía griega no va a ser capaz de pagar la deuda que
tiene; hagamos una quita suficientemente grande para que pueda respirar y
tiremos para adelante. “Es que eso afectará a la credibilidad del euro y se
depreciará”, nos dirán. Pues eso es precisamente lo que queremos, que seamos más
competitivos.
De
Portugal tampoco tenemos buenas noticias: hay elecciones y el gobierno ha
decidido relajar los presupuestos. Todo sea por mantener algunos cientos de
votos y así poder mantenernos en el poder. Y si volvemos a ganar, ya les
daremos la puñalada a estos ingenuos que pretenden cobrar una pensión digna.
Y,
finalmente, con Irlanda, la verdadera joya de la austeridad, tampoco han ido
excesivamente bien las cosas. Sí, mejoró su situación, pero a costa de un
dumping fiscal que algún día nos va a provocar un disgusto considerable.
¿Y
que pasa en los países centrales del euro? Pues que Alemania está camino de la
recesión con un sector industrial con serios problemas y una creación de empleo
suave. Las exportaciones están cayendo y no parece que puedan mejorar a corto
plazo. Y todo porque existen variables más poderosas que los costes en este
tema y que no las controlamos convenientemente (o sí, vaya usted a saber).
Al
final todos los problemas que estamos detectando, básicamente el peligro de la
tercera recesión en Europa, se mantienen por un simple problema: el euro es una
moneda hiper-sobrevalorada. Y todo ello por la simple razón de estar bajo el
yugo de los alemanes y su ortodoxia monetaria que han impedido repetidamente
que el BCE pudiera hacer una política monetaria expansiva que depreciase la
moneda y facilitase las exportaciones. A veces esto de la economía es muy
simple: un poquito de masa monetaria, un exceso de oferta de dinero, un exceso
de demanda de bonos y una bajada de los tipos de interés que provoca que
nuestra moneda se deprecie. Al depreciarse la moneda, nuestros productos son más
baratos y las importaciones más caras,
compramos menos al exterior y vendemos más, nuestra balanza comercial mejora y
trasladamos rentas del exterior al interior. ¿Es tan complicado?
Si
cuando digo que nuestros políticos tendrían que aprender un poco de economía no
pretendo explicarles todas las teorías. Me conformo con el multiplicador
keynesiano y el modelo IS-LM. ¡Ya se por qué¡ He dicho keynesiano. En fin, que
continuaré perplejo viendo caer el invento. Que nos pille en el lado bueno es
lo que voy a pedir.
@juanignaciodeju
P.D.
Los test de estrés a la banca europea tienen pinta de ser no malos, sino
peores. Y quieren penalizar a la banca del sur, especialmente a la española. Al
final, querrán que inyectemos más dinero en los bancos. Y si es así, el año que
viene o al siguiente podríamos estar fuera del euro y con el desastre sobre nuestras vidas. Espero confundirme.
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