miércoles, 11 de julio de 2018

LA VIEJA IDEA DEL PROTECCIONISMO

Insisto en criticar a Donald Trump. Si, dicho así, sin ninguna censura. Me parece un político pernicioso para el mundo, un personaje fatídico para la economía y un producto mal ejecutado del peor conservadurismo. Probablemente me censure la CIA o me impidan viajar a Estados Unidos a partir de ahora. No creo que me inviten nunca a ir, así que me conformaré. Pero no puedo dejar de hacerlo.
Porque se empeña en estar supeditado a la opinión y actuación de reyezuelos hiperconservadores. No es de recibo que la política occidental tenga que estar más cercana a las decisiones de un  'demócrata de nuevo cuño' como es Putin. No me parece razonable que tengamos que poner en cuestión nuestros valores ni nuestras convicciones. Luchamos durante años contra el fascismo, unos vencieron con las armas; a otros nos costó más y fue el paso del tiempo quien le venció; criticamos a dictadores de latinoamérica por su marcado carácter populista porque son nuevos fascismos encubiertos. Y de eso nadie nos tiene que dar lecciones.
Igualmente tenemos que empezar a comprender que el mundo es uno; que hay que compartirlo con los restantes 10.000 millones de habitantes y que no podemos ser tan excluyentes. Porque nos dan miedo los diferentes, especialmente los de religión islámica, pero menos si vienen a nuestros hoteles y se gastan 1.000 euros la noche; nos dan miedo los de raza negra, pero menos si juegan al baloncesto o al fútbol y cobran ingentes cantidades de dinero, al margen de ganar partidos para nuestros equipos; nos dan miedo los asiáticos, pero menos si invierten ingentes cantidades de dinero en las empresas en las que trabajamos y así nos pueden subir el sueldo. No nos da miedo la diferencia, nos da miedo la pobreza. Y es por ello que aquellos que son racistas, no lo son por la diferencia en la piel o la religión, lo son por la diferencia en la cuenta corriente.
En fin, que me voy por las ramas. Toda la política económica basada en el proteccionismo está fundamentada en el racismo. El famoso 'american first' que casi se está convirtiendo en el 'american alone' va a ser especialmente perjudicial para los americanos. Y por ello creo que debemos volver a los orígenes de esto que llamamos ciencia económica y volver a explicar conceptos básicos para que aquellos que están encantados con el proteccionismo que desarrolla este individuo puedan comprender que no es que sea malo porque somos todos muy liberales, es que es de todo punto ineficaz, ineficiente y hasta contraproducente. Pero bueno, será que soy un viejo loco.
Para ver por qué, voy a explicar dos conceptos básicos en economía y que vienen del siglo XVIII, cuando aún no habían emergido ideologías extremas. Me refiero a los conceptos de COSTE DE OPORTUNIDAD y de VENTAJA COMPARATIVA.
Vamos, aprovéchense que las clases de hoy son gratis.
El COSTE DE OPORTUNIDAD lo definimos en economía como el valor de la mejor alternativa perdida. No nos importa el coste de los que hacemos, que puede ser alto o bajo, si no lo que dejamos de hacer por dedicarnos a algo. Por ejemplo, el coste de estudiar una carrera universitaria no es el valor de la matrícula y sus créditos, es el valor de no trabajar. Y eso es lo que tenemos que valorar a la hora de hablar de costes. Evidentemente, producir una determinada mercancía en un país, dado que los recursos son escasos (y tienen la maldita cualidad de poder ser usados en varias cosas) implica dejar de producir otras, y ese es el coste de oportunidad.
El segundo concepto es de la Teoría de la VENTAJA COMPARATIVA, desarrollada por el pernicioso economista izquierdista y colectivista llamado David Ricardo en el siglo XIX en contestación a la teoría de la VENTAJA ABSOLUTA de Adam Smith. Según Smith, los países se especializaban en lo que les costaba menos producir, con lo que un país produciría solo bienes en los que siempre resultaría más barato. Sin embargo, según Ricardo, los países se especializan en producir aquellos productos en los que los costes son menores en términos comparativos. Es decir, que un país producirá aquellos bienes en los que tiene un menor coste de oportunidad, aunque tenga mayores costes absolutos. Y eso es así porque el comercio entre los países hará que el bienestar global aumente.
Bueno, amigo Donald. Según esto los aranceles no mejoran la posición de los americanos, es más, la empeoran. No es por insistir, pero la vieja idea de que protegiendo mis empresas mis ciudadanos mejorarán su nivel de vida es falsa. Aplique usted la teoría de la ventaja comparativa, haga caso a los clásicos como Ricardo y deje de jugar al 'strategos' con el mundo, que nos ha costado mucho llegar a donde estamos.
Ya no puedo hacer más. Hasta doy clases gratis y ni siquiera exijo derechos de autor. Y este post  sirve para todos, incluidos aquellos que opinan que los tratados de libre comercio deben desaparecer. Luego diréis que no hago nada por cambiar el mundo; yo lo intento, pero no me hacen caso. En fin, me tendré que conformar con estar permanentemente en estado de estupefacción, y eso sin recurrir a los estupefacientes, cosa que otros no pueden decir. Venga, que para la próxima clase introduciremos otros conceptos.


@juanignaciodeju

P.D. ¿Por qué los que han subido TODOS y cada uno de los impuestos que pagamos los ciudadanos se quejan de que se establezcan impuestos a las tecnológicas y bancos, que normalmente pagan muy pocos impuestos en este país? No valoro la efectividad de los mismo, que será nula o cercana a la nulidad. Cuestiono el concepto.

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