En el pasado, con motivo de algún acto en apoyo de los viticultores, nuestro presidente electo con mayoría absoluta gritó a modo de brindis: ¡Viva el vino! A mí me gusta el vino, especialmente el tinto de la Rioja y el blanco de Rosal. Comparto esa afición con un gran amigo mío que, por fortuna, veranea en Galicia y, por ello, obtengo todos los años buenos caldos de la tierra que se dedica a investigar en los meses de verano. Una delicia que, cuando me sienta con fuerzas, procuraré aglutinar en un papel con mis experiencias. También me gustan otros licores, en especial la cerveza, lo que me confiere una barriga propia de ese placer.
Desgraciadamente no me he puesto a escribir para ensalzar las bondades de los licores. El motivo no es otro que la política económica puesta en marcha por el gobierno. Sin ánimo de ser exhaustivo, voy a hacer un breve recorrido por estos cuatro meses, lo cual es bastante ilustrativo de lo que nos espera.
Lo primero que dijo en varias entrevistas que le escuché fue que la herencia se aceptaba y se gestionaba y que, por lo tanto, no haría referencia a ella para justificar sus decisiones. No ha necesitado ni medio año para empezar a justificar sus medidas con la ‘herencia recibida’. Incluso atemorizan a los mercados con una típica frase de partido que, desde mi punto de vista, es una invitación a la especulación contra nuestra economía: “la situación es crítica” no paran de decir para justificar los presupuestos y las medidas. Una buena carta de presentación para los mercados: la situación es crítica y les pido a ustedes dinero. ¡VIVA EL VINO!.
Las primeras medidas tomadas, con nocturnidad y alevosía propias del 30 de diciembre, fueron un compendio de decisiones arbitrarias que me dejaron perplejo: subida del IRPF para todos y aplicación de medidas tales como la recuperación de la deducción por adquisición de vivienda con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2011. Es preocupante que un gobernante con dos dedos de frente cambie las reglas de juego fiscales a final del partido como diciendo “miren ustedes que bueno soy que aplico medidas de incentivo de la economía”. Parece contradictorio que uno suba un impuesto y lo baje después. Evidentemente, alguien debe estar muy agradecido por la medida. Aparentemente, según sus análisis, esa medida debería incentivar la compra de viviendas, y los resultados son los que son, caída libre en la venta de viviendas. ¡VIVA EL VINO!
Aprobaron una reforma financiera que iba a facilitar el crédito porque era muy ambiciosa. Ya advertí que no serviría, que era un salto al vacío sin aportar soluciones coherentes con la situación. Como coincidió con la mega inyección de liquidez del BCE el mercado permaneció estable en niveles altos, pero los “incompetentes” del gobierno (léase ministros) decían que ya se notaba la mano del gobierno para calmar los mercados. Yo decía que no, que era el BCE. Y no era el único. Cuando se terminó el efecto placebo, los mercados volvieron por sus fueros. Y los “incompetentes” se empezaron a poner nerviosos. ¡VIVA EL VINO¡
Aprobaron una reforma laboral con luces y sombras que me pareció bien en algunas cosas y mal en otras. Había medidas correctas y otras contraproducentes. El caso es que cuando antes decían que con la reforma se crearía empleo, este economista perplejo decía que no, que para eso era necesario que se incrementara la demanda de trabajo (algunos dirán que soy muy keynesiano); con los datos encima de la mesa, dijeron que se “pondrían las bases para la creación de empleo”. Casualmente lo mismo que decía Yo, pero muchos meses después. ¡VIVA EL VINO¡
Pararon los presupuestos para asegurarse el gobierno de la comunidad de Andalucía. Los aprobaron después de celebrarse las elecciones. Y eso que no hacían nada más que decir que era necesario tomar medidas decisivas para relanzar la confianza. El resultado fue que los mercados, Europa y los todos los actores económicos ya estaban nerviosos. ¡VIVA ELVINO¡
En medio, un episodio preocupante. Nuestro presidente, solemnemente, dijo en Bruselas que la decisión soberana de España sería un déficit público del 5,8% y todos le creímos, fundamentalmente porque nos vendieron la idea que había sido pactada con la jefa en la reunión que tuvieron antes de esa declaración. Parecía un acto razonable, incluso ambicioso partiendo de donde se partía. Pero no, cogieron al ministro de Guindos, le encerraron en una reunión con los ministros de economía europeos, le zumbaron la badana hasta que cantó el catecismo, y la soberanía nacional quedó en nada para anunciar que el déficit sería del 5,3% ¡VIVA EL VINO¡
Los presupuestos de los ajustes me dejaron en estado de perplejidad tendente a la indignación. Con motivo de los recortes necesarios para alcanzar el déficit soberano alemán rebajaron todas las partidas con la habilidad de Eduardo Manostijeras para podar los setos dándoles formas sorprendentes. Pero se pasaron. Aplicaron la medicina a todo lo que se movía, con tres errores fundamentales para nuestro futuro como país: la educación, la formación de los parados y la inversión en I+D+i. Sin educación, sin inversión en capital humano, perderemos oportunidades en el futuro y, desde luego, condicionaremos nuestro crecimiento a actividades de muy bajo valor añadido, con lo que tendremos que competir con países como China, que cuenta con una ventaja comparativa enorme en términos de costes. Abandonando la formación de los parados, si no les reciclamos, tendremos un gran número de personas sin posibilidades de reincorporación al mercado y, por consiguiente, abandonados a su suerte. ¿Les subvencionamos permanentemente o les dejamos a su suerte? Cualquiera de las dos alternativas es perniciosa. Sin inversión (que no gasto, por favor, que es una inversión) en I+D+i abandonamos un modelo de desarrollo con futuro para volver a la tradición de ladrillo y sol. Otro gran problema para el futuro. ¡VIVA EL VINO¡
Como los mercados no se calmaron, en una reunión prevista pero sin contenido concreto, nos anuncian vía un comunicado de prensa, en las líneas finales, que se producirá un recorte de 10.000 millones de euros en educación y sanidad. No creo que merezca la pena insistir con lo de la educación, la tragedia en la que nos encontraremos dentro de unos pocos años. Con la sanidad podemos decir algo parecido: los copagos, o repagos, acabarán por determinar ciudadanos de primera y de segunda, en función de la capacidad de compra que tengan; y tendremos, si no me confundo (y ojalá lo haga) una disminución de la esperanza de vida, haciendo caso a los insignes economistas del FMI que dicen que vivimos mucho después de jubilarnos. ¡VIVA EL VINO¡
La primera oleada de la EPA arroja datos escalofriantes. Llega un momento en que, como economista, pienso que las cosas no pueden empeorar mucho más. Ya no deben existir empresas con exceso de trabajadores después de 4 años de ajuste, por mucho que la economía siga deteriorándose. Pero aparentemente es así. Y, aunque lo tenían previsto, la ministra de empleo se pone nerviosa y el elabora un plan de lucha contra el fraude. Me parece bien que luchemos contra el fraude con toda la dureza que podamos, pero no fiemos la solución al desempleo a las regularizaciones. Ya lo hizo el gobierno anterior, con incentivos a la regularización, y resultó un fracaso mayúsculo. Porque el problema del desempleo no es el fraude, es la falta de crecimiento y la parálisis de la actividad que los ajustes económicos están produciendo. Cuando vuelva el crecimiento y vuelvan la confianza y el crédito las cifras podrán mejorar, pero en la actualidad estamos más cerca de alcanzar los 6 millones de parados. Cuando comprendan eso, se tomarán las medidas adecuadas, aunque el ministro de economía se empeñe en decir que crearemos un poco de empleo con un crecimiento de 0,2% para el año 2013 (no sé si él mismo se lo cree o es un brindis -con vino- al sol) ¡VIVA EL VINO¡
Porque nuestro presidente electo con mayoría absoluta firmó una carta de otros líderes europeos nada más jurar su cargo reclamando políticas de crecimiento a la UE. Es propio de gente con pocas luces pensar que las políticas económicas sólo pueden hacerse con incrementos de gasto o disminuciones de impuestos. La actividad económica puede incentivarse sin necesidad de eso, aunque es más fácil aplicar esas mediadas que ponerse a pensar en otras soluciones. Se me ocurren varias formas, como por ejemplo cambiar de prioridades, lo que provocaría reducciones de gastos en algunas partidas e incrementos en otras, o medidas imaginativas que primen determinados sectores donde se encuentren los yacimientos de empleo. Pero no, para eso no les hemos elegido. Ellos piensan que sólo están ahí para aplicar las órdenes de Merkel, lo que hace que, apenas cuatro meses después de la firma del documento, diga en una rueda de prensa con un mandatario extranjero que él es firme defensor de las políticas de austeridad. Después del vapuleo a de Guindos han aprendido la lección y no se moverán ni un milímetro de lo que dice la jefa. ¡VIVA EL VINO¡
Y para terminar, por no ser pesado, el anuncio del ministro de economía de la subida del IVA para el año 2013. Ya lo advertí una vez más: nos subirían el IVA y nos bajarían las cotizaciones de los empresarios para generar empleo. Pero nuestro presidente dijo que no subiría el IVA, es más, su compañera Esperanza Aguirre hizo una campaña de recogida de firmas para protestar por la que hizo ZP en 2010, montaron un circo espectacular con la campaña en cuestión, con actos por todo lo alto. Argumentaban que era perjudicial para el consumo. Y la gente se lo creyó. Vaya por delante que estoy de acuerdo con la medida, que me parece razonable, pero el problema es cuando estableces una opinión en la oposición no puedes tardar tan poco en cambiar de criterio por exactamente las mismas razones cuando ya estás en el gobierno (y viceversa, que el otro partido ahora es firme defensor de no subir el IVA). ¡VIVA EL VINO¡
En fin, que con tantas copas de vino no me extraña que no atinen en las medidas. El problema es que ellos se lo pasan bien mientras que los demás no tenemos ni para una mísera copa de agua del manantial. Les propongo que suban un poco la gradación de la bebida, así estarán más dormidos a la hora de tomar medidas y no serán capaces. Y a partir de ahora digan ¡VIVA EL RON¡
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