Ahora se está poniendo de moda
cuestionar la pertenencia de los estados a la UE como forma de evitar los
elementos más problemáticos de pertenecer a una zona económica común. Lo he
escuchado ya a varios ‘responsables’ políticos. Syriza tenía como opción B a la
austeridad abandonar el euro; Pablo Iglesias lo ha insinuado; algunos miembros
de las nuevas formaciones también lo hacen. Parece que puede ser hasta
positivo. Incluso en Catalunya se argumenta que una salida de la UE por
declararse independientes no sería traumática.
¿Qué nos aporta la UE? Dejando de
lado a Merkel y a la burocracia, podemos hacer un pequeño análisis, sin duda
incompleto e inexacto, de lo que hemos obtenido por pertenecer a ese club
privilegiado.
LIBRE CIRCULACION DE MERCANCIAS
La UE, en su origen, era un
intento de crear mercados sin trabas a la exportación, dado que lo que se
pretendía era provocar el desarrollo económico de los pueblos que estaban,
obviamente, irremediablemente conectados por cultura, comercio e incluso
guerras. Esa realidad se plasmó en los primeros tratados que fomentaban la
desaparición de cualquier traba a los productos de los países miembros.
Igualmente, desde ese concepto,
se empezó a regular algunos mercados. Por ejemplo, la Política Agraria Común,
con el objetivo de garantizar un ingreso mínimo a los agricultores mediante el
control de la oferta y la demanda. Podemos estar más o menos de acuerdo con el
mecanismo, pero el campo europeo sufrió una gran transformación gracias a ella.
Y la desaparición de las fronteras
en términos de mercancías provocó las ventajas de algunos países con respecto a
otros y la localización de nuevas empresas en sus territorios: si tengo acceso
a la misma tecnología, parecida formación de los trabajadores y costes más
adecuados, obviamente me traslado a ese país. TOYOTA, VW, NISSAN, etc son
ejemplos de empresas que se establecieron en España cuando entró en la UE.
LIBRE CIRCULACION DE PERSONAS
Paso siguiente en el desarrollo
fue la libre circulación de personas. La desaparición física de las fronteras
interiores. Eso de levantarte y viajar a cualquier país de la UE sin necesidad
de pasaporte ni visado ni nada por el estilo. En consecuencia, con ello se ha
desarrollado algo tan vital como el talento, aunque en este caso la barrera
idiomática es un handicap complicado de solventar.
EURO
Como desarrollo obvio, la
aparición de una moneda única común, con todas sus ineficiencias y sus debilidades, que permitiera la adquisición
de las mercancías, el pago de las pensiones y los salarios, los precios, etc en
una unidad de cuenta común. Y el euro tiene muchas ineficiencias y muchos
problemas de construcción, pero el paso está dado y es un avance increíble en
nuestras vidas. Puede que los más jóvenes no hayan pensado en ello, pero los
que ya tenemos una edad estamos plenamente convencidos de este avance. Y no
queremos renunciar a él.
LEGISLACIÓN
Y algo poco conocido que la gente
todavía no se ha enterado: la UE ha traído a nuestras vidas legislación que
debemos adoptar y que posibilita un cuerpo legislativo propio de la UE. Ese
esfuerzo implica, aproximadamente, un 70% de las leyes que se aprueban en
España todos los años. Es decir, el margen de actuación de nuestros gobiernos
es más bien escaso. Y la mayoría de las leyes que aprobamos en nuestros países
proviene de Europa.
Todo ello en su conjunto ha
provocado un desarrollo económico nunca visto antes en nuestros países. Sólo
hay que comparar la evolución que hemos tenido desde principios de los años
ochenta del siglo pasado y compararlo con esa misma evolución en periodos
iguales del pasado. Nada que ver.
La pregunta que debemos hacernos
es si estamos dispuestos a renunciar a todo eso que nos aportan la UE. Si
queremos renunciar a un mercado de 300 millones de consumidores; a una moneda
soportada por 200 millones de personas; a una estabilidad democrática nunca
antes obtenida; a los viajes por Europa sin tener que pedir visado; al capital
europeo de la empresa donde trabajamos; a los productos que consumimos en la
actualidad.
Creo que es un debate estéril:
nadie quiere realmente abandonar Europa. Si, tenemos a Merkel y su mantra de la
austeridad, pero el resto de cosas compensa con creces ese problema. Sin duda,
abandonar eso crearía un agujero considerable en nuestras vidas y en nuestra
economía. Al menos, este economista perplejo no quiere perder ese mercado que
representa el 70% de nuestro comercio exterior.
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