Acabamos un año muy convulso y político que nos ha deparado la existencia de múltiples convocatorias electorales que, por lo menos, nos han dejado un entretenido panorama. Gobernar va a ser complicado, pero nos lo vamos a pasar muy bien.
Empezamos el año con unas buenas perspectivas económicas que se han ido cumpliendo, gracias a la intervención decidida del BCE, la política energética del cártel de la OPEP, la depreciación del euro. También a la mejora de algunos parámetros de la economía española, aunque eso tiene más matices.
Básicamente, en España ha mejorado el consumo interno, lo que viene alentado por las bajadas de impuestos y la devolución de rentas a los funcionarios y trabajadores públicos, pero tiene como contrapartida que el déficit público se ha separado de su senda de cumplimiento y va a terminar el año alejado del 4,2%. Es una prueba más de que Laffer no tenía razón en sus planteamientos, aunque seguro que algunos de mis colegas son capaces de encontrar alguna excusa para mantener esa teoría.
Aunque el empleo ha crecido sustancialmente, y eso está siendo objeto de loas por parte de los convencidos de la política económica puesta en marcha, las sombras sobre el mercado de trabajo siguen siendo muy elevadas. Lejos de poder estar esperanzados debemos mostrarnos cautos con la evolución y centrar nuestro análisis en las consecuencias de tener un mercado de trabajo con unos salarios tan reducidos y con unas volatilidades tan grandes que no es posible hacer una planificación medianamente acertada del futuro. Tenemos que plantearnos cómo acabar con la precariedad, cómo hacer las empresas más eficientes y a los trabajadores más productivos. Y todo eso para mantener mínimamente nuestro sistema de pensiones. Y todo ello tiene que ver con la formación, tanto reglada como dentro de la empresa, y cambiar el concepto de gasto en educación por el de inversión en educación. Y de eso en la reciente campaña electoral no hemos escuchado nada. Hay que invertir en educación. Y eso cuesta dinero.
Otro punto con un problema grave para el futuro de nuestra economía es al falta absoluta de inversión en I+D+i. Estamos en niveles históricamente bajos de inversión en investigación, lo que aboga a nuestra economía a la mediocridad a medio y largo plazo. Lo cual es, además, una contradicción en si misma: la generación más formada de la historia no puede desarrollar sus capacidades en este país donde nos hemos gastado un pastón tremendo en formarles. Y, eso sí, les proporcionamos 'movilidad exterior' para que desarrollen sus capacidades en otros países, normalmente competidores nuestros. Genial!
Y todo ello desemboca, inevitablemente, en unos salario muy bajos que, encima, según se publicó ayer en la prensa, no han proporcionado una ventaja competitiva en España. Siempre he mantenido, irónicamente, que había que dar un par de clases de economía a nuestros dirigentes. Ahora creo que es imprescindible. Y no dos, si no probablemente una grado entero para ellos. Mientras en este país no tomemos decisiones basadas en la realidad, no vamos por el buen camino.
Hay que empezar a discutir con argumentos sólidos las 'ocurrencias' de nuestros políticos. Por ejemplo, habrá que decir a nuestro presidente en funciones que no es suficiente con alcanzar la bonita y mágica cifra de 20 millones de ocupados para solventar nuestro problema de pensiones; con salarios tan bajos eso equivale a tener un agujero considerable en el sistema ¿o es que está apuntando a una rebaja significativa de las pensiones?. Veremos.
Igualmente hay que decir que no sirve cualquier medida que se nos pase por la cabeza para mejorar la situación. Por ejemplo, dudo mucho que con un incremento del salario mínimo hasta los 1.100 euros mensuales de golpe consigamos, en primer lugar, crear empleo; y en segundo lugar, mejorar el resto de salarios. Seamos serios en nuestros planteamiento. Hay que mejorar los salarios, si, pero con cabeza, por favor.
Igualmente, seamos conscientes que hay que hacer asequible la energía para los ciudadanos, pero eso está vinculado a la evolución de los mercados. No lo conseguiremos por decreto ley, eso seguro. Y cualquier otro camino no es factible, sobre todo porque estamos en una estructura supranacional llamada Europa y pertenecemos a una unidad monetaria que es el euro.
En fin, que aprovechando el estreno del episodio VII de la Guerra de las Galaxias, ahora llamada Star Wars por obra y gracia del registro, y ante la necesidad de entendimiento que las urnas han puesto sobre la mesa, sólo podemos decir ¡Qué la Fuerza les acompañe! Aunque mira que lo dudo. ¿Me estaré pasando al lado oscuro?. En fin, que 'Feliz y Perplejo Año Nuevo!
@juanignaciodeju
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