miércoles, 10 de febrero de 2016

ALGO HABRÁ QUE HACER

Pues ya estamos en el escenario más complejo que nos podemos imaginar: con la crisis de deuda europea sin solucionar, la economía china implosionando (que ya explotará hacia afuera), problemas en el resto de emergentes con Brasil, Rusia y Argentina, el petróleo en mínimos históricos (considerando precios reales) y nadie en el mundo con capacidad de reacción.
¿Y ahora qué? La pregunta es pertinente, porque en los años anteriores pensábamos que alguien podría generar crecimiento y salvarnos la situación, pero actualmente parece complejo encontrar un rayo de esperanza. 
Se imponen soluciones imaginativas. Propongo tres líneas de actuación para repartir un poco las cargas:

1.- Reducir un 25% las deudas globales de las economías. Para ello necesitamos analizar con frialdad qué deudas quitar y cuales no. La propuesta concreta es hacer una quita del 25% de la deuda que afecta a los ciudadanos, no a los gobiernos. Eso implica un daño a los bancos, de acuerdo, pero lo podemos compensar con un incremento de los tipos de interés y del plazo. La idea básica es que paguemos más intereses por menos dinero durante mayor plazo, de forma que el incremento de los ingresos compense a los bancos el descenso de sus ingresos por devolución de cuotas. Para ello modificar las condiciones de los préstamos donde se incrementa un 1% el diferencial y un 33% el número de años de los créditos. Para las empresas, dado que terminan siendo gastos financieros deducibles, podríamos aplicar el mismo concepto.
Con esto obtendríamos más renta para los ciudadanos y, en principio, más consumo y subida de precios, que lo estamos necesitando urgentemente.

2.- Mejorar los mecanismos de transmisión de la política monetaria. Bien sea por encontrarnos en situación de Trampa de la Liquidez o por estar muy concentrado el volumen de efectivo, el problema es que la política monetaria no está siendo efectiva. Por lo tanto hay que buscar nuevas formas de aplicación de ese instrumento. Por ejemplo, ampliando la base de entidades con acceso a los préstamos de regulación monetaria, o estableciendo un sistema de intermediación entre los bancos comerciales en el mercado interbancario; o imponiendo mayores costes a aquellos bancos que no incremente su volumen de préstamos al sector privado. Ya se que son todo medidas intervencionistas, pero en la actualidad algo de eso hay que hacer. De todas formas, es complicado forzar a los mercados a hacer algo que no quieren, pero si no conseguimos que la política monetaria llegue más a la sociedad y no se quede exclusivamente en un círculo muy reducido sus efectos serán cada vez menores y las ventajas desaparecerán.
Existiría otra medida aplicable mucho más efectiva, pero imposible de implementar en Europa. Consiste en permitir una monetización directa del determinas partidas del gasto público de los estados. Determinadas partidas que pudieran ser de especial importancia para el modelo de desarrollo económico, como por ejemplo los gastos en I+D+i, o los desarrollo de infraestructuras de especial relevancia europea, según un análisis concienzudo de las necesidades de los países. O determinadas partidas de gasto en educación que pudieran ser directamente monetizadas. Esto evitaría que determinadas partidas fueran  objeto de reducción por los gobiernos. Se convertirían en auténticas políticas europeas.

3.- Mejorar la distribución de la renta y la riqueza. No es razonable que existan tantas desigualdades. Lo primero que hay que hacer es eliminar los paraísos fiscales, como anacronismo que sólo persigue la acumulación de rentas en pocos sitios. El abordaje de esta situación es muy compleja y debe contar con la unanimidad de los países. Por ejemplo, podríamos definir una lista de consenso sobre la definición de lo que consideramos paraíso fiscal y a partir de ella fijar determinados impuesto a transacciones realizadas por sus bancos. Una tasa Tobin centrada en los paraísos fiscales.
Acabar con los paraísos fiscales no será suficiente.Tendremos acceso a mayores ingresos fiscales, pero estos serán insufcientes para solucionar el problema de la desigualdad. Básicamente hay que volver a la vieja ideología socialdemócrata de redistribución de la riqueza. Para ello hay que usar el sistema impositivo, pero no de la forma clásica, de formas más imaginativas. No sirve de nada cobrar impuestos si éstos se pierden en una maraña de necesidades poco sociales. Hay que provocar una redistribución efectiva de las rentas. Y, para ello, podría explorarse la posibilidad de convertir un impuesto indirecto en proporcional, es decir, que provoque un mayor pago de un impuesto indirecto en función de la renta. Si, esto es raro y complejo y desnaturaliza el concepto mismo de impuesto indirecto, pero hay que reconocer que los impuestos directos han perdido todo ese efecto y, en la actualidad, hacen recaer todo la recaudación sobre los segmentos medios.
¿Cómo conseguir ésto? En principio es complicado.Una propuesta: elevar los tipos impositivos de los impuesto indirectos, por ejemplo, un 5% más, y permitir una desgravación en los impuestos directos en función de la renta, los bienes, los activos y otras variables que nos permitan detectar acumulaciones de ingresos. Esa deducción debería estar soportada por facturas. Incrementaríamos la recaudación impositiva, reduciríamos aunque fuera mínimamente el fraude fiscal y compensaríamos vía impuestos directos a los más necesitados.

En fin, que se nos avecina nueva tormenta con fuerte aparato eléctrico y lluvias torrenciales durante los próximos meses. Y hemos casi agotado el arsenal conocido de medidas. Hay que ser osado y audaz en la situación actual, por lo que este Economista Perplejo se ha lanzado a ello proponiendo cosas raras. Así convierto a los lectores en lectores perplejos y no estaré solo. Un pequeño consuelo.


@juaniganciodeju

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