Parece que según todos los estudios que se están haciendo (económicos, se entiende) se puede confirmar que saldremos de esto con una forma tipo el logotipo de la empresa Nike, sin menoscabo de que si lo ponemos en barras nos dé el logotipo de la otra marca, Adidas. Eso nos da esperanza, porque veremos mucho sufrimiento, si, pero también será corto.
Y aquí surgen otras dos noticias relativamente importantes. Por un lado, la propuesta del gobierno español para la financiación de la salida en Europa y, por otro, el inicio de la 'desescalada' que empiezan a poner sobre la mesa los gobiernos.
Lo primero, la gestión europea de la reconstrucción, faltan mucho detalles de cómo se pondrá en marcha, porque se pondrá. 1,5 billones de euros de financiación perpetua y a tipos de interés muy reducidos avalados con el presupuesto de la UE. Eso es, aproximadamente, un 10% del PIB de Europa. No está mal. Sobre todo porque se movilizarán muchos más de origen privado. Lo importante es en qué se emplearán y qué sectores se verán afectados. Porque si algo debemos empezar a tener claro es que la estructura actual de las economías va a saltar por los aires. Eso significa que, por poner un ejemplo, en España reduciremos mucho nuestro sector turístico y de restauración y, por lo tanto, debemos incentivar otros sectores.
¿Cuál será nuestro problema para, por ejemplo, incrementar nuestra industria? Pues nuestra estructura salarial y de protección del trabajador. Y debemos ser capaces de competir con los salarios chinos. ¿Cómo lo hacemos?. Ahí debemos tener en cuenta dos conceptos que, aunque los manejamos con soltura, nunca los entendemos y, en consecuencia, nunca los aplicamos: la productividad y la I+D+i.
En primer lugar, la productividad. Entiendo por ello la definición clásica de la economía: incremento de la producción por unidad de factor variables adicional. Es decir, cuánto se incrementa la producción (física) cuando incrementamos una unidad el trabajo. Si somos capaces de incrementar la productividad más que otros podremos producir nosotros y no otros (o y otros). Existe un ejemplo típico de ésto que fue la fábrica de Ford al inicio de la producción de los automóviles. Ford identificó y puso en marcha aquellas cosas que podían incrementar la productividad de sus trabajadores y los aplicó con mucho éxito. En ese caso la clave era los salarios y, en concreto, los salarios de eficiencia. En la actualidad no parece un buen indicador, luego habrá que investigar otros.
Junto a la productividad, debemos tener en cuenta la otra pata del proceso, la I+D+i. Debemos acostumbrarnos a pensar que no es un gasto, que es una inversión. Deberemos dedicar más cantidad del presupuesto a la I+D+i y centrarnos en la i, es decir, la innovación. Ya lo escribí en otros post de aquí, en este país somos muy buenos en la I y en la D, pero hacemos muy poco en la i. Es decir, dejamos la implantación de los avances en la ciencia (y, por lo tanto, también en la economía) a otros y nos conformamos en vender nuestros avances. Eso nos lleva a invertir en cosas que luego aprovechan los demás, y eso lo deberemos cambiar. Esto ocurre porque la filosofía clásica en este apartado es que la innovación, en cuanto a puesta en proceso productivo de los avances, deben hacerlo las empresas. Y perdemos muchas oportunidades (y rentas). Sería un gran avance que abandonáramos la frase de Unamuno 'Que inventen ellos' por otra más certera de 'Apliquemos lo inventado'.
Y ¿cómo hacemos todo esto? Pues mediante algo tan 'arcaico' como la formación continua. Pero de verdad, no como mero incentivo para gastar fondos asignados sin monitorizar los resultados. Si somos capaces de canalizar los fondos para todo esto hacia la innovación y la formación continua bien estructurada y muy bien organizada, podremos salir más rápidamente de la crisis y posicionarnos en los mercados con un nuevo brío. Como ya dije antes, de la I Guerra Mundial salimos con los locos años 20; de la II Guerra Mundial salimos con el incentivo de la industria europea y con crecimientos sostenidos durante 3 décadas; de la III Guerra Mundial, ésta, debemos ser capaces de salir reforzados. Luego ya tenemos algo en lo que centrarnos: vamos a ser capaces de poner en marcha las cosas que hacemos con eficiencia y generar puestos de trabajo y rentas en este país.
Y ¿en qué sectores industriales debemos centrarnos? Pues no lo sé. Si lo supiera ya habría invertido en ellos, pero no lo sé. Si percibo que lo más importante en el futuro será la flexibilidad de las instalaciones, en empresas que sean capaces de hacer varias cosas con muy pocos cambios. Porque podemos tener la tentación de centrarnos en la biotecnología pensando que el futuro va a estar más centrado en la salud y en evitar otra pandemia. Pero puede que nunca más nos enfrentemos a una nueva pandemia y los problemas nos venga por otro lado. Por lo tanto, flexibilidad.
Queda la segunda parte, es decir, ¿cuándo salimos? Es necesario saber cómo se va a ir retornando a la normalidad, urgentemente. La ciudadanía necesita saber cuál es el horizonte al que se enfrenta; cuándo podrá volver a trabajar y a ganar dinero para pagar sus facturas; qué va a pasar con sus asignaturas y sus exámenes, lejos de la vaga alusión a 'promocionar es la norma'; qué horizonte puede ver para su hipoteca, si la tiene, o su alquiler, al margen de los créditos que le han prometido; qué va a pasar con sus patologías que en este momento no se está tratando por miedo o al colapso de los hospitales. Son respuestas que nos tienen que dar de forma urgente y con un plan bien diseñado, que además provocaría una especie de faro que serviría de guía para que la gente entienda lo que está pasando. No bastan con los 'aplanamientos de curvas', 'doblegar la curva' y estas cosas. Un plan con plazos flexibles y metas concretas.
Esto es una pandemia y no tenemos ningún modelo en el que fijarnos. Todo es nuevo, pero, al menos yo, sigo en estado de perplejidad permanente. No soy capaz de interpretar ni los datos, ni las señales, ni las palabras de unos y otros. Necesitamos certezas. Es urgente.
@juanignaciodeju
Queda la segunda parte, es decir, ¿cuándo salimos? Es necesario saber cómo se va a ir retornando a la normalidad, urgentemente. La ciudadanía necesita saber cuál es el horizonte al que se enfrenta; cuándo podrá volver a trabajar y a ganar dinero para pagar sus facturas; qué va a pasar con sus asignaturas y sus exámenes, lejos de la vaga alusión a 'promocionar es la norma'; qué horizonte puede ver para su hipoteca, si la tiene, o su alquiler, al margen de los créditos que le han prometido; qué va a pasar con sus patologías que en este momento no se está tratando por miedo o al colapso de los hospitales. Son respuestas que nos tienen que dar de forma urgente y con un plan bien diseñado, que además provocaría una especie de faro que serviría de guía para que la gente entienda lo que está pasando. No bastan con los 'aplanamientos de curvas', 'doblegar la curva' y estas cosas. Un plan con plazos flexibles y metas concretas.
Esto es una pandemia y no tenemos ningún modelo en el que fijarnos. Todo es nuevo, pero, al menos yo, sigo en estado de perplejidad permanente. No soy capaz de interpretar ni los datos, ni las señales, ni las palabras de unos y otros. Necesitamos certezas. Es urgente.
@juanignaciodeju
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