viernes, 21 de diciembre de 2012

AL FINAL NO HUBO FIN DEL MUNDO

Si uno se encuentra leyendo este post es que, probablemente, el fin del mundo profetizado a partir de los calendarios mayas no haya ocurrido y todo siga igual, es decir, que Rajoy seguirá siendo presidente del gobierno, que Montoro seguirá siendo ministro de Hacienda (por lo menos a corto plazo), que Artur Mas será presidente de la Generalitat con ánimos secisionistas y que Merkel seguirá en el poder en Alemania con el ánimo de aplacar a los manirrotos vecinos del sur. Es decir, que lo mejor hubiera sido que los Mayas hubiesen tenido razón y dejásemos de sufrir.

Porque a partir del 21 de diciembre de 2012 seguirá habiendo desahucios en España que dejen a las familias con deudas astronómicas y sin bienes con las que satisfacerlas. Y, lo que es peor, condenados de por vida a la economía sumergida para no satisfacer unas deudas abusivas, basadas en tipos de interés confiscatorios y con una normativa no ya preconstitucional, sino anterior incluso a la II República y que ningún gobernante (es decir, ni Botin, ni Francisco González, ni Ángel Ron, ni nadie con poder efectivo en España) va a querer cambiar porque les beneficia extraordinariamente.

Y van a seguir las subidas de impuestos a la clase media de este país, ya que, ante una crisis de ingresos públicos, ocasionados por la terrible y espeluznante cifra de desempleo que tenemos, los que firman en el BOE no son capaces de hacer otra cosa que subir y establecer nuevos impuestos que afecta exclusivamente a las clases medias, que son las que con su actividad de consumo y ahorro deberían provocar la salida de la crisis.

En el horizonte un año 2013 especialmente aterrador que empezará con subidas en el precio de la electricidad fijados por una ley irracional que determina un sistema injusto de reparto de las cargas. Hoy se habrá celebrado la subasta eléctrica que implicará una subida del recibo. Y tendremos que satisfacer otra cantidad adicional (vía deuda pública) como consecuencia del déficit que se generará.

Después, un incremento de los precios de las gasolinas y gasóleos por la eliminación de una exención que existía sobre los biocombustibles.

Luego vendrán los copagos sanitarios. Nos van a cobrar por cualquier servicio que recibamos en materia sanitaria (medicinas, traslados, ortopedias, etc), como medio de producir ingresos para un sistema fiscal agonizante.

Aparecen también las tasas en la justicia, argumentando que eso disuadirá del uso del estado de derecho para frenar los abusos. Pero es meramente recaudatorio, no una medida de racionalización de la justicia.

Se plantean cobrar, incluso, por las inscripciones en el Registro Civil. Y aquí el argumento es más divertido: la gestión de los recursos de la propiedad (en manos de los registradores) generan beneficios, luego en vez de recuperar esos ingresos, establecemos un sistema parecido en el Registro Civil. Con lo cual, a partir de ahora, inscribir a un hijo, o un fallecimiento, o una boda, podría terminar teniendo un coste. El problema es que la ley nos obliga a hacerlo.

Y seguiremos discutiendo una reforma de la educación que se centra en aspectos colaterales del sistema (religión, leguas, etc) pero que no aborda los problemas de fondo del sistema en cualquiera de sus fases, con una desmotivación abusiva de los profesores (catalogados de vagos por dar “sólo” 20 horas de clase), una gestión caótica de los centros por cualquiera que tenga competencias, una mediocre masa estudiantil, con sus notables excepciones. En definitiva, un sistema basado en el equilibrio financiero más que en los resultados y donde, en aras del mantenimiento de ese equilibrio, se perpetúan situaciones que deberían cambiarse. Y, sobre todo, no se aborda el principal problema: la desconexión entre el sistema educativo y el sistema productivo, que debería realizarse mediante la adopción de un verdadero proyecto de formación profesional realmente cualificada y pegada a las necesidades del sistema productivo.

Además, seguiremos teniendo un sistema de pensiones que, dada la situación de desempleo que tenemos, mantendrá sus problemas de sostenibilidad a medio y largo plazo y que nos obligarán a reformar para buscar el equilibrio. Pero el equilibrio significa, para los que firma en el BOE, exclusivamente privatización indirecta vía obligarnos a la forma de un plan de pensiones privado.

En definitiva, que tendremos un sistema social con serios problemas de sostenibilidad por la incapacidad de los gobernantes (los reales y los elegidos). Los tres pilares del sistema de protección social (sanidad, educación y pensiones) camino de una especie de privatización encubierta que augura un futuro poco alentador.

Porque además se abandonan actividades de futuro por el hecho de que no hay dinero, como es el caso de la investigación, y se buscan esos ingresos en actividades prácticamente paralizadas, como es la construcción, sin abordar el problema de fondo que es el cambio en las actividades productivas de la economía. En vez de afrontar una reforma fiscal valiente, se procede a imponer el ajuste en los sectores más castigados, con lo que su capacidad de maniobra empieza a estar agotada y sus posibilidades son ya escasas.

Y se argumenta que es por la ‘herencia recibida’, incluso para aquellos gobernantes que llevan más de veinte años en el poder de la misma administración, lo cual implica que o son ineptos en la gestión, o no tienen argumentos sólidos. O ambas a dos, que no lo descarto.

Porque, ¿qué hay detrás de todas estas medidas que estamos sufriendo? El déficit público no justifica estas medidas, ya que se pueden plantear alternativas para la recaudación de esos importes (por ejemplo: tasa Tobin, tipos del Impuesto de Sociedades efectivo y real próximos, Impuesto del patrimonio, Impuesto sobre el juego on-line). Luego hay algo más: la ideología que impera en el mundo y, especialmente, en Europa, que lleva aparejado el objetivo de alcanzar el 50% del coste de los servicios públicos que se nos prestan sufragados por el usuario directamente. Es decir, abandonamos el concepto de solidaridad que ha imperado en el desarrollo del Estado del Bienestar en el Viejo Continente y lo transformamos por el de sufragar el coste para todo el mundo.

Esa idea, aceptable para aquellos que no creen en la solidaridad, no encaja en la realidad donde, además de los impuestos que nos cobran para sufragar el Estado de Bienestar, se cobra hasta el 50% del coste del servicio. Luego realmente existiría un re-pago de las cantidades, una por la cuota de solidaridad y otra por el copago.

Y serán los ciudadanos quienes, con su esfuerzo, terminen por intentar enjugar las deudas de las administraciones pero quedando sin margen para satisfacer las suyas propias, verdadero problema de la economía española que nadie se plantea abordar. Y, al final, ni podremos pagar la deuda pública (que crecerá hasta más allá del 100% del PIB en el año 2014) ni podremos pagar la deuda que tenemos los agentes individuales, ni podrán pagar las empresas. Pero si podrán pagar los bancos, ya que habremos expropiado la deuda manteniéndoles los beneficios. Pura ideología.

Y no tendremos servicios públicos al 100%, sino que pagaremos por ellos hasta un 50% más y perdiendo la gestión pública de los mismos. Y todo ello con un sistema fiscal obsoleto, con figuras de mediados del siglo XX, abocado al fracaso y sin tener un efecto redistributivo razonable.

En definitiva, que mejor hubiesen tenido razón los Mayas y ahora no tendríamos estas preocupaciones. Ni que leer a este Economista Perplejo.







@juanignaciodeju



miércoles, 7 de noviembre de 2012

UNA APORTACION AL DEBATE HIPOTECARIO

Se ha abierto el debate en torno a las hipotecas en España. La situación del mercado hipotecario es tan dramática como el desempleo, al cual se encuentra irremediablemente unido y, en consecuencia, cualquier solución del primero debe venir por aliviar el segundo. Y como no se espera que las cosas mejoren a corto y medio plazo en el mercado de trabajo, tenemos que hacer ‘algo’ que mitigue los efectos en el mercado hipotecario. Como además es un drama social que está encima de la mesa y provocando imágenes de televisión, es un buen lugar donde hacer un poco de política y ganar unos cuantos votos.

Lo primero que tenemos que hacer es analizar qué es eso del mercado hipotecario. Si lo consideramos como tal, es decir, como un mercado, desde un punto de vista meramente económico se podría analizar con su oferta y su demanda, como cualquier otro mercado. La gran diferencia con cualquier otro mercado donde hay activos es que en este caso el bien que está en juego es real, no financiero, y proporciona una utilidad ‘real’, entendida ésta desde el punto de vista económico.

El concepto clave para analizar un bien es el de ‘utilidad marginal’, definida como el incremento de la utilidad proporcionada por el consumo de un bien cuando se incrementa éste unitariamente. Y ésta es decreciente: a medida que incrementamos el consumo de un bien, las unidades adicionales nos proporcionan menor utilidad. El ejemplo que se suele poner es el del alcohol: las primeras copas son placenteras, pero llega un momento en que su consumo disminuye nuestra capacidad de disfrutar y termina por emborracharnos tanto que imposibilita el fin por el que empezamos a beber. En el caso inmobiliario, la utilidad marginal del bien en cuestión, es decir, de las casas, en la época de la burbuja, no era decreciente: cualquier incremento unitario de las unidades del bien proporcionarían mayor utilidad que la anterior, por lo que la demanda se incrementaba de forma constante. Eso es lo que aumentó la burbuja alimentada con el combustible de la imposibilidad de perder dinero con las inversiones inmobiliarias. ¿Qué haríamos si nos afirman que, por ejemplo, las acciones de una compañía X van a crecer ininterrumpidamente de precio tanto a corto como a medio y largo plazo? Pues comprar y mantener, dado que siempre ganaremos dinero. Y si necesito ese dinero, endeudarme con la garantía de ese activo. Un comportamiento racional lo miremos por donde lo miremos.

En un mercado, desde un punto de vista estrictamente económico, la variable fundamental a analizar es el precio. Es quien equilibra el mercado, quien coordina oferta y demanda y, por lo tanto, la variable a estudiar. Y el precio, desde un punto de vista de la demanda, se determina por lo que conocemos como ‘disposición a pagar’. Y, por lo tanto, depende estrechamente de la utilidad marginal. Cuanta mayor sea la utilidad marginal del bien en cuestión, mayor será nuestra disposición a pagar y, en consecuencia, el precio del mismo. Si además ésta es creciente, el precio del bien será constantemente creciente y los consumidores actuarán según las leyes de la economía adquiriendo unidades a precios cada vez mayores. Esto es lo que pasó con la burbuja inmobiliaria y el comportamiento de la demanda del bien. Como la utilidad marginal era creciente, los precios crecían y la demanda admitía esos precios sin disminuir.

Y, por el lado de los financiadores de ésta situación, es decir, las entidades financieras, lejos de aplacar la burbuja con préstamos más estrictos, la alimentaron conscientes de que el precio subiría por las condiciones del mercado. Es por lo que me quejo amargamente: algo habremos hecho mal los profesores de economía que no hemos transmitido que el mercado inmobiliario en España estaba en un proceso antinatural y que la utilidad marginal caería en algún momento. O no lo hemos contado, lo cual me resulta imposible, o no hemos sido capaces de hacérselo entender a los alumnos.

Sirva esta introducción para sentar las bases de la situación. Nos encontramos con un mercado distorsionado (el de la vivienda), con precios eternamente crecientes, rentabilidades positivas y, en consecuencia, activos con alta rentabilidad y fuerte demanda. La oferta debía crecer para poder satisfacer la demanda e intentar cerrar el exceso. Y eso es lo que ocurrió: la oferta de vivienda creció indefinidamente en un intento de obtener los máximos beneficios posibles en el menor tiempo. Estos incrementos de la oferta no sofocaron los precios que continuaron con la anomalía de la utilidad marginal creciente, y en consecuencia los incrementos de oferta se traducían en incrementos de precios y, por lo tanto, de beneficios explosivos. Y en la participación de ese movimiento, la demanda creciente de trabajadores con el reclamo de salarios cada vez mayores.

Hasta aquí la historia. Cuando pincha la burbuja, por la subida de los tipos de interés, nos encontramos con que la economía se ha envuelto en dos espirales complejas: una espiral precios-salarios (la subida de los precios de la economía provoca incrementos de los salarios) y otra salarios-salarios (los incrementos de salarios en un sector inducen incrementos en otros sectores, aunque la productividad sea diferente). En consecuencia, la pérdida de competitividad de las economías que han vivido de la burbuja. La situación final de todo ello es que se tiene que reestablecer el equilibrio de la única manera posible: despidiendo masivamente al personal contratado con salarios altos, cerrando empresas que surgieron como consecuencia de la situación y manteniendo el Estado el status mínimo de las personas que han perdido su trabajo. Y esto es así porque los salarios monetarios, como advirtió Keynes, son inflexibles a la baja, que sería la otra forma de reequilibrar el mercado.

Después de cuatro años de ajuste en la economía española nos encontramos con un nivel de paro insoportable para una economía (25%), con un gran número de personas que no tienen ningún ingreso en su hogar (más de 1,5 millones), con un desempleo de larga duración en límites extraordinarios y con deudas contraídas muy superiores a la capacidad de pago posible para la mayoría de los hogares. Y esto es lo que provoca los desahucios actuales y los que tendrán que venir en el futuro.

Los ajustes han provocado la aparición de nuevos pobres, gente que podría sobrevivir en un entorno recesivo sin excesivos problemas pero a los que la política emprendida les coloca en situación de exclusión aun cuando tienen un trabajo estable, lo que antes era la garantía de un futuro más o menos garantizado, pero que en las actuales circunstancias provoca que no sea así. Y esa nueva categoría es la que más debe preocupar a los legisladores, dado que la aparición de ese grupo implica un cambio en la estructura de pensamiento de la población y, en consecuencia, un cambio en sus actitudes ante el consumo y el ahorro: no tengo renta suficiente, no puedo consumir y necesito ahorrar, no hago ni una cosa ni otra y paralizo la actividad. Y no hago ni una cosa ni la otra porque las nuevas imposiciones por parte del gobierno me imposibilitan consumir (disminuye la renta disponible) pero también ahorrar (tengo que desahorrar para poder mantenerme). Es decir, estamos ante una situación que requiere tomar decisiones audaces para evitar que todo el sistema colapse y, por lo tanto, que lo haga el país. Muchos de los debates identitarios actuales tendrían un enfoque diferente si los encargados de hacer leyes y cumplirlas hubieran advertido el cambio de la sociedad antes de que se materializara tan bruscamente. Y la solidaridad se habría afianzado.

Por lo tanto, tenemos un problema complejo que requiere soluciones nuevas que respondan al doble reto de: reequilibrar el sistema económico y rescatar a las personas que empiezan a situarse en una posición de exclusión antes de que caigan en ella. Y el problema es que empezamos a no tener tiempo para aplicar ninguna medida que no proporcione efectos inmediatos. Además, debemos cambiar nuestra forma de pensar abandonando dogmatismos que no permiten solucionar el problema. Tiene que cambiar la sociedad, si, pero también tiene que cambiar el pensamiento para lograr soluciones útiles para todos.

Pero ¿qué soluciones? En primer lugar, hablemos de leyes. No soy experto, pero hay algo que no puedo entender, y que los datos no hacen más que revelarlo: no es posible que gente desahuciada, y sin trabajo, mantenga deudas millonarias con los bancos una vez perdidos todos sus activos. La solución no puede ser otra: pasarse a la economía sumergida, con los problemas que eso causa a toda la sociedad, al estado en su conjunto y a la economía. Los datos son tozudos: mientras las afiliaciones a la seguridad social de los autónomos están cayendo, los trabajadores por cuenta propia en la EPA crecen. La conclusión es evidente: como debo ingentes cantidades al banco, sumerjo mi actividad y dejo de pagar impuestos (y al banco, lógicamente). Por lo tanto, lo primero que habría que hacer es solucionar esa anomalía funcional del sistema. Y debería establecerse, incluso con efectos retroactivos, la dación en pago. Se afirma que eso hundiría el sistema financiero (¿más todavía?) y que incrementaría los precios de las hipotecas (me parece hasta razonable). Pero no se mira al otro lado: gente obligada a sumergir su actividad de forma indefinida no es un buen negocio para nadie (ni incluso para el que trabaja sin las garantías legales).

Con las familias ya ejecutadas y con deudas multimillonarias pendientes, deberían entrar por decreto en un proceso concursal que solucionase su situación, permitiéndoles la regularización fiscal a coste cero. Es decir, una amnistía fiscal, pero para aquellos que realmente la necesitan.

Pero lo más importante es que la situación seguirá empeorando. Como he dicho al principio, los problemas hipotecarios de los ciudadanos están ligados a los problemas de desempleo, y no solucionaremos los primeros sin solucionar el grave problema de nuestro mercado laboral. Se han hecho cosas que afectan al mercado de trabajo que van en la buena dirección, pero no se creará trabajo mientras no se incremente la demanda de la economía, lo cual no está previsto en los próximos años con la política actual. Es decir, debemos cambiar de política, pero de forma imaginativa, no con las viejas fórmulas económicas de keynesianismo, monetarismo o clasicismo que todos estamos pensando. Se ha demostrado que los dogmatismos han dejado de funcionar en las circunstancias actuales. Las políticas keynesianas no nos han sacado de la crisis, pero la ortodoxia monetaria tampoco lo está consiguiendo.

Y debemos conjugar esa necesidad imperiosa de crecer económicamente con el desapalancamiento de la sociedad en su conjunto. Lo más curioso es que ambas condiciones van unidas: si crecemos, podremos proceder a devolver nuestras deudas sin realizar un esfuerzo extraordinario. Sin crecimiento, el proceso de desapalancamiento generará más dificultades. Y los gobernantes, aparentemente, mantienen la misma postura, pero aplican políticas contrarias, centrando las necesidades de crecimiento en el medio y largo plazo, olvidando que el problema es ya acuciante. Por lo tanto, urge crecer pero no hay dinero para ayudar a esa tarea.

Por otro lado, las familias están sin consumir por el grave problema de deuda que tienen y que les imposibilita el consumo y el ahorro. Si esta fuera la situación de un país, de una empresa o de un banco, la solución ya se habría aplicado: una quita de la deuda relajaría las condiciones de funcionamiento y, en consecuencia, su disponibilidad. Pero en el caso de los agentes económicos no se aplica, es más, nos dicen que ‘las deudas hay que pagarlas’ como si eso fuera así con todo el mundo. Por lo tanto, lo razonable es aplicar una quita de las deudas de los ciudadanos de forma que se posibilite su acción económica. Pero sin dañar adicionalmente los balances de los bancos, que ya están muy alterados en su estructura. La solución ideal es una moratoria en el pago de las hipotecas para aliviar la situación, cosa que he propuesto en varias ocasiones.

Y finalmente algo de lo que nadie está hablando, pero que proporcionaría soluciones indirectas: generar inflación, que es la mejor manera de rebajar las deudas. Si hay inflación, las deudas pierden valor y resulta más fácil pagarlas, pero con una política deflacionaria como la que estamos haciendo no sólo no mejoramos la situación, sino que esta tiende a empeorar de forma constante y, lógicamente, retroalimenta la espiral deflación-decrecimiento en la que nos estamos metiendo peligrosamente.

En consecuencia, hay que solucionar los problemas de las personas que ya están en situación crítica (los desahuciados actuales) e impedir que los ‘nuevos pobres’ caigan en esa situación, con lo que podríamos conseguir que la situación, por lo menos, no empeorase en los próximos años.

Ya que se han puesto a analizar el problema, espero que encuentren las soluciones oportunas. Solo he intentado aportar algo al debate.





@juanignaciodeju



jueves, 25 de octubre de 2012

UN POCO DE POLITICA MONETARIA

Voy a hacer un poco de pedagogía bancaria. Espero que alguien me lo reconozca económicamente.

Últimamente la gente se pregunta ¿por qué no podemos dejar caer los bancos’. Y lo hace con la lógica aplastante de la ciudadanía: si mi empresa puede quebrar y encontrarme en la calle sin más amparo que un seguro de desempleo menguante y un panorama desolador en el empleo, cualquier empresa (y los banco lo son) debería poder encontrarse en la misma situación y cerrar cuando fuera insolvente. De esa manera nos ahorraríamos todos una buena cantidad de dinero (el ministerio de Economía y Competitividad va a introducir una enmienda en los presupuestos para poder incrementar la deuda en 60.000 millones de euros para recapitalizar los bancos, tal y como advertí el mismo día del ‘préstamo en condiciones muy favorables’). Nos ahorraríamos también los sufrimientos que vamos a afrontar (y estamos afrontando) por los recortes que nos imponen desde fuera (o no) en estos años. Con lo cual, dejemos que quiebren y se acabó el problema.

Y gente con algunos conocimientos económicos (no muchos) también lo plantea como si eso fuera la panacea de los problemas. Y por dinero que les hemos prestado y avalado, las condiciones indicarían que es mejor deshacerse de la ‘grasa’ y quedarnos exclusivamente con lo bueno (si es que lo hay) del sistema financiero.

Y de tanto oírlo, parece ser una idea extendida por ahí. El problema es que no podemos dejar caer los bancos. Y esto es así por dos motivos básicamente: uno por pacto legal y otro por imperativo económico.

El pacto legal se remonta al año 2008, cuando los jefes de gobierno de la UE pactaron que no se iba a dejar caer ningún banco en Europa. Cuando cae Lehman Brothers en septiembre de 2008 se desatan todos los infiernos en el mundo financiero y es cuando se pacta que eso no va a ocurrir en Europa. Es la época de los rescates multimillonarios de las bancas inglesa, alemana, francesa, etc. Y de los avales de la banca española, cuya peculiaridad es que el problema importante no era privado, sino público y que comentaré más adelante.

El imperativo económico viene por el hecho de que los bancos son creadores de dinero, es decir, de cada euro que hay en circulación (lo que llamamos Base Monetaria) existen en la economía más euros vía los que los economistas denominamos ‘multiplicador del dinero’ y que es, simplificando, un cociente entre el coeficiente de efectivo y el coeficiente de reservas. En sus términos más simples, algo como lo siguiente:

                              (e + 1)/(e + r)

Que implica que dependiendo de los deseos de la gente de tener efectivo en su poder y de las reservas que tengan los bancos comerciales en el Banco Central, así será la cantidad de dinero que haya en el sistema. Como la mayoría de nosotros tenemos nuestro dinero en el banco y los bancos comerciales tienen poco dinero en reservas del Banco Central (legalmente es un 2%), el multiplicador es elevado. Por ejemplo, si e = 10% y r = 2% el multiplicador tendría un valor de 9,17, o lo que es lo mismo, por cada euro que existiese en circulación existirían 9,17 euros en el sistema financiero.

Por otro lado, los bancos comerciales actúan aceptando depósitos, que son sus pasivos, y prestando ese dinero a otras personas (que serían sus activos). Por lo tanto, su balance muy simplificado sería algo como lo siguiente:

               BANCO X

       ACTIVO      PASIVO

        Créditos       Depósitos

De forma que el Banco X será solvente cuando sus activos (es decir, sus créditos) sean iguales que sus pasivos (es decir, los depósitos). El problema es cuando los créditos (activos) son menores que los depósitos (pasivos) por la mala gestión de sus directivos, es decir, cuando lo que tengo que cobrar o puedo convertir en dinero no supera a lo que debo a los depositantes. Este es el caso de la banca española con problemas en la actualidad, y si dejáramos que cayera implicaría la desaparición de la práctica totalidad de los depósitos de ese banco. Y eso implicaría la desaparición de otros depósitos en otros bancos en razón de la relación del multiplicador monetario.

Esto significa que no podemos dejar caer un banco, especialmente si es un banco de grandes dimensiones. La desaparición de masa monetaria que eso implicaría nos llevaría a un desastre económico de tales proporciones que no nos lo podemos permitir. En todo caso, hay que proceder a la liquidación ordenada, salvaguardando los activos para poder hacer frente a los pasivos (depósitos).

¿Y por qué no se ha hecho antes? Otra pregunta retórica que parece que últimamente se ha extendido. Nos dicen que la recapitalización de los bancos tendría que haberse hecho en el año 2008 o 2009 cuando la hicieron en toda Europa. Pero obvian que la banca española con problemas eran las Cajas de Ahorro, que ya eran públicas (según la ley de cajas, responsabilidad de las Comunidades Autónomas). Luego habría sido algo así como darle dinero a las CC.AA.. Lo primero que hubo que hacer fue sacarlas del poder autonómico (primera reforma financiera) mediante fusiones entre ellas que las deslocalizaran. Una vez deslocalizadas, exigirlas un mínimo de capital y pasarlas a la dependencia del Banco de España (segunda reforma financiera) forzándolas a la búsqueda de socios que les permitieran subsistir (las salidas a bolsa de Bankia y Banca Cívica son el ejemplo) o a la nacionalización y posterior venta a otro banco que tuviera capacidad de asumirla (como es el caso de UNIM). Pero eso no se pudo hacer en el año 2008. Los tiempos son los que son.

Y para terminar, ¿qué es lo que está pasando en el sistema financiero que está paralizado en la concesión de créditos? La respuesta está en la fórmula del multiplicador monetario expuesta antes. Si la gente aumenta su deseo de tener dinero en efectivo (o salen capitales de España) o si los bancos comerciales depositan más dinero del necesario en el Banco Central (del billón de euros que prestó a 3 años el BCE, en abril había en reservas 870.000 millones), la oferta monetaria (la cantidad total de dinero en circulación) disminuye y, por consiguiente, todos los tipos de interés se incrementan (incluida la prima de riesgo). Y esto se ve alimentado, además, por la parálisis de la economía real (la no financiera) que hace que el canal de distribución que deberían ser los bancos (‘canal de transmisión de la política monetaria’ lo llamamos los economistas) no esté funcionando y la economía se encuentre en una situación de práctica paralización, disminuyendo la renta y, por consiguiente, bajando la recaudación impositiva e incrementándose los gastos y el déficit público. Es por ello que soy tan pesado con eso de fomentar el crecimiento, ya que si eso no ocurre, el canal de transmisión seguirá cerrado y la política monetaria seguirá sin funcionar.

¿Cuándo terminará todo esto? La respuesta la he dicho en varias ocasiones: para el año 2015 podremos ver un poco de luz al final de túnel dependiendo de la evolución que tengan los bancos comerciales. Hasta entonces toca seguir sufriendo por los recortes y la política económica que se está haciendo.

En definitiva, que no podemos dejar caer los bancos, que nos van a costar un ojo de la cara (algo así como 300.000 millones en total), que a pesar de ello la economía seguirá en recesión y que todo puede mejorar, ligeramente, para el año 2015. Espero confundirme. O no, que me estoy volviendo como Rajoy.







@juanignaciodeju





martes, 2 de octubre de 2012

EL RESCATE SERIA POSITIVO SI ...

… Cambiase la actual estructura de fijación de precios en el sistema eléctrico español, donde la electricidad tiene unos costes desorbitados y genera un déficit impagable aun con tasas e impuestos ad-hoc porque las empresas son quienes controlan el mercado, tanto por el lado de la demanda como por el de la oferta, generando distorsiones en los precios, en los costes y en la asignación de recursos.

… Deshiciera los oligopolios en los mercados de distribución de gasolinas y gasóleos, permitiendo una verdadera competencia mediante, por ejemplo, la compra directa del producto por empresas independientes que lo distribuyeran entre los surtidores, generando una homogeneidad del producto que ahora, aparentemente, no quieren que exista.

… Eliminase las trabas a los emprendedores con la creación de líneas blandas de crédito finalista para que puedan montar una empresa en España. En las actuales circunstancias, con una tasa de paro creciente y un elevado número de personas en desempleo de larga duración, es imposible que ninguno de los sistemas inútiles puestos en marcha hasta el momento sirva para fomentar el autoempleo.

… Realizase una política activa de empleo para la inserción de los jóvenes en el mercado laboral fijando como objetivo reducir a sólo un 15% la tasa de paro juvenil hasta el final de la legislatura. Una buena formación para el empleo, gestionada por el servicio estatal y orientada al mercado laboral incidiendo en aquello que es demandado por el mercado, podría aliviar la situación de los jóvenes, principal motor inversor y consumista de la sociedad.

… Generase un autentico mercado competitivo en el sector de la distribución comercial, eliminando ineficiencias administrativas en la asignación de los recursos que lo único que generan son incentivos negativos en los productores.

… Eliminase las duplicidades administrativas de los distintos niveles españoles, generando un autentico sistema de financiación corresponsable, donde la administración central recaude el 100% de los impuestos y financie suficientemente los servicios sociales básicos, corriendo por cuenta de otras administraciones la gestión de los servicios complementarios, los incrementos de la cartera de servicios y la financiación de los mismos.

… Obligase a los bancos y las instituciones financieras a declarar de forma transparente la cartera inmobiliaria y su distribución entre promotores y particulares y a la venta inmediata, con el descuento que fuese necesario, de los pisos y locales comerciales que obran en su poder con el fin de eliminar las incertidumbres existentes en la actualidad, procediendo, si fuese el caso, a la nacionalización de las entidades que no actúen según este principio.

… Mejorase la eficiencia del impuesto sobre sociedades español, aproximando la cuota real con la efectiva y eliminando esa bolsa de fraude.

… Persiguiese de forma contundente el fraude fiscal en España, procurando alcanzar una cifra de economía sumergida por debajo del 10%, de forma que se recaudasen anualmente en España aproximadamente unos 45.000 millones de euros adicionales.

… Realizase una profunda reforma fiscal en España, abandonando figuras impositivas del siglo XX para hacer de la economía española un verdadero motor del crecimiento en el siglo XXI (Tasa Tobin incluida.

… Hiciese una auténtica devaluación fiscal de forma que nuestras empresas puedan exportar sus productos al resto de Europa generando mejoras en nuestras balanzas comerciales y eliminando las deudas que figuran en el sistema TARGET 2.

… Utilizase parte del dinero que nos van a prestar (300.000 – 500.000 millones) para incentivar la economía con políticas activas definidas con el objetivo de mejorar la productividad.

… Obligase al gobierno a mantener, incluso incrementar, el gasto en I+D+i de la economía, fomentando la investigación y la obtención de conocimiento que pueda ser usado en el futuro para un crecimiento económico sostenible.

… Fomentase la educación como principal instrumento de cambio de la sociedad, presentándola como lo que es, una inversión que siempre proporciona réditos a medio y largo plazo.

… En definitiva, se pensase en las personas y no en los mercados.

Pero como se va a limitar a garantizar la deuda de la economía española con los bancos alemanes, no servirá de nada y estaremos camino de convertirnos en una copia de Portugal o Grecia. Esperemos que todavía nuestro gobierno tenga un margen de maniobra para evitarlo.





@juanignaciodeju

martes, 18 de septiembre de 2012

LAS EXPECTATIVAS RACIONALES, BERNANKE Y RAJOY

La curva de Phillips es un instrumento que se utilizaba en la política económica para determinar una relación entre inflación y desempleo y que fue muy importante durante los años 50 y 60 del siglo XX. Según esa interpretación, un gobierno podía elegir una cantidad de inflación a cambio de un determinado nivel de desempleo, bastaba para ello poner en marcha las medidas que considerara oportunas. Sin embargo, Robert Lucas y Milton Friedman realizaron una crítica a esta teoría que resultó ser importante en economía: si el gobierno anuncia una determinada medida para establecer un determinado volumen de inflación y desempleo, como los agentes económicos cuentan con toda la información y son capaces de interpretarla convenientemente, no será efectiva y lo único que se conseguirá será una variación de la inflación sin repercusión en el empleo. Ese mecanismo que ‘filtra’ las medidas es lo que los economistas llamamos Las Expectativas Racionales.

Establecido el concepto lo importante es ver si se cumple dicho enunciado. Y, efectivamente, se cumple. Inicialmente la crítica a la teoría de la curva de Phillips realizada por Friedman y Lucas cambió el concepto mismo de la curva, estableciendo un concepto nuevo que resulta más o menos complejo de comprender: la tasa de desempleo no aceleradora de la inflación (tasa NAIRU). Es decir, existe una tasa de desempleo que provoca que la inflación no tenga tendencia creciente.

Esta introducción me sirve para analizar dos cosas que he empezado a leer en algunos medios y que me han dejado un poco más perplejo: la primera, la opinión de que la Reserva Federal, con la QE3 puesta en marcha la semana pasada, pretende intercambiar un ligero incremento de la inflación con una disminución del desempleo; la segunda, las crecientes dudas de nuestro presidente del Gobierno en relación con el rescate (o ‘asistencia financiera’ que le llaman ahora) de la economía española.

En la introducción ya queda claro que lo que supuestamente pretende la Reserva Federal no va a ocurrir, y mucho menos de forma duradera en el tiempo. Más bien pretende acomodar la política fiscal con la monetaria para eliminar los posibles efectos negativos de la primera sobre la economía. Y de esa manera acercar la economía a la tasa NAIRU de forma que no aparezcan efectos perversos, especialmente la deflación.

Alguien se preguntara ¿no estáis un poco esquizofrénicos los economistas con eso de los precios que si suben es malo y si bajan también?, es decir, si la inflación es mala,  ¿por qué es también mala la deflación?. La respuesta es evidente: la deflación es mucho peor que la inflación, en cuanto que destruye actividad económica a un ritmo mucho mayor que la inflación y, por consiguiente, hay que evitarla a toda costa. Lo que desde un punto de vista del consumidor individual puede ser positivo (que los precios sean cada vez más bajos), desde el punto de vista macroeconómico es perverso, ya que desincentiva las compras de bienes dado que esperaremos que éstos continúen bajando de precio de forma indefinida. El ejemplo más claro lo tenemos en el mercado inmobiliario español: si pensamos que los precios de los pisos van a continuar bajando, ¿por qué invertir ahora en ellos si serán más baratos en el futuro? Ese comportamiento colapsa el mercado haciendo desaparecer inversión, empresas, valor y actividad.

Con respecto a la segunda de las noticias, las dudas de nuestro presidente para solicitar el rescate, ponen en evidencia que por mucho que nos empeñemos en divulgar las relaciones económicas y los conceptos de forma muy simple, siempre quedará alguno no asimilado y se cometerán errores de bulto. Con las repetidas solicitudes de ayuda al BCE realizadas por los miembros el gobierno español de las últimas semanas forzando al establecimiento de unos criterios de actuación por parte de la institución monetaria, una vez obtenidos éstos, estamos obligados a solicitar el rescate más pronto que tarde. Sin embargo, el presidente está demorando la decisión pensando que la mejora de la situación provocada por el anuncio de Mario Draghi va a ser permanente y le va a evitar el estigma de solicitar la ayuda. He leído en algún medio de comunicación que el gobierno estima que si se mantienen las condiciones actuales en el mercado de deuda no necesitará pedir la asistencia financiera. Y en ese gobierno se sientan, si no me confundo, al menos 3 economistas.

Pues la realidad será muy distinta. Por mucho que la subasta de letras de hoy y de bonos del jueves sean positivas, será inevitable que el gobierno español pida el rescate, ya que el mero anuncio indirecto del mismo, al ser conocido por los agentes económicos y ser capaces de prever el resultado, ha operado ya en contra de la economía española y cualquier demora provocará un empeoramiento de las condiciones. Una vez más operan en el mercado las expectativas racionales de los agentes que anticipan las decisiones. Como vamos a solicitar el rescate, ahora los inversores están más seguros y aceptan el riesgo; si no lo hacemos, el mercado se hundirá y acabaremos obligados a la solicitud aunque empecemos a crecer al 10% anual. Es lo que tienen las expectativas racionales: una vez puestas en marcha es imposible dar marcha atrás.

Por lo tanto, un retraso en la solicitud por el gobierno únicamente va a generar un empeoramiento de la situación y la necesidad de adoptar medidas cada vez más drásticas para intentar convencer a los mercados de nuestra buena voluntad. Y lo peor del caso es que si se están aplicando cálculos electorales, como ocurrió con los presupuestos, la situación se va a hacer inmanejable incluso después de solicitar la ayuda de Europa y corremos el riesgo cierto de terminar como Grecia. Son las expectativas racionales quienes nos forzarán a ello. Y mucho más pronto que tarde.



@juanignaciodeju


martes, 4 de septiembre de 2012

EL PROBLEMA DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA

Todos los años, al principio de curso, recomiendo a mis alumnos que lean los periódicos. Pueden ser los especialistas, es decir, los específicamente económicos, o los generales, que en la actualidad da más o menos igual, ya que el principal foco de atención en estos momentos es la economía, por lo que centrarán sus noticias en esa materia. Y como reconozco que ellos tendrán problemas económicos como el resto, les sugiero que los lean por internet, de forma que se ahorrarán el dinero y contribuirán al medio ambiente.

Y que lean todos los que puedan, que no discrimen. Son todos accesibles desde la red, gratuitos en la mayor parte de sus contenidos, y siempre es conveniente conocer distintos puntos de vista de forma que podamos tener una opinión propia fundamentada, aparte de conocer los argumentos de otras personas y, en consecuencia, ser capaz de aprender de argumentos cercanos a los nuestros y de otros muy diferentes.

Y aunque ya conozcamos los datos por nuestra profesión o nuestras inquietudes, como es mi caso, cuando se ponen blanco sobre negro en formato periodístico parecen tener mayor relevancia. Pues precisamente hoy se han conocido dos cosas muy importantes en la economía española: en primer lugar, y por la tragedia que eso está suponiendo, el dato del desempleo: 4.625.634 desempleados inscritos en las oficinas de empleo. A este dato hay que sumar algo así como 1.300.000 desempleados que no figuran en esas listas porque están desanimados (y así se les denomina estadísticamente), luego cerca de 6 millones de personas sin empleo en un país con 47 millones de habitantes; más de un 10% de la población total española está en desempleo. Este debería ser la principal preocupación de las medidas a adoptar por el gobierno y por los técnicos de Bruselas. La tragedia es de tal magnitud que, de no ser por la economía sumergida (que se estima en un 25% del total de la renta), se provocarían grandes movimientos sociales, probablemente violentos. Y las medidas no están teniendo en cuenta este problema, sino el déficit público. Eso es lo que podemos llamar un error en el objetivo: no podremos reducir el déficit mientras la cifra de desempleo no disminuya a la mitad.

La segunda es también muy reveladora: la deuda de las familias españolas es de 848 mil millones de euros, de los cuales, 652 mil millones son créditos hipotecarios; la de las empresas es de 1,218 billones de euros. Y sí, la noticia es que han disminuido un 4% anual, cifra del todo insuficiente para nuestras necesidades. Pero sumando ambas cifras, las empresas y las familias debemos a los bancos 2,066 billones de euros, es decir, casi el 200% de nuestro PIB, y esa debería ser la noticia. Son cifras relevantes por dos motivos: el primero es que demuestran, efectivamente, que hemos vivido una fiesta descomunal de la cual unos han sacado más provecho que otros, pero casi todos hemos participado en mayor o menor medida.; el segundo porque pone de manifiesto que el problema no es la deuda pública (80% del PIB al final de año, sin considerar el rescate bancario; 90% si lo incluimos), es la deuda privada. Y, una vez más, el gobierno y los técnicos fallan en el objetivo y se preocupan por la parte pequeña del problema y no por la relevante, y las medidas van dirigidas al problema manejable dejando fuera el problema grave de verdad.

Sumando ambas cifras podemos concluir que o cambiamos radicalmente el objetivo de la política económica, con medidas a corto plazo, o no tendremos medio plazo que gestionar en el futuro, dado que nuestro sistema económico quedará colapsado. Y eso es así porque podemos entrar en el círculo vicioso de los rescates: la deuda pública ocasiona el rescate de la economía, se imponen medidas restrictivas, se incrementa el desempleo, esto ocasiona problemas de pago a los bancos, los activos de éstos se deterioran, se producen pérdidas, el gobierno tiene que hacerse cargo de los problemas bancarios y se incrementa la deuda y el déficit públicos. Con este mecanismo no sólo no reducimos nuestro endeudamiento, sino que se incrementa considerablemente con una socialización y duplicidad que nos hace a todos más pobres, dado que deberemos nuestra deuda (la privada) y la de todos (la pública), que tiene su origen en la deuda privada. Es por ello que me he manifestado contrario al rescate (‘una asistencia financiera probablemente errónea’) y abogo, constantemente, por un cambio en la política económica del gobierno con diferentes argumentos intentando sensibilizar a los que mandan (‘¿Por qué es tan mala la política económica del gobierno?’; ’22 medidas para avanzar’) y de otros actores en esta situación (‘Europa: una solución’; ¿Cómo salimos de esta?).

Con todo esto, podemos concluir dos cosas: una, que nuestra economía será rescatada porque nadie parece saber de economía (o, al menos, parecen haber olvidado las nociones más simples); y segunda, que no servirá de nada porque el problema es la parte privada de la deuda, de la cual nadie se está preocupando. Lo volveré a decir: sin crecimiento económico, que posibilite una mayor renta a los agentes económicos, no podremos salir de esta situación. Y nuestro problema de deuda, y el de otros muchos países en Europa, tiene soluciones distintas mucho más racionales (‘Teoría de juegos y crisis de deuda’). Pero seguiré sin ser tenido en cuenta, ni Yo ni otros muchos economistas que hablamos constantemente de los mismo. Y Yo seguiré siendo un Economista Perplejo.



@juanignaciodeju

viernes, 24 de agosto de 2012

TEORIA DE JUEGOS Y CRISIS DE DEUDA

La teoría de Juegos es un instrumento matemático de gran utilidad en el análisis económico, fundamentalmente en el análisis de mercados oligopolísticos por cuanto nos permite establecer estrategias de comportamiento, muy útiles cuando hablamos de mercados poco competitivos.

Podemos dividir las soluciones dentro de la teoría de juegos en cooperativas o no cooperativas. Las primeras son aquellas donde todos los jugadores podrían sacar ventaja de la mutua colaboración, como por ejemplo el famoso ‘dilema del prisionero’ donde ambos jugadores obtendrían ventaja si colaborasen, pero que en ausencia de colaboración obtienen equilibrios que no mejoran su situación pero minimizan sus riesgos. Las soluciones no cooperativas son aquellas donde los jugadores compiten por obtener los máximos beneficios posibles cada uno de ellos. Dentro de estos últimos podemos incluir los denominados ‘juegos de suma cero’.

Los ‘juegos de suma cero’ son aquellos en los que los beneficios de uno de los jugadores implican pérdidas iguales del otro jugador, por lo que la suma final del juego es siempre cero. Por ejemplo, en el póker, las ganancias de algún jugador siempre deben corresponderse con las pérdidas de algún otro, de forma que el dinero sobre la mesa es siempre el mismo (a no ser que alguien estime oportuno incrementar el dinero apostado mediante la aplicación de una cantidad adicional) y lo diferente es el reparto del mismo entre los jugadores.

Llegados a este punto, vamos hacer algunas trampas para analizar la situación del mercado de deuda europeo y comprender algunas cosas. En primer lugar, y como buen economista, hagamos algunas hipótesis.

Supongamos que el mercado es finito, es decir, que es un conjunto cerrado y limitado, donde la cantidad de dinero está dada y no puede aumentar. No es tan extraña esta hipótesis, ya que el BCE no aumenta la liquidez de forma incontrolada y el resto de inversores no parecen dispuestos a aumentar los fondos dedicados a la deuda europea en este momento.

Los gobiernos compiten por unos mismos fondos en condiciones desiguales. Es decir, no es lo mismo prestar dinero a un gobierno con una economía en expansión que a otro en situación de recesión.

El poder de los gobiernos es desigual. No todos los gobiernos europeos tienen la misma influencia en los mercados.

El número de gobiernos es limitado, cerrado y finito. Es decir, cada gobierno puede influir en los precios en función de su capacidad en la economía europea, pero no existen riesgos de nuevos actores (gobiernos) en el mercado que desestabilicen las condiciones.

Hasta aquí las hipótesis. Podríamos establecer algunas más, pero con estas basta para el propósito de este artículo. No nos asustaría establecer alguna más y más restrictiva si fuera necesario (el famoso chiste del economista perdido y el abrelatas), pero no es necesario.

En estas condiciones, el mercado de deuda europeo podríamos analizarlo como un juego no cooperativo (los gobiernos compiten por el mismo volumen de dinero) de los considerados de suma cero, es decir, el dinero que, por ejemplo, obtiene España, dadas las hipótesis que hemos establecido, lo deja de percibir, por ejemplo, Portugal. Las ganancias de España implican pérdidas en Portugal (mejor dicho, los fondos recibidos por España no lo serán por Portugal). Esto implica que habrá países con exceso de capacidad de obtención de fondos, como es el caso de Alemania, y países con serios problemas para la captación de esos fondos, como es el caso de España e Italia. De ahí las diferencias en los precios pagados por los unos y los otros: mientras el gobierno alemán cobra por recibir fondos prestados, otros pagamos cantidades ingentes de dinero por captar esos fondos.

¿Cómo solucionarlo? En mi opinión hay dos soluciones satisfactorias (aunque como siempre digo, en economía todo es cuestionable): por un lado, aumentar la cantidad de dinero, es decir, que el BCE actúe como prestamista de última instancia proporcionando fondos a los gobiernos vía compra de deuda en el mercado primario, es decir, el de financiación de los gobiernos; por otro lado, la solución cooperativa: que los gobiernos se pongan de acuerdo para repartirse los fondos existentes de forma que la solución sea la mejor posible para todos (los famosos eurobonos).

Con respecto a la primera solución, ya somos conscientes que no se va a poner en marcha por el temor alemán a la inflación. Ha sido aplicada por otros bancos centrales (EE.UU., Inglaterra) y ahí están las cifras: con un déficit similar al español y un nivel de deuda superior, no tiene problemas de financiación y los tipos de interés se mantiene en niveles bajos.

Por lo tanto, la solución debe ser cooperativa, de forma que se obtenga la mejor situación posible para todos los países (en este caso, la menos mala). Esto igualaría los costes de financiación de los países, aunque no solucionaría el problema de fondo: la cantidad finita de dinero en el mercado de deuda. Provocaría una mejora en los niveles de tipos de interés de algunos países, pero empeoraría el del resto, dado que a partir de ese momento, la deuda sería única y estaría avalada por todos los miembros de la UE. Pero tampoco se va a poner en marcha de momento: Alemania no quiere socializar el problema, es decir, se niega a cooperar con el resto de países, en parte porque actúa como líder dentro de un esquema de líder y seguidor: establece sus condiciones y deja que el resto de los agentes actúen en términos de competencia perfecta en lo que queda del mercado.

Existe una tercera solución, poco probable por cuanto implicaría adoptar decisiones muy complejas: que un grupo de países se uniera en la aplicación de soluciones cooperativas para competir con el líder en similares condiciones, de forma que se le fuerce a actuar de forma cooperativa para evitar pérdidas mayores a las que le sometería el mercado. En este esquema encaja la última reunión de los líderes europeos, con las presiones de Hollande, Monti y Rajoy para flexibilizar los criterios de los fondos de rescate. Aunque se corre el riesgo de que se forme un cártel por cada bando que mire exclusivamente por sus intereses, en cuyo caso la ruptura está asegurada.

En fin, que la UE va camino de la ruptura a no ser que se haga lo que se tiene que hacer: la cooperación de los países como medio para solucionar el grave problema de la crisis de deuda que estamos sufriendo. O solución cooperativa o cártel no cooperativo que permita la competencia en condiciones similares con el riesgo de ruptura que eso implica. Ese es el futuro que prevén los analistas.



@juanignaciodeju

domingo, 19 de agosto de 2012

ASISTENCIA FINANCIERA POSIBLEMENTE ERRONEA

Tenemos el rescate a la vista o, como se llama ahora, la ‘asistencia financiera’. Un rescate de una economía se pide cuando un país está en unas circunstancias muy específicas: alto nivel de endeudamiento público, alto nivel de déficit público y bajo crecimiento económico, más bien decrecimiento. Esta situación provoca que el país no tenga acceso a los mercados y, en consecuencia, no tenga capacidad de endeudamiento privado institucional y tenga que acudir a un financiador de su deuda. Así ha ocurrido en los casos griego y portugués y, en menor medida, en el irlandés. Los dos primeros no tenían acceso a los mercados por las condiciones de su deuda. El caso de Irlanda, lejos de parecerse, se fraguó por la necesidad de intervenir en sus bancos para solucionar los desmanes de los directivos que habían generado un desfase que cubrió el gobierno con un incremento del déficit público del 30% de su PIB.

Aquí tenemos un déficit público persistente en niveles elevados, básicamente por los intereses que pagamos, una deuda pública (descontando los 100.000 millones del primer rescate) relativamente manejable, pero un crecimiento económico negativo con tendencia a empeorar. Cuando se produce el famoso ‘préstamo en condiciones muy favorables’ nuestros indicadores empeoraron considerablemente y todo se precipitó, aunque nuestras estadísticas macro eran malas pero manejables desde un punto de vista financiero. Es más, con las LTRO del BCE los bancos españoles estaban en condiciones para seguir comprando deuda española sin ningún problema. Pero la necesidad de recapitalizar la banca, con los agujeros negros creados, han provocado que avancemos en el camino del rescate total de la economía sin remisión. Porque nuestros socios nos exigieron que redujéramos el déficit público en la cantidad que nos prestaban y eso, lógicamente, provocó que nuestra economía entrase en una pendiente descendente más acentuada y que nos situase ante una incapacidad de pagar nuestra deuda pública, que se incrementará automáticamente en los 100.000 millones que nos prestan para recapitalizar la banca,

Con eso, y según las previsiones, nuestra deuda pública alcanzará algo menos del 90% de nuestro PIB en el año 2012 y que se incrementará en el año 2020 hasta el 101,5% (según previsiones de la Comisión), lo cual se complementa con unas previsiones de decrecimiento de 1,8% para 2012 y del 0,3% para 2013, lo cual provocará que nuestro mercado laboral seguirá deteriorándose y, en consecuencia, las dificultades serán mayores. En fin, que el panorama no pinta nada bien y, en consecuencia, las previsiones de financiación empeorarán considerablemente. De ahí que vayamos de cabeza a la ‘asistencia financiera’ que nos ahogará un poco más.

Hasta aquí las condiciones objetivas. La realidad es distinta: si analizamos los datos del sistema target, España debe a sus socios por sus transacciones alrededor de 350.000 millones de euros. Alemania tiene un saldo favorable, en el mismo sistema, de 700.000 millones de euros. Es decir, los organismos europeos quieren garantizar, con la ‘asistencia financiera’, los pagos a Alemania que debemos hacer. Ese es el principal desequilibrio que preocupa a los dirigentes. Y esa es la principal causa de las presiones que estamos sufriendo para acogernos al rescate. Luego la verdadera razón de la ‘asistencia financiera’ es el pago de nuestros acreedores

La pregunta es ¿servirá esto para solucionar nuestros problemas? La respuesta es, como todo en economía, matizable y opinable. Aunque pienso particularmente que no. Y lo hago por la especial circunstancia que tiene la economía española, y es que nuestro principal problema no es la deuda pública, sino la privada. En porcentaje del PIB, los sectores privados de la economía debemos al exterior un 216% de nuestro PIB. Es decir, queremos garantizar la financiación del sector público para pagar sus deudas (90% del PIB), pero no nos damos cuenta que el problema real está en el sector privado, que debe mucho más y que, con las políticas puestas en marcha hasta ahora, no podrá pagarlas de ninguna manera. Es por ello que siempre digo lo mismo: sin crecimiento económico que posibilite a los agentes económicos incrementos de renta y creación de empleo, será imposible que nuestros bancos, nuestras empresas y los ciudadanos mismos podamos hacer frente a nuestras deudas y, en consecuencia, cualquier política que queramos poner en marcha, fracasará. Pero los técnicos de la UE no parecen querer ver esta situación y se centran exclusivamente en la garantía de reducir el déficit público y de la sostenibilidad de la deuda pública.

No sé qué condiciones nos impondrán (seguro que no serán suaves) ni lo qué harán con el dinero (aunque me temo que nada nuevo) pero o incrementamos nuestra actividad económica o no podremos pagar nuestras deudas ni aunque despidamos a todos los trabajadores públicos de la economía y privaticemos la sanidad y la educación. Así que, señores economistas de la Comisión, analicen bien los datos y planteen cosas distintas de las que seguro que van a plantear. Es sólo un consejo de un economista desfasado (y perplejo).



@juanignaciodeju

martes, 17 de julio de 2012

22 MEDIDAS PARA AVANZAR

Llevo muchos años preocupándome por el crecimiento como base de la solución del problema de los déficits público y privado, haciendo propuestas de medidas que podrían ayudar y viendo que sigue siendo una quimera que algún responsable se siente a pensar en ello como solución de nuestros problemas. Es por ello que ahora pretendo establecer toda una batería de medidas que marquen una trayectoria a seguir por nuestros gobernantes con el fin de tener un sistema económico en el futuro. En consecuencia, se tratará de medidas que incidan en el corto y el medio plazo, por lo que la exposición puede ser larga y aburrida, a mismo tiempo que repetida en algunos puntos.

El objetivo principal es iluminar a los responsables españoles y europeos en el por qué de las cosas, y en concreto, el por qué no nos dejan en paz los mercados. Cada plan de austeridad que sacamos a la luz es aplaudido entusiastamente por los responsable (se va en la dirección correcta; es lo que necesita el país, etc) pero resulta ineficaz para solventar nuestros problemas y seguimos pagando altos intereses por nuestra deuda. Y los ciudadanos estamos cada vez más indignados ya que nuestros sacrificios, al no servir para el objetivo que se plantean, generan dudas y, en consecuencia, incumplimientos.

El corto plazo.

Lo que aquí presento es una batería de medidas que ya he planteado en otras entradas:

1.- Banco Malo. Me parece muy tarde esperar hasta el mes de octubre que empiece a llegar el dinero de Europa. Deberíamos hacerlo ya y dejar las anotaciones contables como pendientes de cobro/pago, pero es imprescindible que se limpien los balances. Será la única manera de que los bancos puedan volver al mercado, que es la causa principal de la parálisis del crédito en España. Los bancos no pueden prestar dinero únicamente con la facilidad de crédito del BCE, ya que es una financiación a muy corto plazo y los préstamos lo son a un plazo mayor.

2.- Con la banca ya capitalizada, moratoria hipotecaria por uno o dos años. No se pagará cantidad alguna por capital en las hipotecas, tan sólo intereses, y el plazo se aumentará uno o dos años. No estamos tocando para nada el sistema de financiación bancario, les mantenemos (e incluso incrementamos) los beneficios, se incrementará el consumo, se incrementará el ahorro, se recaudarán más impuestos y se generará actividad. Digamos que funcionaría como una quita a las deudas personales con la ventaja que ello tendría. Adicionalmente, no costaría un duro al gobierno, con lo que el déficit público podría disminuir. Para aquellos que penséis que esto es una locura, ya fue aplicado en EE.UU. en la crisis del 29 y dio muy buenos resultados. Igualmente fue propuesta por Lagarde no hace mucho.

3.- Cambiar la ley hipotecaria para que los contratos tuviesen revisión trimestral de las condiciones, de forma que se aprovechen mejor las bajadas de tipos de interés que nos esperan por lo menos durante los próximos cinco años. Se liberaría renta hacia los agentes económicos que, lógicamente, se dedicaría al consumo y al ahorro.

4.- Bajar las cotizaciones sociales cinco puntos, de forma que se liberen rentas en las empresas para que éstas puedan o bien bajar precios (que sería lo deseable) o incrementar sus beneficios y contratar nuevo personal. Si se contratase nuevo personal, bajarían los gastos del estado y se incrementarían sus ingresos. La medida adoptada por el gobierno de cara a los años 2013 y 2014 es puramente cosmética y no servirá para nada, al margen del incremento del 5% en determinadas bases que se incluía en el decreto.

5.- Tasa Tobin para las transacciones en bolsa. Lo ideal sería una tasa Tobin general, pero no veo al “encargado” Montoro con la capacidad suficiente para llevarla a cabo. Lo que Yo propongo es más sencilla: cobrar un 0,5% de los movimientos que se generen en las bolsas españolas. Si fuésemos más audaces, incluiría derivados, y demás.

6.- Rebaja del IRPF en los puntos que se aprobó en diciembre y compensación de esos ingresos perdidos con el impuesto de sociedades. Según anunció el propio gobierno, el impacto recaudatorio de esta medida era de unos 4.000 millones de euros. Un acercamiento entre el tipo efectivo y el tipo nominal en el impuesto de sociedades de las grandes empresas (diferencias abismales entre el 30% de tipo nominal y el efectivo) generaría ese dinero y más todavía.

7.- Para estabilizar los mercados de capitales, prohibición indefinida de las operaciones cortas en bolsa. Ha sido un error monumental admitirlas, que está influyendo, lógicamente, en la prima de riesgo y demás indicadores.

8.- Tipos de interés al 0%. La reunión de primeros del mes de julio fue positiva, en cuanto que rebajó los tipos de interés y dejó sin remumeración las facilidades de depósito. Pero se quedó corta: hay que bajar los tipos al 0% y cobrar a los bancos comerciales por las cantidades depositadas en el Banco Central. En este caso tendrán que mover el dinero y ponerlo en circulación, con lo que posibilitará el crédito.

9.- Incrementos salariales en los países centrales del euro. De la misma manera, permitir un mayor nivel de inflación, en torno al 4% en esos países.

Estas medidas, que pueden ser adoptadas de inmediato por los agentes económicos involucrados, generaría algo fundamental: crecimiento a corto plazo en la economía y corrección primaria de los desequilibrios en el comercio exterior. No solucionamos los problemas que tenemos, que son más profundos, pero sí ponemos a la economía en la senda de la solución. Obviamente, tienen que encuadrarse en una reforma más profunda de la estructura que paso a detallar.

El Medio Plazo

1.- Reforma del sector eléctrico, con el fin de mejorar la competencia y dotarle de transparencia y fiabilidad. No es posible que, como dijo el “encargado” Soria el otro día en TVE, la capacidad de generación máxima en España sea de 106.000 gvb y el consumo máximo sea de 36.000 y aun así suba el precio. Es evidente que ese mercado no funciona (o debemos cambiar el concepto mismo de la economía: si la oferta es mayor que la demanda, lo precios tienden a bajar). Por lo tanto, hay que ver qué está pasando con el mercado eléctrico y cómo tenemos que reformarlo. Para empezar, y sólo por sugerir, tendrían que desaparecer los oligopolios y oligopsonios que se han establecido.

2.- Reforma del sector petrolero, con el mismo fin que se ha establecido en el punto anterior. Es otro mercado donde no hay competencia y donde, además, nos jugamos parte del futuro como nación, dado que importamos la práctica totalidad del consumo que realizamos. ¿Cómo es posible que el precio en España haya subido un 191% más que el precio en Europa, obviamente antes de impuestos?.”Encargado” Soria, tiene usted trabajo.

3.- Reforma del sector de la mega distribución, refiriéndome a los mercados centrales. El problema es la escasa relación entre la oferta (agricultores y ganaderos) y la demanda (consumidores) y las brechas, cada vez mayores, en los precios percibidos y pagados. El problema aparente es el de siempre: oligopolios y oligopsonios.

4.- Reforma fiscal completa, haciendo progresivo el impuesto de sociedades, estableciendo nuevas tasas no por residencia sino por generación de la actividad, eliminar el impuesto de Actividades Económicas, etc. Ya la especifiqué en un post propio.

5.- Reforma de la administración, evitando duplicidades y mejorando la eficiencia de los servicios públicos, lo cual no debe significar más que un auténtico diseño de dónde queremos terminar y qué queremos hacer con nuestra administración.

6.- Identificar sectores en fase expansiva y apostar por ellos con legislaciones que les permitan mejorar la competencia. No es solo cuestión de gastarse el dinero que no tenemos, es facilitarles el acceso a los mercados de forma que desaparezcan las trabas que impiden la competencia y, en consecuencia, el desarrollo de esos sectores. Por poner sólo un ejemplo: no es cuestión de subvencionar el coche eléctrico para el tráfico de las ciudades, es facilitar el acceso a los puntos de carga, por ejemplo, alquilándoselos a las empresas eléctricas a coste muy reducido durante un periodo largo de tiempo.

7.- Reformar la formación profesional y ocupacional para que sirva verdaderamente de motor del crecimiento de la economía. La generación de valor añadido es la clave de nuestra competencia y, por consiguiente, de nuestras exportaciones. Hay que competir con nuestras armas, no con las del ‘enemigo’. Y, evidentemente, a salarios bajos nunca les vamos a ganar.

8.- Como punto final, aunque realmente sería el primero de las medidas a medio plazo internas, establecer un diseño realista de cómo debe ser nuestra economía dentro de 15 años y aprobar las medidas que conduzcan a esa situación.

9.- En el ámbito europeo, que también tienen que hacer cosas, establecer un programa de políticas fiscales que lleven a los países centrales del euro a un crecimiento sostenido con tintes inflacionistas.

10.- Cambiar las funciones del BCE introduciendo el crecimiento, o el mantenimiento del pleno empleo, como un mandato más. Para ello, habría que modificar el tratado de creación e incluir la capacidad de ser el prestamista de última instancia en Europa, de forma que igualase los tipos de interés.

11.- Establecer plazos y condiciones para una auténtica política económica europea, con un gobierno fuerte elegido democráticamente y sin estar atado a los gobiernos nacionales. Por poner un ejemplo de alguna idea que le confiera independencia, podría gestionar el IVA de forma que se unificaran los tipos en toda Europa y dejaría de ser un arma competitiva de los gobiernos (¿no os parece raro que los países rescatados y aquellos que estamos en camino, tengamos el IVA normal más caro de Europa?).

12.- Que Europa establezca unos niveles mínimos de inversión en I+D+i de forma que sea una variable que quede al margen de los vaivenes políticos y de las necesidades a corto plazo de los países. O entendemos que la investigación es la clave del futuro o no vamos a ninguna parte.

13.- Lo mismo, y por los mismos motivos, con la educación, adoptando niveles mínimos de gasto estatal en esa materias.

En fin, que podríamos estar todo el día dando soluciones. Con estas, si se implantasen, ya iríamos bien. Pero veréis como no aplican ni una sola de ellas. Es lo que tiene ser un tipo raro en esto de la economía.

@juanignaciodeju


miércoles, 11 de julio de 2012

RECORTES Y MAS RECORTES

Ayer ya indiqué lo que nos esperaba, y hoy el presidente ha cumplido su palabra con Bruselas y ha presentado un nuevo plan de ajuste (el tercero en siete meses – diciembre, presupuestos y éste). A este paso no sabremos qué queda de lo que se plantea ni que podremos esperar. La confianza es algo que requiere estabilidad. Si no hay estabilidad, difícilmente podremos tener confianza. Y las medidas económicas deben ser predecibles de forma que tengan sus efectos en el menor tiempo posible. Incluso inmediatamente, según Lucas con las expectativas racionales. Desde luego, es difícil que un sistema económico se ponga en marcha con los constantes cambios a los que le estamos sometiendo. Y, por supuesto, la inversión esperará a ver la situación final para poner en marcha los proyectos.

El problema no son nuestros gobernantes, malos de solemnidad, sino los que mandan sobre ellos, es decir, Europa, sus técnicos y sus políticos. Están experimentando con nosotros, se juegan su prestigio con España e Italia y, si sale bien, saldrán reforzados y si sale mal, defenestrados. Por lo tanto, me temo que estamos en el juego de demostrar que ciertas teorías tienen razón sobre otras independientemente de los sufrimientos y vaivenes a los que sometamos a la población y al estrés que sufran las economías. Eso no es lo importante. Lo importante es demostrar que mis dogmas son los buenos y los otros están equivocados.

Ya lo hicieron con Argentina y su corralito. Estresaron tanto las condiciones que al final no había otra manera de evitar los problemas que destrozar todo el sistema financiero y económico para salvar la situación. Pero antes lo habían hecho con los Tigres Asiáticos y se cargaron la economía japonesa. En fin, que de fracaso en fracaso hasta la victoria final.

Eso si, lo teóricos ponen siempre como ejemplo las ex repúblicas soviéticas como imagen de su éxito. Pero se callan la variable fundamental: tipo de cambio flexible y economía en vías de desarrollo. No vaya a ser que, con esas consideraciones, la realidad sea distinta y los dogmas no se cumplan.

Os preguntaréis, ¿Y esto por qué? Sencillamente porque no consigo salir de mi asombro con las medidas que ha anunciado hoy el presidente Rajoy. No se pueden hacer peor las cosas y seguir sentándote en la Moncloa. Es, sencillamente, impresentable el paquete que ha presentado hoy al Congreso. Como va a ser largo, los que no estéis de acuerdo conmigo, dejar de leer. Los demás, coged café y algo de comer, que me voy a extender. Utilizo como fuentes de información, para que no me digan que soy sectario, la página abc.es

1.- Elimina la paga extra de navidad de funcionarios, diputados y senadores. Eso si, promete compensar a los funcionarios con una aportación a su plan de pensiones (sic). Y ¿si no tienen plan de pensiones? Con eso espera ahorrar 4.000 millones. Impresionante. Lo que no se espera Rajoy es que con esto dejará de recaudar, por lo menos, 2.000 millones de euros en imposición de diferente tipo. Aun así, siguen adelante.

2.- Subida del IVA. Aisladamente, un error. Bien hecha, un acierto. Y la van a hacer mal, ya que la acompañan con una disminución de las cotizaciones sociales en 2 puntos, 1 en el 2013 y otro en el 2014, mientras que el IVA subirá desde el 1 de agosto. Con estas tres medidas, la caída del consumo va a ser épica, y en consecuencia la recaudación por IVA se va a hundir. Como ya tenemos hundida la de los impuestos directos, el déficit se va a disparar. Y luego preguntarán por qué y no sabrán qué está ocurriendo. El problema es que la troika nos visitará cada tres meses, luego habrá un cuarto ajuste. Medalla de oro en las olimpiadas.

¿Y si la hiciésemos bien?. Un cálculo aproximado, urgente e inexacto de la medida que llevo proponiendo varios meses (subida del IVA 1, 2 y 3% y bajada de las cotizaciones sociales en un 5%) generaría una mayor recaudación de más de 5.000 millones de euros, al margen de la mayor contratación que pudiera darse que no la estoy considerando, ni la subida del consumo por el efecto deflacionista de las medidas. Pero como debo estar considerado por los economistas listos como keynesiano, no me hacen ni caso. Qué le voy a hacer!

3.- Se reducen las subvenciones a la contratación, salvo para los minusválidos y las del contrato de emprendedores. Continuamos abandonando a su suerte a los parados de larga duración, los mayores de 55 años, etc. Pero eso sí, salvamos la cara de la Ministra de Empleo (¿o la llamamos a partir de ahora, del Desempleo?)

4.- Se eliminan los moscosos. Me parece bien. El problema es cuándo lo haces, ya que en la actualidad, para el año 2012, no tendrá mucha efectividad, luego la aplazamos al 2013 seguramente. Igualmente, se deja el número de liberados sindicales en el tope legal. Eso creía Yo, que las leyes se cumplían en este país. Como brindis al sol, ya puestos, se reducen las subvenciones a los partidos políticos y sindicatos un 20%. Y se equiparan las condiciones de incapacidad temporal de los funcionarios a las del resto de los trabajadores. Al mismo tiempo se facilitará la movilidad de los empleados públicos.

5.- Para fomentar la búsqueda de empleo se reduce la prestación a partir del sexto mes al 50%. ¿Alguien ha informado al gobierno que si una persona no encuentra trabajo en los primeros seis meses desde que lo pierde empieza a tener complicado reincorporarse al mercado? ¿Piensan que una persona con cargas familiares prefiere cobrar durante unos meses un subsidio que volver al mercado? La demagogia es muy fuerte en este tema y, la verdad, las situaciones pueden ser dramáticas. Y seguro que me pondrán ejemplos de gente que abusa del sistema.

6.- Se elimina la deducción por la compra de vivienda. Eso estaba claro, lo ilógico fue recuperarla con efectos retroactivos desde el 1 de enero de 2011.

7.- Reduce el número de concejales en un 30%. Será para las siguientes elecciones, a celebrar en el año 2015. Luego esto no es una medida de ajuste, es un brindis al sol para que veamos que se preocupa de lo que el pueblo piensa.

8.- Se homogeneizan los sueldos de alcaldes y concejales. Yo añadiría, además, los de presidentes autonómicos, consejeros, diputados, directores generales, secretarios de estado, etc. La primera reforma de la administración que debería hacerse, como se hace en cualquier empresa que se precie, es la de establecer unas tablas salariales que rigen las remumeraciones del personal en función de sus responsabilidades.

9.- Reducción de 600 millones de euros en el presupuesto de los ministerios. Y digo Yo, ¿no lo podían haber hecho la semana pasada que todavía estaban sin aprobar?.

10.- Pretende llevar a cabo una reforma de la Administración que ahorre 3.500 millones reforzando el papel de las Diputaciones Provinciales.

11.- Reforma del sector energético, repartiendo el déficit entre los sectores implicados con una nueva fiscalidad energética (vulgo, os subiré los impuestos a vosotros)

12.- Garantizar la Unidad de Mercado

13.- Reforma y liberalización del sector servicios.

Así habría alguna más, pero ya me parece suficiente.

Leo y releo la página web indicada y me pregunto ¿hay algún plan en todo esto o son un conjunto de medidas inconexas, desestruturadas, y atropelladas? ¿Obedece esto a una estrategia o es simplemente cálculos de los técnicos en una hoja excell hasta alcanzar una cifra? Como no encuentro la lógica, o soy muy torpe o no la tiene. No descarto la primera (es más, lo afirmo) pero tiene pinta de ser la segunda, es decir, no hay más lógica que cumplir con lo que nos pide Europa: reducir el déficit en el incremento que vamos a sufrir (65.000 millones). Y para esto no necesitamos ni ministros ni presidente del gobierno, sólo técnicos europeos con el manual debajo del brazo.

Porque todo esto no lleva a ningún lado, no se marca una senda para nuestra economía que nos permita ser optimistas con el futuro ni vislumbrar un sistema económico claro. Si añadimos los dos primeros ajustes con este nuevo presentado por el presidente, lo único que sacamos en claro es que, siendo más bañiztas que la ministra Báñez, “a quien Dios se la de, San Pedro se la bendiga”, es decir, habrá que buscarse la vida cada uno por su lado y sin un objetivo claro en la vida.

Un plan. Eso es lo que necesitamos. Un horizonte propio, no el marcado por la Troika que sólo persigue el recorte por el recorte. Llevo años pidiendo crecimiento, que es la mejor manera de reducir el déficit. Y hasta le creí cuando Rajoy dijo que eso es lo que iba a hacer (debate electoral con Rubalcaba). Pero de lo dicho, nada de nada. Llegaron al gobierno y se pusieron a recortar sin más afán que reducir el déficit público. Y ahí están los datos: crece y crece sin que nadie lo ponga bajo control. A esto le llamamos la espiral del déficit: hay déficit, recorto gastos y/o subo impuestos, cae la actividad, se reducen los ingresos y el déficit sube. Vuelvo a reducir gastos y/o subir impuestos, etc.

Señor Presidente, trace usted un plan económico, defina un objetivo creíble y alcanzable y trabaje para lograrlo. Es lo que se llama en estrategia empresarial DPO (Dirección Por Objetivos) sin la cual ninguna organización puede funcionar. Todo lo demás es un maquillaje de la realidad que no nos lleva a ningún puerto. Eso sí, recibirá el aplauso de los que le mandan (como de hecho ya han manifestado) aunque demostrarán su poder manteniendo la espada afilada y sobre nuestro cuello (el Ecofin ya ha dicho que en caso de que cristalicen los riesgos que acecha a la economía española, esperan nuevos ajustes adicionales a los ya anunciados). Y rectifique, que todavía está a tiempo: haga la devaluación fiscal que le he propuesto. Verá que es fácil.

Y por favor, lea cualquier libro de economía, que puede aprender mucho con poco esfuerzo, se lo aseguro. Si lo necesita, durante mis vacaciones me ofrezco a darle clases particulares. Tengo experiencia y soy serio. Lo de la buena presencia es subjetivo. Salario a convenir (le dejo que me lo recorte).





@juanignaciodeju

martes, 10 de julio de 2012

MEMORANDUM DE ENTENDIMIENTO

Ya tenemos aquí el famoso MoU para el rescate de la banca española. Voy a hacer un primer análisis apresurado del mismo, lo que probablemente me lleve a confusiones que deberé pulir más adelante. Es lo malo de ser el primero: el riesgo de confundirse es alto.

Lo primero que llama la atención es que, efectivamente, es un préstamo a España como país en tanto y cuanto no se apruebe la inyección directa del Fondo de Rescate Permanente a los bancos, y eso no ocurrirá hasta, por lo menos, mediados del año 2013. Luego no estábamos confundidos los que dijimos esto en el primer momento. Y, de momento, están confundidos los que recibieron el acuerdo de principios de Junio con euforia.

En segundo lugar, nos imponen condiciones macroeconómicas, como también apunté en el post ‘Préstamo en condiciones muy favorables’ escrito apenas unas horas después de la rueda de prensa triunfal de Luis de Guindos de aquel sábado, y sólo un poco antes de la triunfal declaración de nuestro presidente. Hay condiciones macro y eso lo sabemos ahora que han cerrado el documento, aunque ellos lo deberían tener claro antes.

Entrando en el detalle de lo que conocemos, en principio, como en todo en la vida, hay cosas buenas y cosas malas. Analicémoslas.

Condiciones a los Bancos.

Se crea un único Banco Malo (tercera reforma financiera de Luis de Guindos al frente del ministerio en tan sólo seis meses –este hombre podría ir a los Juegos Olímpicos, medalla segura), donde los bancos deberán integrar todos los activos problemáticos. Yo ya lo había pedido en su momento y, al final, me harán caso.

Se eleva el core capital hasta el 9%, lo que implicará que el crédito no conseguirá crecer hasta, por lo menos, el año 2015, como ya apuntaba el otro día un directivo y como ya dije Yo en Febrero. No soy un lince, es que en 2015 es cuando los bancos tienen que devolver el dinero que les ha prestado el BCE al 1%. Luego, evidentemente, primero cumplir con los acreedores y después con los clientes. Los planes tienen que estar preparados y presentados antes del 31 de diciembre de 2012 y no podrán reducir el core capital sin la autorización expresa del Banco de España.

Las ayudas las devolveremos en 15 años y con un tipo de interés de entre el 3 y el 4%. No son malas condiciones, pero tenemos que recordar que, de los países centrales del euro, excepto Francia y Alemania todos los demás estamos pagando intereses superiores. Pero Francia y Alemania serán los principales acreedores, luego ganarán dinero. Echo en falta un periodo de carencia de, por ejemplo, 5 años que permitiera tanto al sector, como a la economía, recuperarse de los desmanes cometidos.

Se impone un recorte del sector con cierre de oficinas y despido de trabajadores. Parece lógico que los acreedores quieran asegurarse los pagos, y la mejor manera es adelgazando el sector. Más bien creo que lo que impondrán será la concentración de entidades, de forma que las que queden sean más sistémicas y, por lo tanto, siempre controladas por los organismos reguladores. Si hubiese bancos en Europa fuertes, apostaría a compras de líneas de negocio, pero en las actuales circunstancias parece poco probable.

El gobierno cederá, antes del 31 de diciembre de 2012, el poder sancionador y de concesión de licencias para operar al Banco de España. Se cede soberanía del Estado, pero en las circunstancias actuales poco importa ya.

Finanzas Públicas.

Se impone una vigilancia de las cuentas públicas del Reino de España con la misma periodicidad que la de los bancos, es decir, trimestralmente.

Se concede un año adicional (es decir, hasta 2014) para la consecución del objetivo del déficit; debemos presentar unas previsiones para el periodo 2013-2014 especificando las medidas a adoptar; debemos crear una autoridad independiente que controle el presupuesto y debemos implementar la Lay de Transparencia.

Nos conminan a implementar las recomendaciones semestrales que nos haga la Comisión, recomendaciones para corregir nuestros problemas macro. En concreto, (y cita expresamente): nos sugieren realizar una reforma fiscal, implementar reformas en el mercado de trabajo, tomar medidas para incrementar la efectividad de las políticas del mercado de trabajo, tomar medidas para abrir los servicios profesionales eliminando barreras para la obtención de licencias, y completar la interconexión eléctrica y del gas y eliminar el déficit de tarifa (¡cuán agradecidos tenemos que estar a los presidentes Aznar y Zapatero por este regalo envenenado llamado sistema eléctrico español!).

A esto hay que añadir lo ya dicho por la Comisión en su momento: subida del IVA, reducción de las cotizaciones a la Seguridad Social, reducción del subsidio de desempleo (tanto en tiempo como en cuantía), reducción de la masa salarial de los funcionarios, tanto en cuantía como en personal, cambios en el cálculo de las pensiones, eliminación de la desgravación por la compra de vivienda, etc.

Análisis.

Me parece correcto el banco malo, de hecho ya lo apunté en su momento como solución al problema bancario, pero me parece excesivo el incremento del core capital hasta el 9%. Basta con recordar que Basilea pide un máximo del 8% y con un plazo de adaptación elevado. Parece que Europa quiera asegurarse una depreciación interna en toda regla, dado que la falta de liquidez en el sistema provocará una mayor mortalidad empresarial y, en consecuencia, una eliminación de actividad económica adicional.

Con la medidas macro, algunas son positivas en teoría (falta ver como se implementan) como es el caso de la devaluación fiscal que propugnan o la reforma fiscal que empieza a ser imprescindible en España o la eliminación de la desgravación fiscal por la compra de vivienda, largamente solicitada por cuantos organismos internacionales han pasado por aquí. Otras son negativas, como la reducción del seguro de desempleo (hay que volver a llamarlo así, lo pagamos los trabajadores de nuestras nóminas y, en consecuencia, es un derecho que nos otorga NUESTRO DINERO) o los cambios en el cálculo de las pensiones, aunque también dependerá de lo que adopte el gobierno (en cierta medida, un cambio legislativo en las pensiones puede ser beneficioso, tal y como apuntó en su momento el profesor Blanchard, por cuanto puede significar mayor consumo. Es una consecuencia teórica que se cumplirá seguro en las fases expansivas, pero que en las recesiones tengo mis dudas).

El problema es que el gobierno no tiene tiempo. Mañana anunciará todas estas medidas, y alguna más, Rajoy en el Congreso (ya era hora!) y las debe implementar rápidamente porque si no, no intervendrá el BCE en auxilio de nuestra deuda y pasaremos un mes de agosto de lo más divertido. De la rapidez y la concreción de las medidas depende el futuro de toda Europa, y eso no hace más que recordárselo a Luis de Guindos en cada reunión que tiene en Europa. Veremos en qué queda todo y si el gobierno es capaz de mantener la poca soberanía que nos han dejado. Porque en España, un Monti que suscite el apoyo de la mayoría no existe.



@juanignaciodeju