miércoles, 1 de febrero de 2012

DE VUELTA CON MENTIRAS

Mucho tiempo después. Las cosas siguen igual, o al menos un poco peor. Y, como siempre, cualquier tiempo pasado será mejor, según nuestro presidente. Ahí os dejo algunas reflexiones sobre las mentiras que nos están vendiendo. Habrá otras, seguro.

1.- PARA REDUCIR EL DEFICIT PUBLICO, HACE FALTA AUSTERIDAD.

Digamos que es de las más dañinas, porque así dicha es de Perogrullo que se cumpla. Si uno gasta más de lo que tiene (como nuestro presidente dice habitualmente), para reconducir la situación se gasta menos y ya está. Pero la realidad, en economía, es tozuda y los mecanismos, por mucho que los neguemos doctrinariamente, siguen cumpliéndose. Grecia ha incrementado el déficit público en el año 2011. Con las draconianas medidas adoptadas (han bajado sueldos, pensiones, quitado los gastos, subido todos los impuestos posibles, etc) y el déficit público crece. La respuesta demagógica es “alguien se lo llevará”. La respuesta real es otra. Los gastos públicos griegos han disminuido un 1,3%, es decir, efectivamente han reducido gastos. Pero los ingresos tributarios han caído un 1,7%. Conclusión: el déficit se ha incrementado un 0,4%.

Y esto es así porque quienes diseñan estos planes se niegan a aceptar que hay mecanismos de la economía keynesiana que funcionan, mal que les pese. Y, en concreto, aquí ha funcionado una cosa que llamamos el multiplicador, que afirma que ante variaciones en las variables del gasto autónomo (entre las que está, ¡Oh Dios mío!, el gasto público) provocan variaciones mayores en la renta. Y por ello, la recaudación baja más que la disminución del gasto. Luego para reducir efectivamente el déficit público básicamente hace falta un incremento de los ingresos, después de podar el gasto superfluo. Pero hay cosas que no se pueden tocar.

Otro ejemplo es la economía española. Después de mayo de 2010, con la bajada del sueldo de más de tres millones de trabajadores españoles, el consumo se hundió. Por poner un ejemplo: el saldo con el exterior creció en la economía española, en el tercer trimestre de 2011, un 2,4%. Es decir, vendimos más al exterior en un intento de las empresas de ganar más dinero. Pero la economía sólo creció un 0,7%. ¿Por qué? Porque la demanda interna, es decir, sintéticamente Consumo, Inversión y Gasto Público, cayó un 1,7%. ¿Y qué pasó con el déficit público? Que aumentó desde el 6% previsto (y que tenía senda de cumplimiento) al 8,2% con el que terminó el año. Respuesta demagógica: “se ocultaban gastos en los cajones”. Respuesta real: el gasto público mantuvo la senda prevista; lo que disminuyeron (y mucho) fueron los ingresos. Otra vez Keynes.

Cualquiera de mis alumnos podría contestar bien a estas preguntas. Si, ya sé, están adoctrinados por mí, que soy un peligro público. Pero del resto de grupos de la universidad, también. Y ahí no entro Yo para nada.

2.- HACE FALTA UNA REFORMA LABORAL PARA CREAR EMPLEO EN ESPAÑA.

Otra gran mentira. La reforma, per sé, no creará empleo. Hacen falta poner las condiciones para que eso ocurra. Es decir, si mañana aplico las recetas tradicionales del FMI sobre el mercado de trabajo (libertad total para contratar y despedir sin coste, eliminación de los subsidios de desempleo, salvo en condiciones de imposible aplicación, etc) probablemente se produzca un ajuste brusco del mercado de trabajo ajustando inmediatamente el exceso de oferta. Pero de ahí a crear empleo hay un paso grande, ya que las empresas seguirán sin contratar en tanto y cuando no se incremente la demanda de sus productos. Esto es así porque la demanda de trabajo, que la hacen las empresas, en economía decimos que es una demanda derivada, es decir, que depende de la demanda de los bienes de la empresa. Si ésta no crece, difícilmente crecerá la demanda de trabajo.

Los que mantuvieron esto durante muchos años, ahora empiezan a recular y decir que simplemente se pondrán las bases. Pero la idea que han vendido es al contraria.
Pues volvemos al principio. Sin incrementos de la demanda no será posible crear trabajo, ni en España ni en el Tibet. Y eso parece que nadie lo dice

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