lunes, 27 de febrero de 2012

REGANDO EL JARDIN

Empieza la primavera, a menos en lo que a la meteorología se refiere, y hay que regar los jardines, que es lo que toca en el tiempo seco. Dado que el invierno no ha traído lluvias ni nieves abundantes, para que se produzca lo normal en esta época del año es necesario regar el jardín.


El BCE se ha dado cuenta y el miércoles, coincidiendo con ese día adicional que nos regala el calendario cada cuatro años, toca empezar a regar. Se va a producir una inyección de dinero vista hasta el momento por parte del BCE y eso nos dará un margen para seguir viviendo. Pero si no llueve, no servirá de nada.


Porque el billón de euros que va a poner en el mercado aliviará las maltrechas arcas de nuestros bancos, posibilitando la liquidez del sistema. Como además lo tendrán que devolver dentro de 3 años, el negocio para la banca está muy bien. Tomo el dinero al 1%, lo invierto en bonos de los gobiernos al 4% y gano un pastizal anual que me viene muy bien para provisionar lo que me han dicho desde el ministerio de economía y ha calculado el Banco de España. Tapo el agujero del ladrillo más importante y no tengo que pedirle dinero a nadie, así que puedo seguir cobrando un sueldo acorde con mis expectativas.


Alguno, que necesita mucho más dinero del que anuncia, con la liquidez adquirida pensará en comprar algún banco que esté tocado. Con la liquidez, gano cuota y me hago imprescindible en el nuevo escenario, de forma que mantengo mis privilegios. Una huida hacia adelante que no solucionará los problemas de fondo, que son la falta absoluta de rentabilidad de sus activos y la necesidad de cerrar la mitad de su negocio. Pero conseguimos lo que queremos: mantenernos en el mercado con marca propia.


Para la sociedad, será un paso positivo. Vamos a conseguir que la hierba no se muera por lo menos hasta el verano. Pero, si no llueve, en junio tendremos los campos amarillos, las cosechas echadas a perder, los frutales medio secos y la tierra acartonada. Habrá grandes incendios y se perderá mucho dinero por la cosecha. Será bueno para la vid, que producirá poco pero muy concentrado, con lo que los vinos serán de buena calidad y los precios tenderán a subir. Y para la aceituna, que volverá a rentabilizar el negocio del aceite de oliva con un precio superior que permitirá vaciar los almacenes vendiendo algo que esta ahora barato a un precio superior. El resto, veremos como los precios suben y no podemos hacer nada.


Por lo tanto hace falta que llueva. O hace falta que los gobiernos hagan todo lo posible para que la hierba se mantenga verde en los próximos meses y que las cosechas vuelvan a ser normales. Para ello, habrá que hacer todo lo posible para que se pueda regar. ¿Cómo? Pues dejando la suicida política de la 'consolidación fiscal' para más adelante, cuando la publiometría sea normal, y ayudar al riego de los campos con lo que sea menester. Si hacen falta trasvases de agua, habrá que hacerlos, o desalar el mar con los medios que conocemos. Lo que no podemos hacer es dejar que los verdes tallos que se pueden generar con la inhundación del BCE se pierdan por una política suicida de los gobiernos. Aunque me temo que este año no cataremos a precios razonables ni los melocotones ni los albaricoques ni las ciruelas. Que los campos seguirán secos por culpa de los gobiernos.


El G20 lo ha dicho este fin de semana: los gobiernos tienen que regar los campos con 2 billones de euros, eso sí, a la espera de lo que diga Europa. ¿Y Europa qué dice? Que no sabemos nada de trasvases ni de desalaciones. Que nosotros somos más listos que nadie y que todo se arregla dejando que los frutales se mueran, que es la forma natural de ajustar los mercados y que la economía vuelva a crecer. Si dejamos a la gente por el camino, será un efecto perverso del ajuste que tendremos que asumir. Una externalidad negativa que no buscábamos. Porque lo que importa es que se analicen las cosas en el largo plazo, que es el plazo que nos conviene a todos. Y que en el largo plazo la economía siempre estará en equilibrio y los mercados se habrán ajustado por si solos, el paro se encontrará en su tasa natural, los mercados serán todos de competencia perfecta y los precios y salarios se mostrarán estables por efecto de la acción de las fuerzas de la Oferta y la Demanda. Es decir, hay que actuar a corto plazo para buscar el equilibrio a Largo Plazo, que es el verdaderamente importante. Y hasta llegar ahí, pues habrá que sufrir penalidades.

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